San Mamés supone una apuesta sobre seguro. El estadio vizcaíno siempre ha albergado a la Euskal Selekzioa con el calor que merecen citas como la de anoche. El historial de Anoeta con la tricolor, en cambio, era menos fiable. Primero, por la intermitente presencia del combinado en la capital guipuzcoana, que no ayuda a fidelizar a la hinchada. Segundo, por los propios números de asistencia registrados en Donostia, por ejemplo hace ocho años ante Honduras. Y tercero, por la frialdad que conlleva separar al futbolista y al espectador mediante ocho calles de una pista de atletismo. Por todo ello, Anoeta vivía ayer una prueba de fuego, que el estadio guipuzcoano superó, aunque con ciertos matices.

La cifra oficial de asistencia fue de 25.995 espectadores. Se trata de una cifra notable que hay que coger con pinzas, porque a simple vista solo parecía que se superaba, y por poco, la media entrada. Pero fueran los que fueran, todos los asistentes desmintieron aquello de que Anoeta no puede rugir ni arropar al jugador. Anoche animaba hasta el apuntador, en una corriente ayudada por una larga previa llevada a cabo entre la Parte Vieja donostiarra y los aledaños del estadio, donde se celebraron conciertos y se habilitaron txoznas. Así que en la grada aparentemente no había mucha gente, pero tampoco hicieron falta más. Encima los goles, tempraneros, terminaron de poner a la gente por la labor.

El punto negro de la noche, sin embargo, llegó desde el fondo Sur del estadio, en el que habitualmente se ubica la Peña Mujika. Allí se instalaron los hinchas más radicales de la tricolor, quienes echaron por tierra los propósitos del presidente de la Federación Vasca, Santiago Arostegui. En la presentación del partido, apeló al civismo de la afición. "Si queremos que nos tomen en serio, tenemos que ser serios". Desde el mencionado fondo no le hicieron demasiado caso. Nulo respeto al himno boliviano, y continuo lanzamiento de bengalas al que el resto de la grada, cansado ya de seguir el partido con una pantalla de humo de por medio, reprendió con silbidos. Transcurrida media hora de encuentro, la Ertzaintza tuvo que intervenir en la zona, tras lo que, agotado el recurso de las bengalas, a los iluminados de turno se les ocurrió cargarse a patadas los asientos,

Así que durante algunos minutos, Anoeta estuvo más pendiente de la grada que del terreno de juego. El partido, con 4-0, ya estaba decidido, pero continuó ofreciendo motivos para disfrutar de una noche que, en lo ambiental, tuvo claros y oscuros. Se vieron amplios huecos en el graderío. Pese a ello se registró un ambientazo. Y el punto negro lo pusieron los de todos los años. La Euskal Selekzioa no lo merece.

REPRESENTACIÓN institucional Numerosos representantes institucionales acudieron al encuentro, como el lehendakari Iñigo Urkullu; la consejera de Educación, Cristina Uriarte; la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejería; el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano o la diputada foral de Deportes, Ikerne Badiola.