Vitoria. Poco más de cinco semanas después, Maider Unda ha regresado a su vida habitual alejada de los focos en Olaeta, donde compagina su faceta de deportista con la de criadora de oveja latxa y elaboradora de queso Idiazabal. El sábado vende su producto en Bergara y el domingo en Muskiz. Entre ambas citas, saca un hueco para atender a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, aunque no puede evitar que la conversación se vea interrumpida por las espontáneas y sentidas felicitaciones de las personas con las que se cruza en el camino. Y es que el sentimiento que transmitió la luchadora alavesa caló tanto que mientras otros medallistas han regresado a su habitual anonimato ella se mantiene en el corazón y la cabeza de la gente. Una demostración de afecto a la que concede un valor "enorme" y que ha servido para que el gusanillo de la competición vuelva a instalarse en su interior convenciéndola para prolongar su carrera deportiva "como mínimo" un año más.

¿Qué tal las ventas en Bergara?

Pues bueno, la verdad es que con la medalla se nota. Y sobre todo la gente te saluda, te hace fotos, te pide autógrafos que yo no sabía lo que era firmar uno...

La medalla ha hecho que sea más conocida fuera por lo tanto.

Sí, sí, en todas partes. Cuando quieres pasar desapercibida tienes que ir un poco camuflada. Y a veces ni así.

¿Entonces ahora tiene que salir a la calle con capucha y gafas de sol?

Bueno, bueno (risas), no tanto pero casi aunque yo sé que esto es el precio que tiene la medalla y lo llevo bien.

Cinco semanas después de los Juegos, ¿qué queda de Londres?

Sobre todo que me ha dado tiempo a reflexionar y ver cosas que en el momento no ves.

¿Por ejemplo?

Pues que en principio antes de la medalla hubiera sido mi última competición y ahora espero seguir un poco más.

¿El gusanillo de seguir peleando sigue vivo entonces?

(Risas). Pues sí, por suerte o por desgracia está ahí.

¿Es como una droga que genera 'mono' cuando no se consume?

Es que ahora piensas 'fíjate, estoy con una medalla'. Y a mi edad hace falta ya muy poco. Sí que es cierto que la forma puede que no siga subiendo pero todo lo que he aprendido ya lo sé y lo tengo dentro.

La medalla por lo tanto ha llenado a tope el depósito de la motivación.

Sí, sí, es una ayuda increíble. Está claro que con una medalla las cosas se ven totalmente diferentes. No imaginas que todo te va a salir tan bien... Bueno, querer es una cosa pero otra es ser consciente también de que puede que no salga bien. Y hay que estar preparado tanto para lo bueno como para lo malo.

Hay ya plan de aquí a cuatro años entonces.

Mira, ahora mismo de momento me planteo un año. Sobre todo porque este año hay Juegos del Mediterráneo y es una cita que a mí me gusta mucho porque empecé prácticamente con unos Juegos del Mediterráneo y no he vuelto a estar en unos. Entonces es algo que me resulta interesante. Y después el año siguiente me plantearía ser madre.

¿Y a partir de ahí?

Luego ya no sé. Porque hay gente que dice que la maternidad te da muchísima fuerza, otros que ya la cabeza te cambia muchísimo... Cada uno tiene una experiencia así que la probaremos a ver qué es lo que pasa (risas).

De desconocida y olvidada al practicar un deporte minoritario pasó a estrella del momento y ahora, ¿otra vez olvidada?

No, de momento a mí no me ha pasado eso todavía. Yo la verdad es que no sé cómo explicar cómo se acerca la gente a mí, me dice que ha seguido toda mi competición, lo que se han emocionado y te lo cuentan todo emocionados... Es algo increíble. Personas que no sabían ni lo que era este deporte han visto lucha y lo han vivido conmigo. Para mí haber hecho sentir a la gente esa emoción es mucho más grande que la medalla. Porque prácticamente todos los días me encuentro con alguien que me cuenta cómo ha estado viéndome y vibrando conmigo.

Que muchos no habrían visto nunca un combate.

Eso es. Igual ayudó la hora del combate, que fue cuando la gente ya se retira a casa pero lo cierto es que lo vieron muchísimas personas y lo vivieron a tope.

¿A qué se ha dedicado desde que llegó a casa? ¿Ha podido hacer lo que ha querido?

Sí, sí. Tengo claro que quiero seguir haciendo mi vida. Es verdad que hay días que tengo cosas que hacer pero tengo una familia y he tenido tiempo para ellos. Me refugio en Olaeta y aquí hago lo que quiero.

¿En las comidas familiares se sigue hablando todavía de Londres o ya se ha recuperado la rutina habitual?

No, no, todavía está muy presente la Olimpiada. Claro, yo no viví lo que vivió la gente que estuvo viéndome. Entonces cuando cuentan las películas de 'buaaaah cuando ganó todos saltando y le empuje y se cayó y...' Te siguen contando todas esas historias y es muy bonito.

Es revivir el momento desde otros puntos de vista y disfrutarlo también.

Sí, sí, claro, porque yo he vivido mi película pero ha habido mil películas distintas.

¿Ha vuelto a entrenar o continúa de vacaciones?

Empecé la semana pasada e intentaré ya poco a poco ir a más para no perder toda la forma y sobre todo para que el cuerpo se vaya adaptando paulatinamente.

¿Cómo fue ese primer día de trabajo, se tuvo que obligar o tenía ganas ya?

Hombre, tenía ganas pero también es verdad que yo salgo a correr con mis perros y para mí no supone un sacrificio. Suelo ir con los caballos y así, por lo que más o menos me muevo. Es cierto que no tiene nada que ver hacer físico y hacer lucha pero me voy moviendo un poco para que no me cueste tanto cuando vuelva más adelante ya más en serio.

¿Con qué se queda de la experiencia olímpica?

La verdad es que no me quedo con algo concreto. ¡Son tantas cosas! Pero sobre todo lo cercano que es para mí haber conseguido una medalla. Tienes algo que he demostrado que era real y que se ha conseguido, que no era un sueño imposible. Lo quería, quería esa medalla y yo creo que no es tan difícil conseguir un sueño si verdaderamente lo deseas.

¿Qué pensaba durante las horas anteriores al combate por la medalla?

Buff, se te pasan mil cosas por la cabeza. Estás esperando y hay que saber controlarse. En Pekín hubo menos tiempo porque tuve que hacer la repesca y esta vez tenía la ventaja de que estaba fresca. Sabía que no podía pensar en la medalla, tenía que pensar en el combate que era, ir poco a poco y centrada.

¿Qué sucede en el momento de conseguir la medalla? ¿Llega un vacío de golpe o se disparan las pulsaciones?

Es el subidón, el subidón es impresionante. Siempre he dicho que es algo que sólo te da el deporte. No consigues ese subidón con nada en la vida.

En las imágenes se ve una explosión total.

Es algo que no sabes controlar. Antes del combate decisivo pasan unas horas, estás esperando e incluso te planteas cómo puedes reaccionar pero luego llega el momento y es incontrolable. Piensas 'si gano... buaaah me voy a echar a llorar'. Pues luego no me salió ni una lágrima. El momento es único y no puedes controlarlo por mucho que hayas pensado qué vas a hacer.

Además con medio Olaeta al lado.

Sí, me llevé bastantes familiares, sobre todo de la familia de mi novio, y algunos primos.

La fiesta sería buena.

La verdad es que pleaneas muchas cosas para esos días pero lugo con la medalla todo es una pasada. Tienes que ir de un sitio a otro y realmente no pude hacer todo lo que quise.

Cuando se vio abrazándose a ellos con la txapela, la ikurriña y, sobre todo, habiendo ganado la medalla, ¿qué se le pasó por la cabeza?

Es que la cabeza no reacciona ahí. Ahí te lleva, te lleva el momento.

¿Se acuerda de cómo fue o ha tenido que ver las imágenes para darse cuenta de lo que sucedió en realidad?

Me acuerdo, me acuerdo y me sigo acordando de pequeñas cosas, claro que sí.

Y permanece para siempre.

Sí, sí, sobre todo algunos recuerdos, como la txapela. Me la pone mi novio y en el momento es como '¿quién me ha puesto una txapela?' Luego ya te acuerdas, de la primera persona que abrazas cuando llegas...

En el podio era la tercera pero la más contenta de todas.

Buah, como si fuera la primera. Igual igual, desde luego.

¿Esto tan bueno sirve para dejar a un lado todos los malos momentos que ha tenido durante estos años?

Está claro que en el momento tú ya has conseguido lo tuyo y te olvidas de todo lo malo. Pero sí que es cierto que luego pasa un mes y tienes otra perspectiva. Yo lo veo como que he tenido que pasar todo eso para llegar a ser quien soy porque está claro que si no hubiera pasado por todo eso no sería quien soy.

¿Ha habido muchas veces en las que ha pensado en tirar la toalla?

Muchas no, pero alguna sí.

¿Y en esos momentos qué le ha animado a seguir en la brecha?

Pues sobre todo mi entorno. Yo creo que en eso sí que soy una privilegiada. Tener un entrenador como Luis (Crespo), que ha cargado mucha responsabilidad sobre sí y siempre ha intentado que yo lo vea todo positivo, que no tenga que ver las cosas negativas de esto.

Dejar el CAR de Madrid y volver a casa fue una decisión muy importante para poder llegar hasta aquí.

Claro. Yo creo que está claro que ese fue el mayor acierto. Madrid no era mi sitio y aunque me costó hemos demostrado que acertamos. Porque no es solamente una medalla olímpica. Yo tengo una medalla mundial y dos europeas, no salgo de la casualidad. No hemos conseguido algo de repente, llevamos mucho tiempo. Salvo el año que tuve la lesión de rodilla llevábamos cinco años estando entre los cinco primeros del mundo. Es algo, buff... que nadie tiene esa continuidad. Muchas veces lo más difícil es mantenerte ahí... y ya tocaba.

Cuente algún cotilleo de Londres.

La verdad es que para cuando yo llegué ya estaba prácticamente todo el mundo fuera de la villa. Fue totalmente diferente a Pekín, que cuando fui era todo el boom, la inauguración, había muchísima gente... Ahora era ya la última semana, quedaba muy poquita gente y estaban a competir. No tenía nada que ver. La villa olímpica de Pekín era mucho más grande, más bonita y tenía muchas más cosas dentro. Esta era pequeñita. Todo era pequeño. Lo que más nos gustaba en Pekín era la sala de juegos que era un salón inmenso y este en cambio era pequeñito y no tenía mucha cosa.

Pasando a su otra faceta, ¿qué me recomienda de quesos?

Depende de cómo se sea. Si eres muy quesero, hay del año pasado, que ya tiene un toquecito picante, y para tomar con un poco de vino de postre es ideal. Pero si lo quieres para comer un poquito más de cantidad a media mañana o así, es mejor el suave de este año, con dos meses.

¿Y al margen del Idiazabal?

Nosotros sólo hacemos Idiazabal y la verdad es que yo no soy una gran quesera. Sí que cuando estoy fuera y hay diferentes quesos puedo probar pero no soy una fan de quesos. Me conformo con el que tengo.

Seguramente porque es muy bueno.

Claro, será por eso (risas). No, la verdad es que en eso no se pueden tener dudas. El Idiazabal es uno de los mejores quesos del mercado. Si se vende al precio que se vende, que es uno de los más caros, es por algo. Tiene una calidad y un prestigio que no lo tienen los demás y el buen producto se vende.