Logroño. Hace un año, cuarta etapa o así, muy pronto de todas maneras, Igor Antón se derritió en Sierra Nevada y comenzó a despedirse de una Vuelta en la que acabaría ganando, gloria de las glorias, en Bilbao. El lunes, muy lejos de Andalucía y el sur, pero en otra estación de esquí, Valdezcaray, Antón sufrió, perdió la rueda de los favoritos y acabó dejándose 30 segundos más significativos que importantes. Al maravilloso escalador de Galdakao se le volvieron a aparecer los fantasmas, las dudas.
Para serenarle está Gorka Gerrikagoitia, a quien le bastaron cinco minutos de charla después de la etapa, en el hotel, con Antón para devolverle al principio, antes de que arrancara la Vuelta, o, incluso, después de Arrate, y convencerle, o hacerle ver, que todo está bien, que es el mismo del la subida al santuario, las mismas piernas, y que el accidente de Valdezcaray es simplemente una cuestión mental. O, en todo caso, algo casual e intrascendente. El escalador vizcaino asintió y se fue a dormir convencido de que sigue contando para la Vuelta.
De eso está seguro Gorka Gerrikagoitia, que hace un paralelismo entre Sierra Nevada y Valdezcaray y la conclusión a la que llega es que, pese a que en ambas Igor mostró su debilidad, el contexto y la situación es muy diferente. "Entonces sabíamos que Igor no estaba bien y, por el contrario, ahora sabemos que sí lo está", dice el director de Euskaltel-Euskadi, que achaca lo ocurrido en la estación de esquí riojana a una mezcla fatal para Antón. "El achuchón del llano, con los abanicos y todo eso, la deshidratación porque no bebió lo suficiente y, después, su propia mentalidad fueron los que provocaron que se quedara. Igor mismo se tensiona y se mete presión. Es eso lo que le altera y le descoloca. No tenemos ninguna duda de que está bien, pero tenemos que hacer un trabajo importante de psicología con él", abunda Gerrikagoitia, que hoy en el Fuerte Rapitán, una subida corta, casi cuatro kilómetros, pero dura, estrecha y sinuosa en mitad de Jaca, asegura que se volverá a ver al mejor Antón. "Tranquilos, Igor está bien".