DEGENKOLB, John (Shimano) 4h 38:40''

DAVIS, Allan (Orica-Green Edge) m.t.

SWIFT, Ben (Sy)m.t.

GENERAL

CASTROVIEJO, Jonathan (Movistar) 4h 57: 31''

QUINTANA, Nairo (Movistar)m.t.

MORENO, Javier (Movistar) m.t.

La etapa de hoy, 3ª: Oion-Arrate: 155,3 km. TVE-1, 16.10 horas.

Viana. "Aupa Getxo, aupa Punta Galea", le gritan a Castroviejo en Iruñea, rojo el maillot y, casi también, roja la cara de vergüenza, algo de bochorno desacostumbrado, porque a la puerta del autobús del Movistar no dejan de pedirle autógrafos, entrevistas y fotos. De allí, de Punta Galea, el mismo lugar que vio crecer a Laiseka, los Otxoa, Zarrabeitia o Landaluze, viene Castroviejo. "Este es un paquete", farfulló Mikel Guinea la primera vez que vio entrar por la puerta de la sociedad a un chico que parecía una pelota, pequeño y regordete, que decía que quería correr en bicicleta. Ese chaval llegará hoy de líder a Arrate tras mantener ayer el maillot en el sprint de Viana que se llevó el alemán Degenkolb, una bestia de 1,80 de altura y 79 kilos.

No pesaba tanto Castroviejo cuando corría en cadetes. "Pero estaba gordo". Aún así, se defendía. No era ganador pero sí guerrero. Y sacrificado. "La cosa es que evolucionó rápido", recuerda Guinea. "En cadetes de primero no ganaba, un año después empezó a hacerlo y en juveniles dio un salto espectacular". El primer año ganó la Bira y, el segundo, no hubo quien le sostuviese la mirada. "Fue el mejor juvenil de España, sin duda". El mejor, también, en el Mundial. Tan enorme cambio tiene su explicación. "La respuesta es él mismo. El mérito es todo suyo. Aún cuando no ganaba, era un chaval sacrificado y listo. Tenía mucho amor propio. De cabeza les daba mil vueltas a todos los de su época. Fue mejorando porque pensaba siempre en la bicicleta. Salía a entrenar lloviendo, con frío, con calor, siempre, cuando hiciese falta". Guinea cambió rápido de opinión. Una vez que ganó una carrera en cadetes de primero pero le descalificaron porque corrió con un plato grande de 52 prohibido -le había cogido la bicicleta al novio de su hermana porque la suya se le había roto-, se acercó a él y le dijo que llegaría a ser profesional. "Lo decía por su cabeza, pero no sabía si físicamente tenía capacidad para ello".

Retorcido La tenía, claro. Con 25 años es un contrarrelojista con futuro y, aunque joven, dicen que es uno de los nuevos dueños del reloj, que ahora pertenece a Wiggins, Cancellara o Tony Martin. "Pero en juveniles, aunque ganaba cronos, jamás pensamos que podía llegar a ser un especialista contra el reloj como es ahora", dice Guinea. En aficionados, Xabier Artetxe, patrón del Seguros Bilbao donde se cultivaron algunas de las perlas vascas que ahora despuntan en profesionales (Castro, Beñat Intxausti, los hermanos Izagirre o Egoitz García, por ejemplo), sí intuyó su capacidad en esa especialidad. "Comenzamos a trabajar con la cabra desde el primer año", recuerda el preparador vizcaino. "Cuando llegó al equipo, Jonathan era retorcido. Pesaba no menos de 66 kilos, mucho, y tenía espaldas, brazos y pecho de halterófilo. No es que se descuidase comiendo, sino que estaba convencido de que tenía que estar así, musculado y fuerte, para poder andar. Hubo que demostrarle científicamente que no era así para que cambiase de opinión". Testarudo.

Castroviejo no pesa ahora más de 61 kilos. Delgado, su potencia contra el crono no se ha resentido. ¿Y ha mejorado subiendo? Algo, dicen, pero lo queda margen para proyectarse. "Nunca será un escalador, porque su fisionomía no se lo permite. No es Nairo Quintana, pero puede mejorar. Ya ha demostrado que puede hacerlo bien en la montaña y puede ir bien en carreras de una semana. Lo de las tres semanas es otra historia", reflexiona Artetxe.

Capacidad para subir le hará falta hoy al vizcaino para defender su maillot rojo en Arrate después de que lo conservase ayer en el trayecto navarro de Iruñea hasta Viana, donde lució durante muchos kilómetros el funés Javier Aramendia y acabó ganando al sprint el Degenkolb, un bruto.

Dos segundos para Contador Más que hablar dio el segundo sprint bonificado, donde Contador cogió dos segundos que dan para escribir un ensayo sobre el estado físico y mental del madrileño a las puertas del primer examen de Arrate, una subida que conoce bien, "es corta pero exigente", porque ya ganó allí en 2009 en la Vuelta al País Vasco. "No era el objetivo conseguir esos dos segundos", explicó luego el chico de Pinto. "Lo que pasa es que nos hemos visto ahí, le he dicho a Nicki (Sorensen) que se pusiera y hemos probado. Bueno, nunca se sabe con cuantos segundos se puede decidir una Vuelta". Hay quien ve en el gesto un marcado síntoma de inseguridad de Contador, que, sancionado durante seis meses, apenas ha competido siete días antes de la Vuelta, no sabe a ciencia cierta cómo responderá y rechaza el papel de favorito escudado en ese largo periodo fuera de la competición. "Cada uno que lo interprete como quiera, pero si mañana puedo bonificar otros dos, o seis, o los que sean, lo voy a volver a hacer". ¿Pensando en ponerse de líder en Arrate? "Ummmh, llega pronto. A mí me vendrían mejor unos días para rodar. Igual hay otros que están mejor que yo, como Purito o Igor (Antón)".

El escalador vizcaino, que ya perdió una Euskaltel Bizikleta y la propia Subida a Arrate en 2008 ante Capecchi, que anda por ahí, se aplica el mismo discurso que el español, dice que llega bien, pero con la idea de coger el punto que le falta para llegar en plenitud a la decisiva semana asturiana. Y añade que, aunque triunfar en Arrate, santuario vasco, sería fantástico, una gozada ante la afición comparable a la de hace un año en Bilbao, no tiene fijada la mente en las etapas, que ya tiene cuatro en la Vuelta, sino en una buena general.

La general, todos lo piensan, es asunto de Contador, que, tampoco nadie lo duda, aprovechará la primera oportunidad que tenga para lanzar su obús. Siempre lo hizo antes en todas las primeras llegadas en montaña de las grandes. Para los que recelan de sus intenciones y su convicción, el chico de Pinto estrena en la Vuelta unas zapatillas con la parte trasera roja, a juego con el maillot que defiende orgulloso hoy en Arrate Castroviejo, el chaval regordete que entró una vez por la puerta de la Sociedad Ciclista Punta Galea diciendo que quería ser ciclista.