Maialen Chourraut comenzó "el día señalado en mi calendario" con "respiración profunda, manos sudorosas, mal humor y poco apetito", tal y como explicó en Twitter; y lo terminó con una sonrisa constante, subida al podio londinense de slalom femenino y con la medalla de bronce colgada al cuello. Solo ocho horas separaron estas dos actitudes tan diferenciadas, una única tarde en la que la palista lasartearra firmó dos bajadas memorables y entró en la historia del piragüismo al lograr la primera presea olímpica estatal en aguas bravas. Antes lo intentaron, sin éxito, Ander Elosegi y Samuel Hernanz, pero con un cuarto y quinto puesto tuvieron que conformarse con un diploma olímpico. Y así le tocó el turno a Chourraut, que hizo honor a su cartel de favorita, y se hizo con el bronce a tan solo un segundo de la medalla dorada que fue a parar al cuello de la francesa Emilie Fer. Aunque se afanara en describirse como "un auténtico desastre en esto de guardar las medallas", y se condenara al placentero dilema de dónde colocar el premio de bronce.

Tras marcar el segundo mejor tiempo de la semifinal, tan solo superada por la polaca Natalia Pacierpnik, 55 centésimas más rápida, Chourraut partió en penúltimo lugar en la lucha por el podio. Antes de ella, la austriaca Corinna Kunhle, campeona del mundo de slalom, protagonizó la decepción de la jornada; mientras que la australiana Jessica Fox, finalmente plata. y Fer, quien concluyó primera, copaban las primeras posiciones de la clasificación. A sus 26 años, la palista guipuzcoana inició su primera final olímpica, en Pekín fue eliminada en las preliminares, con tranquilidad. Quizá demasiada. Y a medida que avanzaba puertas, tras los imprecisos quiebros que le hicieron perder un tiempo valioso en el primer sector, Chourraut supo que se le escapaba el oro. Así que se puso las pilas y con un crono intermedio espectacular, donde su técnica impecable levantó el aplauso de los espectadores, recuperó el suspiro perdido. Fer, primera en la tabla, ya estaba a tan solo un segundo, pero justo cuando Maialen debía hilar muy fino cada movimiento se le atragantó la puerta 18 y su dichoso remonte. Un escollo del que nunca se llegó a recuperar y que le condenó al tercer puesto en favor de la aussie Fox.

Después, a falta de 5 puertas, la palista lasartearra remó con todas sus fuerzas. Con el podio en juego no existió el cansancio y, a pesar de tener las pilas bajo mínimos y los brazos agarrotados, Chourraut se obligó a bogar para logar el bronce. Con un crono de 106,87 se colocó con el tercer mejor tiempo de la final. Pero aún quedaba por participar Natalia Pacierpnik, con una bajada de la que dependía la medalla lasartearra. Con el corazón en un puño, la atleta guipuzcoana no perdió detalle de la actuación de la palista polaca que, afortunadamente, se mostró muy lejos de nivel exhibido en la semifinal.Y Chourraut se hizo con el bronce.

Es cierto que la remera del Atlético San Sebastián estaba capacitada para el oro y que su actuación final quedó fuera de la brillantez mostrada tanto en las preliminares como en la semifinal; pero, con la cabeza fría después de que sonara la Marsellesa en honor a francesa Fer, triunfante en la final de K1, Chourraut se mostró satisfecha por lo logrado: Aunque no haya salido tan bien como me hubiera gustado, la verdad es que el resultado es muy bueno. Es una pena que no sea la de oro, pero estoy muy contenta. La medalla tuvo que haber caído hace cuatro años y no lo hizo, y ahora, por fin, la tenemos". Por ello, la palista lasartearra se mostró exhultante sobre el podio. El tercer escalón llevaba su nombre y, por ende, lo asumió en propiedad. Al escuchar su nombre por megafonía, Chourraut dio un brinco y, con los brazos alzados, recibió la medalla de bronce. Posteriormente las cámaras enfocaron a Fox, segunda, Fer, primera, aunque a la guipuzcoana apenas le importó. El himno galo pasó desapercibido para la atleta guipuzcoana, que no cesó de mirar la presea que destacaba sobre el llamativo chándal olímpico. Aún colgada de su cuello, Chourraut cogió el bronce, lo miró con asombro y, tímidamente, pasó los dedos sobre su superficie. Sin creerse que ya era suyo y sin olvidar los cuatro años de trabajo dedicados solo para ese momento: "En este deporte es muy difícil sacar un buen resultado, se trabaja duro y es necesaria mucha regularidad. Los entrenamientos no son monótonos, pero trabajamos en el anonimato", sentenció cuando descendió del pedestal londinense.

A un segundo del oro Con un nivel demasiado alejado del resto de las participantes, Emilie Fer, Jessica Fox y Maialen Chourraut se mostraron intratables en la final de K1. Es más, el bronce de la palista lasartearra estuvo más cerca de convertirse en oro que de transformarse en el diploma olímpico que otorga la cuarta plaza. Tan solo 97 centésimas separaron a la remera del Atlético San Sebastián del crono de la francesa, vencedora del K1 en los Juegos de Londres; mientras que los más de dos segundos de distancia con la checa Stepanka Hilgertova, cuarta, fueron un buen colchón para asegurarse la última medalla. Pero, a pesar del apabullante nivel exhibido por el podio, Chourraut quiso destacar la dureza de la prueba: "La final ha sido muy dura, las demás han sido muy rápidas y hacía viento. En el primer tramo tenía el viento en contra y las puertas se movían mucho, tuve que tener cuidado con la piragua y colocarla bien", reconoció.

Así, con un crono de 105,90, la francesa Fer se proclamó campeona olímpica a sus 29 años. La veterana palista realizó un recorrido excepcional, se recuperó casi al instante de los pequeños errores cometidos y desterró del sueño dorado a la australiana Fox, en primer lugar hasta la actuación gala. La palista aussie fue la sorpresa agradable de la jornada puesto que, a sus 18 años, realizó un tiempo de 106,51 segundos que, por un instante, le sirvió para subir al primer escalón del podio. Sin embargo, el buen hacer de Fer le despertó con una plata que mejoró mucho sus objetivos iniciales.