10.10 horas. Domingo. Circuito de la Comunitat Valenciana. Suena la mascletá. Todo el mundo atento. Más que eso. Siete sentidos. Flashes para la inmortalidad. En la mente, Marco Simoncelli invade a los asistentes, miles de almas que velan por el fallecido piloto italiano. Por desgracia, el protagonista del fin de semana. Termina el ruido de la pólvora. Nace el silencio. Profundo, agudo. Arranca una jornada de luto. Crespones multiplicados. La despedida de las 800cc, de Capirossi -22 años de servicio, el más longevo de todos los pilotos, 99 podios y título de 250cc- o el hambre del insaciable Stoner, que volvió a ganar, aunque por 15 milésimas sobre Spies, décimo triunfo del curso, no alteró el sentido adiós. Apenas hubo comentarios por el accidente en la primera curva entre De Puniet, Bautista, Rossi y Hayden. Ni por el hecho de que Dovizioso le quitara a Pedrosa la tercera plaza del Mundial. Simoncelli estaba con todos, llenando a todos. Suficientes emociones.
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