BARCELONA Valdés; Alves, Mascherano, Abidal, Adriano, Busquets, Xavi, Iniesta (Keita, min.85), Pedro, Villa (Cuenca, min.87) y Messi.
VIKTORIA PLZEN Cech; Rajtoral, Bystron, Cisovsky, Limbersky, Jiracek, Horvath, Petrzela (Darilla, min.86), Kolar, Pilar (Fillo, min.75) y Bakos (Duris, min.58).
Goles 1-0, min.10: Iniesta. 2-0, min.82: Villa.
Árbitro Aleksandar Stavrev (MKD). Sin amonestados.
Estadio Camp Nou. 74.376 espectadores.
barcelona. Un gol de David Villa a ocho minutos para el final sentenció un partido extraño para el Barcelona, muy superior al Viktoria Plzen durante todo el encuentro, pero incapaz de resolver el choque en la primera mitad, cuando dispuso de infinidad de ocasiones para golear.
Inspirado por la magia de Iniesta, el Barça impuso su juego desde la primera jugada: una maravillosa asociación al primer toque entre el centrocampista albaceteño y Villa que Pedro no acertó a convertir en gol. Del de Fuentealbilla llegaría a continuación un repertorio de quiebros, caños, fintas y cambios de ritmo y el gol que abría la cuenta a los diez minutos, una pequeña obra de maestra que empezó con una doble pared entre Iniesta y Messi y que acabó con un definición sutil del primero previo sombrero a un desconcertado Cisovsky.
Se intuía que el Camp Nou podía vivir una gran noche, pero los azulgranas se quedaron a medio camino de confirmar tantas expectativas. El Barça jugó con su rival durante la primera mitad. Y los checos podrían haberse marchado al descanso con media docena de goles encajados.
El Viktoria, un equipo noble, inocentón y voluntarioso a la hora de salir con el balón jugado, lograba transitar con cierta facilidad hasta la línea de tres cuartos. Pero a partir de ahí, las defensa azulgrana engullía una y otra vez cualquier propósito de acercamiento.
Los de Guardiola salieron en tromba tras la reanudación. Dispuestos a convertir todos sus fuegos de artificio en artillería pesada. Sin embargo, para entonces Iniesta ya había desaparecido y Messi se había olvidado de jugar para el equipo y vivía obsesionado con ese gol que se le había resistido.
Quedaba media mitad por jugarse y la ansiedad del Barça iba en aumento. Y el Viktoria, aunque sin poner a prueba a Valdés en toda la noche, había empezado a creer en la posibilidad de sacar algo positivo del Camp Nou. Pero Villa dio la tranquilidad al robar un balón, asistir a Messi y enviar al fondo de las mallas el rechace del argentino. Al final, el Barça tuvo que echar mano del Guaje para cerrar el encuentro.