Rui Alberto Costa (Movistar)4h36:46

Philippe Gilbert (Omega-Lotto)m.t.

Cadel Evans (BMC)m.t.

GENERAL

Thor Hushovd (Garmin)33h06:28

Cadel Evans (BMC)a 1''

Andy Schleck (Leopard)a 4''

Etapa de hoy, 9ª: Issoire-Saint Flour, 208 kms. 'ETB-1', 'Teledeporte' y 'Eurosport', 15:00 h.

Super Besse. Como en un viaje de extremos en el que gloria y miseria se turnan al volante, así circula el Movistar por la autopista filosa de la vida, a caballo entre el más atroz de los sufrimientos y el más delirante de los nirvanas, una convivencia dolor-gozo que se ha convertido en la fuerza motriz de un equipo al que un día cubre la tierra y al siguiente la pisa. Ayer le tocó respirar en altitud. Más cerca del cielo que del suelo. En la cima de Super-Besse. La primera cima del Tour acogió la primera victoria del Movistar, el heredero del equipo de los ganadores de la carrera francesa. Perico, Indurain, Pereiro… Sin líder, ahora lucha por etapas. Rui Costa les condujo ayer hasta allí.

Así, también, del drama a la dicha, la vida del portugués, 24 años y dos Tours con historia. Ayer levantó los puños bajo el cielo de ceniza de Super Besse. Hace un año exacto los utilizó. Contra Barredo. Combate en el cuadrilátero del Tour, en un día de calor y nervios que no supieron controlar ni el portugués ni el asturiano. "Pero aquello está olvidado", dijo ayer sonriente y avergonzado Costa cuando se lo recordaron; "fue algo feo, pero ahora Carlos y yo somos buenos amigos". Meses después empezó otra pelea. Esta en los despachos. El 25 de junio, antes del Tour, había ganado el Campeonato Portugués de Contrarreloj y Mario, su hermano, había hecho segundo. Ambos dieron positivo. Con metilhexaneamina, un estimulante prohibido por la AMA desde enero de 2010. Primero pensaron que era un error. Luego, supieron que no, que el control era correcto y que la sustancia estaba en su organismo. Lo explicaron: su fuente era un producto alimenticio a base de arginina que estaba contaminado, pues en el prospecto no hacía referencia a ningún producto prohibido. "Nunca quisimos doparnos", dijeron. Les creyeron, pero les sancionaron con cinco meses. Algo hay que pagar. Hasta febrero. Eusebio Unzue volvió a fichar a Rui Costa en abril. Suficiente para llegar al Tour.

un volcán: vinokourov Así, también, más agonía que gloria, o, como dice Pereiro, un día de dicha que borra ochenta de miseria, el ciclismo, el Tour. "Ganar una etapa aquí, con todo lo que se sufre, es un sueño, lo sabes, ¿verdad, Óscar?", le decía al gallego, metido en las ondas del Tour, Rui Costa, que, como otros días Iván Gutiérrez o Imanol Erviti, se metió en la escapada del día. Así corre ahora el Movistar. A la fuga. Por la media montaña en el horno del Macizo Central, ayer desconocido: húmedo y frío. A 25 kilómetros de meta había un puerto de segunda. No era duro, pero les sirvió Tejay Van Garderen y Rui Costa, dos jóvenes con talento, para quitarse gente de encima. La cuesta les dejó a solos.

Iban por la tierra de los cráteres. Vulcania. El país que gobierna el Puy de Dome, un volcán privado que pertenece a la memoria colectiva del Tour por muchas cosas, pero, sobre todo, por aquella tarde de 1964 y el cénit del duelo Anquetil-Poulidor. Rugió aquel día el Tour. Hace tanto. Más cerca, ayer, otro rugido partió del pelotón. Era Vinokourov. Si supiesen montar en bicicleta, los volcanes pedalearían así, como el kazajo. ¡Qué gozada de ciclista! Su hachazo no lo siguió nadie. "Si no lo intentas nunca sabes que es lo que puede pasar", explicó después. Lección ciclista. Quedan pocos maestros de esa filosofía. Aporreando los pedales fue pasando gente hasta coger a Tiralongo, su gregario en el Astana, el de Contador el año pasado -tan fiel y entregado que, recuerden, el español le obsequió con una etapa en el pasado Giro-, que le llevó hasta donde pudo. Hasta Besse, a pie del último puerto. Allí le dejó solo. Por delante, Rui Costa, que había fulminado a Van Garderen.

Por detrás, nadie, salvo el BMC de Cadel Evans, pero más pensando en el maillot amarillo que esperaba al australiano en la cima, había movido un dedo inquietado por Vinokourov. Prestaban más atención, seguro, al hundimiento de Gesink, la esperanza holandesa, lastrado por las caídas. "¿Qué le ha ocurrido a Robert?", le preguntaron en meta a Barredo. Y el asturiano, tiritando de frío e irritado porque la respuesta era tan obvia, contó lo que sufre el holandés. "Caerse en una etapa del Tour no es como hacerlo en la bañera. Vamos a 80 por hora. Eso, además de doler, altera todo el organismo. Retienes líquidos y tu peso sube. Al día siguiente de caerse Gesink se subió a la báscula y tenía tres kilos más". Gesink se alejó ayer a 1:08 del podio.

intxausti se rinde No hubo más diferencias. Ayer no tocaba. "Después de no empezar muy a gusto, al final tenía buenas sensaciones", dijo Contador, que salió a falta de un kilómetro para remachar a Gilbert tras un ataque fiero del belga. "Pero el puerto no era muy exigente en cuanto a pendiente y era muy complicado que se rompiera. Era un repecho de fuerza para gente capaz de subir con el plato, más que para escaladores, así que poco se podía hacer". Esta vez Andy se pegó a su rueda. Como Evans, una roca. Una vez más volvió a agitarse Contador. Y respondieron todos. Antes de la calma definitiva, con la meta tras una curva, despegó Gilbert, que se tragó a Vinokourov, pero no a Rui Costa, sucesor de Sergio Paulinho, ganador de etapa el año pasado en Gap, Acacio da Silva, vencedor en el 89, y heredero de Joaquim Agostinho, al que mató un perro que cruzó delante del sprint en 1984. Hasta allí arriba no llegó Beñat Intxausti, que no pudo resistir más el dolor de su codo derecho -corría con una fractura de la cabeza del radio- y se bajó, miseria del Tour, antes de que el Movistar alcanzase la gloria.