vitoria. Pocas veces las calabazas de una joven perla han escocido tanto en las oficinas del Fernando Buesa Arena. El Baskonia, siempre pionero a la hora de buscar en el mercado a mirlos blancos de reducida edad, vio hace tres años en Dario Saric a un diamante en bruto con el que poder reinar en el Viejo Continente y hacerse de oro con un futuro traspaso a la NBA. Se trata de un bisoño jugador croata de apenas 14 años al que en su país ya se empezaba a comparar con el malogrado Drazen Petrovic. Josean Querejeta, un maestro a la hora de sellar estas operaciones, ató casi todos los cabos para que Saric, capaz de amoldarse a varias posiciones sobre la pista, recalase en el Caja Laboral con un contrato de larga duración.
Junto a su familia, el balcánico visitó en varias ocasiones la capital alavesa y se sintió prácticamente un nuevo integrante de la familia azulgrana. El club vitoriano le puso sobre la mesa un contrato de ocho años -ampliable a dos más- que, sin embargo, no satisfizo a última hora al padre del jugador. Saric prefirió continuar su carrera en su país natal al comprometerse finalmente con el KK Zagreb, que le ofreció más facilidades para quedar libre con la mayoría de edad cumplida. Ahora, con 17 años y 2,05 metros de altura, Saric acaba de deslumbrar en la Final Four sub-18 disputada paralelamente en la Ciudad Condal. Con un cuádruple doble (19 puntos, 14 rebotes, 10 asistencias y 10 faltas recibidas), condujo a su equipo hacia la victoria en la final ante el Zalgiris. Una lástima.