Donostia. En la semana de cierre de las clásicas de primavera -la Lieja-Bastoña-Lieja que se disputa hoy cicatrizada por los costurones de sus diez míticas cotas es su candado- que vertebran el significado monumental de estas pruebas, carreras diseñadas desde el taller de alfarería para héroes de piedra, sobresale la efigie de Philippe Gilbert, gobernador de la Amsteld Gold Race y de la Flecha Valona. El belga, un prodigio sobre ruedas, parte como liebre, como diana para la jauría que pretende colgarse del palmarés de la Lieja-Bastoña-Lieja y sus 255 kilómetros de recorrido, los que dibujan el perfil entre Lieja y Ans.
Los naranjas Samuel Sánchez e Igor Antón; el explosivo Purito, un resorte; el espartano Vinokourov, ganador el curso pasado, la perseverancia hecha ciclista; o el avispado Kolobnev trataran de doblegar el acero inoxidable de Gilbert, que exuberante, no ha perdido pie en lo más alto del podio en lo que va de semana, bien sea en la Amsteld Gold Race o en la Flecha Valona.
Aunque Gilbert es una imán para los trofeos de las clásicas, el recorrido abrumador de la Lieja, jorobada como un dromedario multiplicadas sus grupas, abre varías vías de asalto para los que busquen conseguir el triunfo en la mítica clásica.
un recorrido duro Después de siete cotas salpicadas por el camino que cose la prueba, La Redoute, un par de kilómetros al 9%, dará el pistoletazo de salida a la trama más dura de la clásica, la digestión más pesada para las piernas.
El muro de Roche aux Faucons, un kilómetro y medio a más del 9%, desgarrará los músculos antes de atender las exigencias de la grupa de Saint-Nicolas, que luce algo más que un 8%. La última dificultad antes de tocar el cielo de la meta. >R.C.R.