Vitoria. Su exhibición en Les Arcs en julio de 1996, justo el mismo día en el que Miguel Indurain veía cómo su sueño de ganar su sexto Tour comenzaba a desvanecerse, causó asombro. Ver a Bjarne Riis mover el plato con esa fuerza en el coloso alpino no dejó indiferente a nadie.

Sorpresa e incredulidad. Y es que la escabechina llevada a cabo entonces por el danés, cuando comenzó a cimentar su victoria final en su único Tour, sembró dudas. Pues bien, los que sospechaban que la exhibición del danés no fuese completamente limpia encontraron todas las respuestas once años después. La EPO estaba detrás del milagro del veterano corredor del Telekom.

Así lo reconoció el propio ex ciclista en 2007, una vez que ya estaba retirado. El corredor, conocido en su momento como mister EPO, no tuvo reparos en hacer pública su trampa una vez que ya había prescrito su delito y no podía ser sancionado. Entonces Riis admitió el uso de EPO (eritropoietina) entre 1993 y 1998, tras las confesiones de ex compañeros en el Deutsche Telekom alemán.

Sin embargo, las trampas del ganador del Tour de 1996 no se limitaron tan sólo a esos cinco años. Riis recurrió al dopaje desde que comenzó a dar pedales y así lo refleja el propio ex corredor en una biografía que saldrá hoy a la luz. El director del Saxo Bank confiesa ahora que ya empezó a consumir cortisona en 1980 y que se dopó durante toda su carrera.

"TODOS LO HACÍAN" Pese a ser consciente de que no estaba jugando limpio, Riis no se muestra arrepentido, a la vez que también quiere dejar claro que nadie le obligó a doparse y si lo hizo era porque era una practica generalizada en el ciclismo. En una entrevista del diario Politiken con motivo de la publicación del libro, Riis se justifica diciendo que el dopaje era parte de la cultura del ciclismo de la época. "Si querías estar en la lucha por los mejores puestos y contratos, no había otro camino. Todos sentían que no había otra opción, yo también. Por eso no tenía ningún sentimiento de culpa", afirma el ex corredor, que según desveló llegó a gastarse entre 67.000 y 134.000 euros en productos dopantes.

En el libro, cuyo título es Riis y que ha escrito junto con el escritor Lars Steen Pedersen, cuenta que guardaba la EPO en la nevera de su casa y que tanto su ex mujer como su actual esposa estaban al corriente de su uso del dopaje. También revela cómo, cuando al saber que la policía francesa iba a registrar su hotel durante el Tour de 1998, tiró por el baño de su habitación sus ampollas con EPO y cortisona para que no lo descubrieran.

En su autobiografía además, también hay lugar para otras anécdotas, como su participación en la Vuelta a España 1987 con el Luca y sus sospechas de que fue intoxicado a propósito por su propio equipo, ya que era el único ciclista que quedaba en la carrera y los directores y mecánicos querían volver a casa.