ETAPA

Peter Velits (HTC-Columbia) 52:43

Denis Menchov (Rabobank) a 12

Fabian Cancellara (Saxo Bank) a 37

GENERAL

Vincenzo Nibali (Liquigas) 71h.19:49

E. Mosquera (Xacobeo Galicia) a 39

Peter Velits (HTC-Columbia) a 2:00

La etapa de hoy: Los corredores deberán cubrir 148,9 kilómetros entre Valladolid y Salamanca en una jornada que, salvo que el viento provoque abanicos en el pelotón, se dilucidará al sprint.

alain laiseka

PEÑAFIEL. Por la mañana Ezequiel Mosquera coge la cabra, se planta en el circuito de la crono y al de un rato de pedaleo, el manillar tieso, las rectas, el viento, el sol, resopla y piensa: "¡Madre mía! ¡Qué largo se va a hacer esto!". La misma mañana sorprende en Peñafiel, bajo el castillo, entre viñedos, a Joaquim Rodríguez, que no se amilana, que es puro optimismo y sigue pensando, como la víspera, orgulloso y confiado, que puede retener el maillot de líder, que no es más fuerte Nibali, que no es mejor. La tarde desdice a ambos. El catalán sucumbe a la lógica, se deja un mundo con el italiano, 4:07, y se descuelga de la pelea por el maillot rojo. Mosquera, 35 años, los tres últimos olfateando el podio de la Vuelta, rejuvenece, sólo entrega 18 segundos a Nibali y se queda a 38 en la general.

Hay carrera, suspiran los agoreros que pronosticaban la muerte deportiva de la Vuelta por aplastamiento en la crono eterna por la Ribera del Duero, entre bodegas palaciegas, castillos y conventos, entre viñedos que zarandean un viento feroz. "Esto no se ha acabado", escuchan los oídos de los fatalistas como música celestial de boca de Nibali, de nuevo en rojo pero que tendrá que sudar sangre para ganar la Vuelta, satisfecho por haberse librado de Purito, un ciclista incómodo, pero tremendamente preocupado por la inquietante resistencia de un gallego del que nunca había oído hablar hasta Pal, donde le sacó de punto a latigazos, y que ayer se destapó con una crono prodigiosa.

Supo que sería así, que no cedería, que seguiría luchando por la Vuelta hasta la Bola del Mundo, en apenas cinco kilómetros, tras la liturgia. Mosquera hinca el diente a las cronos siempre de la misma manera. Se tira un buen rato de pie sobre la cabra para que no se le hinchen las piernas, para que no le crujan, y después se sienta, ajusta el ritmo, la posición y se evalúa. "Es entonces cuando sé seguro si las cosas van a ir bien o mal". Ayer sonrió. Va bene. "Pero siempre dudas hasta que te dan la primera referencia". Ésta también le acompañó. Resistía a Nibali.

Mosquera emergió al mismo tiempo que Purito se vino abajo. Salió el catalán disparado, dio la primera curva, lanzó la bicicleta exprimiendo el plato de 54 dientes y cuando abandonó el refugio de las calles de Peñafiel echó un vistazo al cuentakilómetros. Marcaba 45. Pensó: "Los demás irán por aquí a 55". Se hundió. No le hicieron falta referencias para comprenderlo.

Pinchazo y desconcierto "A Rodríguez la crono no le convenía", dijo Nibali, que no fue el especialista que decían, que no avanzaba con ese pedaleo ligero y poderoso, sino que parecía atascado, incapaz de arrastrar el plato gordo de 55, una paellera, demasiados dientes, tiburón, y que, colmo de males, tampoco dio la impresión de ser el ciclista convencido, tranquilo y relajado, esto es pan comido, cuando pichó en la primera mitad de la crono y al bajarse de la bicicleta, él, el mecánico y el director parecieron la reencarnación de los hermanos Marx. La escena: Nibali soltó la bici esperando que le bajaran la de repuesto, sin darse cuenta de que por detrás había salido el auxiliar con la rueda delantera en la mano. El director se percató de la confusión, salió raudo, sacó la bici y para cuando la puso en el suelo el líder ya había agarrado la otra, soltado la rueda, reparado la avería y montado de nuevo esperando un empujón que no llegó porque el director se lió con un botellín que se había caído… "Ha habido un poco de incertidumbre y he perdido unos segundos. Pero no la concentración", dijo el italiano.

Siguió metiéndole tiempo a Purito. Y le siguió aguantando Mosquera, que reguló magníficamente y acabó pletórico, a sólo 18 segundos de Nibali, como todos, desbocados y exprimiendo un desarrollo brutal gracias al feroz viento de culo que permitió que Peter Velits, eslovaco, 25 años, campeón del mundo sub"23 en 2007, barriera a Menchov y Cancellara para lograr la mejor de sus victorias y subirse al tercer cajón del podio. Está a 1:59. La Vuelta le queda lejos.

"Daré guerra", anunció Mosquera, a quien le preguntaron directamente si iba a ganar la Vuelta y tras un rodeo monumental acabó diciendo que tenía ante sí una oportunidad de oro. "Ya sabes, los gallegos no nos mojamos nunca", bromeó. Pero les encanta el agua. Al menos al chico de Álvaro Pino, que pena con el calor y florece con la lluvia y el frío que anuncian llega hoy para quedarse hasta el fin de semana. "No voy a esconderme. Os prometo que lo daré todo y que daré emoción hasta el final". Hay carrera porque dicen los especialistas que un momento de debilidad en la Bola del Mundo es fatal, porque constatan que Mosquera, salvo en Peña Cabarga, ha rascado tiempo a Nibali en todos los finales en alto de la carrera, aunque el italiano se ha revelado como un ciclista frío que no pierde la cabeza y que es capaz de pensar en la manera de esconder sus debilidades. Como en Cotobello, donde iba muerto y disimuló con un pedaleo ágil. O bajando a por agua para su compañero Kreuziger. Es siciliano. La mafia, la mafia. Y Mosquera, gallego. "A testarudo no me gana nadie", dice. Hay carrera.