Vitoria. Ciega, sorda y muda. Sólo 24 horas después de que los errores de los árbitros Larrionda y Rosetti provocarán el gran cisma del Mundial, la FIFA salió a la palestra para enrocarse en su postura y adoptar una sola decisión: prohibir la repetición de las jugadas conflictivas en los videopantallas de los estadios sudafricanos. Respecto a las acciones polémicas de los compromisos Alemania-Inglaterra y Argentina-México (el no gol de Lampard y el fuera de juego de Tévez), como si no se hubieran producido. La demanda del uso de la tecnología que trasladan a gritos los profesionales ha vuelto a caer en saco roto y, décadas después y pese a la redundancia de fallos semejantes, el fútbol seguirá instalado en el Averno, a años luz de lo que sucede en otros deportes.

Aunque Nicolas Maingot, portavoz del organismo gestor del fútbol mundial, se vio obligado a comparecer raudo y veloz para aplacar las iras, simplemente lo hizo para insistir en que "la FIFA no comenta las decisiones arbitrales y el tema de la introducción de nuevas tecnologías es una competencia exclusiva del IFAB (International Football Associations Board), que en mayo pasado se mostró contraria". El surrealismo de su comparecencia alcanzó cotas inéditas cuando se sacó de la manga una varita mágica que, a su juicio, enmendará lo acaecido en el momento en que se dio validez al gol argentino y todos los protagonistas apuntaron su dedo índice hacia la pantalla gigante. "Una instrucción que les dimos a los responsables del programa de entretenimiento que se ofrece por las pantallas es que se podían repetir acciones, pero no las conflictivas. Lo de ayer (por el domingo) fue un error. Seremos más estrictos para que no se repita", aseguró. De hecho, en el Mundial de 2002 en Corea y Japón la permisividad de esta práctica ya originó problemas, por lo que cuatro años después, en la cita de Alemania, fue prohibida. A priori, en Sudáfrica no había explícita constancia de que no estuvieran permitidas, pero la FIFA da sensación de echar balones fuera cuando se escuda sólo en esto sin estar dispuesta a atajar el verdadero hándicap.

Cuando a Maingot se le habló del "ridículo" plasmado en todo medio de comunicación, ahondó en que "nosotros trabajamos permanentemente en la mejora del arbitraje, pero no comentamos acciones concretas". Una presunta labor ésta de la FIFA que desde luego en el presente campeonato no ha dado, ni de lejos, sus frutos, puesto que si algún protagonista está teniendo el Mundial es el árbitro. Tras una primera fase plagada de descuidos de bulto, con expulsiones injustas, penaltis no señalados, fueras de juego que evitaron o concedieron goles, la discusión ha ido en ascenso y ha puesto en tela de juicio la nula predisposición de la FIFA para adaptar el deporte más popular del mundo a los tiempos que corren. Aunque los estadios se modernizan, las retransmisiones ganan en espectacularidad y los futbolistas presentan una equipación a la última, quienes continúan en sus trece son el presidente Joseph Blatter y sus dirigentes. "Introducir cualquier elemento tecnológico alteraría la esencia del fútbol y lo deshumanizaría, alejándolo de la gente", proclaman.

La IFAB -de la que son miembros la propia FIFA y las cuatro asociaciones británicas de fútbol-, decidió dejarlo todo como está en función de una serie de razonamientos. Primero, la simplicidad y universalidad del juego, que debe disputarse de la misma forma en todo el mundo: "un grupo de jóvenes en un pueblo pequeño de algún lugar del planeta juega con las mismas reglas que los futbolistas profesionales que ven en televisión". También se refirieron al factor humano inherente a este deporte, alegando que "a menudo pasa que, incluso después de una repetición a cámara lenta, diez expertos tienen diez opiniones diferentes". Igualmente, coincidieron en que "los aficionados se apasionan al discutir sobre cualquier incidente en el desarrollo de un partido" y en el factor económico: la introducción de modernas tecnologías puede ser muy costosa en ciertos territorios. Insisten en que las reglas deben ser las mismas para todos en todo el mundo y en que si la IFAB hubiera aprobado la tecnología para línea de portería, "¿qué hubiese evitado su aprobación en otros aspectos del juego? Pronto se cuestionarían todas las decisiones de cada zona del terreno". Por último, estiman que "el fútbol es un juego dinámico que no puede ser detenido a fin de revisar cada decisión. La interrupción cortaría el ritmo del partido".

La FIFA sólo se plantea añadir dos árbitros más: ni balón inteligente, ni chips, ni cámaras ocultas pese a haber 32 cámaras de televisión recogiendo imágenes... La única opción que se ha planteado en serio, como admitió el pasado sábado su secretario general Jerome Valcke, es la de agregar dos nuevas personas al equipo arbitral, cada una de ellas supervisando una portería, iniciativa testada en la Europa League sin mucho éxito. De aquí a la conclusión del torneo únicamente le queda cruzar los dedos. Con prohibir la repetición de jugadas dudosas por "razones de seguridad", la FIFA ya ha dado por terminada su tarea.