"BLANCOS llorones, felicitad a los campeones!". Así celebraba Luis Figo, micrófono en mano, los títulos en el Barcelona antes de cambiar de bando y enfundarse la camiseta del Real Madrid ante la llamada del dinero que propició que Florentino Pérez accediera a la presidencia del club blanco. El del luso no es más que uno de los numerosos casos de jugadores que prometen amor eterno a un club siempre y cuando no llegue otro que les ofrezca un contrato más elevado. Recordado es también el sinsentido de Alfonso Pérez, aquel delantero internacional y madridista desde la cuna que cuando fichó por el Barça procedente del Betis no titubeó a la hora de proclamar que él tenía corazón culé desde el día que vio la luz. Esas frases huecas, esos besos en las presentaciones al escudo de su nuevo club se han convertido en hábitos que buscan ganarse el favor de la grada en un fútbol en el que, salvo honrosas excepciones, el factor sentimental ha quedado sepultado por el negocio.

En este sentido, Benoit Assou-Ekotto, lateral izquierdo del Camerún que hoy se mide a Dinamarca, jamás pecará de traidor, ya que su forma de pensar es clara y nunca declarará fidelidad eterna a ningún equipo. Es más, no le duelen prendas en reconocer que "yo soy un mercenario". Así de claro. "Si juego al fútbol con mis amigos en Francia -país en el que nació y se formó-, puedo llegar a amar este deporte, pero cuando vine a Inglaterra, un país que no conocía, en el que no tenía amigos, cuyo idioma no conocía... ¿Por qué vine? Porque es un trabajo, un buen trabajo. La carrera de futbolista dura diez años, quince como mucho. No puedo decir que odie el fútbol, pero tampoco es mi pasión", declaró en The Guardian.

Recordaba incrédulo Assou-Ekotto la polémica que surgió en 2006 en el entorno de su antiguo equipo, el Lens, cuando decidió cambiar de aires y recalar en el Tottenham. "No entiendo la razón por la cual todo el mundo miente. El presidente, Gervais Martel, dijo que me marché a Inglaterra por el dinero, que no sentía la camiseta. Yo le respondí si conocía algún jugador en todo el mundo que fiche por un club porque sienta en el corazón esos colores. Es algo estúpido, algo así como decir: "Oh, voy a llevar una camiseta roja, me encanta". Lo primero que mira todo jugador cuando se marcha a un equipo es el dinero. Martel dijo que yo me iba por dinero, pero yo me pregunto. ¿Por qué fichan los jugadores por su club, porque es un equipo entrañable? Todos los jugadores quieren ganar dinero. Por eso no entiendo la razón por la cual todo el mundo parecía tan impactado cuando dije que me marchaba. Me acusaron de mercenario cuando todo el mundo actúa de la misma manera".

Al internacional camerunés tampoco le gusta la "hipocresía", que rodea el mundo del fútbol. Esa doble moral y falta de sinceridad que tanto critica, por ejemplo, cuando escucha o lee las entrevistas que conceden sus compañeros de profesión. "Muchas veces parece que hay jugadores que tienen doble personalidad. No puedo entender a la gente que en privado te expresa una forma de pensar y en público dice lo contrario. Les escucho y sé que mienten y yo odio las mentiras. Yo siempre actúo con honestidad, aunque soy consciente de que muchas veces no es bueno decir la verdad", relata. Como muestra de su sinceridad, asegura que "en el Tottenham no tengo problemas con nadie. Con los que mejor relación tengo es con Aaron Lennon y Jermaine Defoe, aunque no tengo sus números de teléfono. No tengo el de ninguno de mis compañeros. No llamo a futbolistas en mi tiempo libre porque no creo en la amistad en el mundo del fútbol". Tampoco es de su gusto todo el oropel que rodea a su profesión. "Cuando echo una ojeada a cierta prensa inglesa me doy cuenta de que todo esto es un poco bizarro, al menos en este país. Es por ello por lo que el fútbol no es mi pasión, porque todo lo que rodea a este deporte no es bueno para un futbolista. Hay gente que pulula a nuestro alrededor que sólo está ahí porque jugamos a fútbol. Lo mismo ocurre con las chicas. Yo tengo novia. La conocí cuando tenía 18 años y no la quiero perder porque si eres futbolista no es bueno que empieces a salir con alguien a los 26".

Donde sí que reconoce su sentimentalismo es cuando se enfunda la camiseta de Camerún, la patria de su padre. "Jugar con Camerún es una decisión normal. No tengo sentimientos por la selección francesa. Para mí, simplemente, no existe".