Hay quien suele repetir de manera machacona que el Azkena Rock es un festival de viejos, siendo finos, y que los cabezas de cartel casi salen de la residencia para tocar. Ya les gustaría a muchos de quienes así hablan tener un trozo de un pedazo de un cacho de la valentía, el inconformismo, la rabia, el gusto, la curiosidad, la inteligencia y la calidad creativa de Patti Smith. A sus 75 años, y aunque hace demasiado que no saca nuevo material porque está más centrada en otras áreas creativas, les da mil vueltas a todos esos sabios de la nada. 

Hace ya unos cuantos años de la última visita de Smith a Vitoria, de aquella exposición en Artium, de aquella actuación con Gari, de aquellos encuentros con una creadora sin igual. Ahora ha regresado de la mano de un certamen que en realidad tenía que haber contado con ella hace dos años, en ese ARF 2020 que fue imposible por la pandemia. Pero ni Mendizabala ni ella han querido que aquello que no pudo ser se quede en el limbo de lo olvidado.

Sí, por supuesto, se han cantado Gloria, People Have The Power y Because The Night, y han sido momentos para el recuerdo y para que las miles de almas presentes cantasen con Smith como si no hubiera un mañana. Pero la actuación ha sido más que eso, cómo no estando ella sobre el escenario. Ha sido poesía, reivindicación, activismo, ha sido volver a recordar que existe algo que se llama felicidad y paz que sería bueno anteponer un día de estos a un mundo que parece empeñado en todo lo contrario.

Alex Larretxi

La veteranía es un grado. Llevar buena compañía sobre las tablas también. Con eso ya se tiene mucho ganado. A partir de ahí, solo hay que dejar que Smith –que siempre ha sabido amoldarse muy bien a los formatos, si está en sala o en un festival grande como ha sido el caso– se exprese con toda la contundencia y libertad que siempre ha defendido. Y da igual el contexto, si hace mucho calor, si llueve, si se tienen 75 años o si no son buenos tiempos ni para la poesía ni casi para nada.

Quedarse con los tópicos de la madrina del punk y todos esos calificativos que se suelen utilizar para hablar de ella no tiene sentido. En su anterior visita a Vitoria dijo que cuando se miraba al espejo, ella no veía a esa Patti Smith, sino solo a una mujer. Pero ella no es solo ella. O tal vez sí. Sea como fuere, es magnífica, irrepetible. Y mayor, sí, mayor. ¿Y qué pasa?