Manuel Iradier regresa a Guinea Ecuatorial con ‘El árbol de las palabras’
La Casa del Libro acoge este martes la presentación de la novela de Andrés Pascual
Es Guinea Ecuatorial. El año, 1884. Ökkó, un adolescente de la etnia bubi, presencia el naufragio de una goleta española en una recóndita playa de la isla de Fernando Poo. En la capital de la colonia, Bella, una chica de su misma edad con unos conocimientos botánicos poco comunes, espera noticias sobre su padre, que regresa de la metrópoli.
A partir de ahí, El árbol de las palabras (Espasa) va tomando forma. Así lo va a contar también este martes en la capital alavesa su autor, Andrés Pascual.
En concreto, el encuentro con el público se va a producir a partir de las 19.30 horas en La Casa del Libro. "En el corazón de África, el árbol de las palabras era el lugar donde se escuchaba a los ancianos, se compartían sueños y se dirimían los conflictos.
Ahora es el lugar donde se cuenta el episodio más desconocido de nuestra historia", explican desde la editorial en torno a una novela que cuenta con otro personaje importante entre sus páginas, el africanista y explorador gasteiztarra Manuel Iradier.
Un año importante
El libro se sitúa en 1884, un momento en el que confluyeron tres acontecimientos fundamentales, según describen desde Espasa: la construcción de la misión claretiana en Santa Isabel, la expedición de Manuel Iradier a la zona continental y la Conferencia de Berlín en la que las potencias europeas se repartieron África como si fuera una tarta.
La novela "revela la realidad de la política colonial. Francia y Alemania buscaban apropiarse de territorios que pertenecían a España por antiguos tratados, pero que nunca habían sido ocupados".
En el último momento, "Madrid envía una expedición para lograr adhesiones de tribus a la soberanía española. Entretanto, los misioneros desarrollan su propio plan de colonización" y es ahí con Pascual sitúa a sus dos personajes principales.
Esta creación es, además, un guiño a la propia familia del escritor. Los bisabuelos y abuelos maternos del autor vivieron en Fernando Poo. "En este libro no cuento sus andanzas, ya que decidí retroceder en el tiempo hasta 1884 para recrear los inicios de la colonia. Sin embargo, en estas páginas sí que hay mucho de mi familia. Las emociones que los abuelos despertaron en mí me han servido de motor y de faro", dice.
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