Con la mejor entrada vivida hasta ahora en Mendizorroza, el Festival de Jazz de Gasteiz afrontó este viernes por la noche una doble sesión protagonizada por las colaboraciones. Por un lado, con la establecida entre Sumrrá y Niño de Elche, dos fuerzas incontrolables de la naturaleza. Por otro, con ese nuevo encuentro de dos viejos conocidos como Michel Camilo y Tomatito. A priori, ésta era la apuesta más segura para el respetable de Vitoria.
En definitiva, mucho talento junto sobre un escenario. Y esto tiene sus peligros porque acertar con el equilibrio y el entendimiento de protagonistas con perfiles tan marcados, siempre tiene sus riesgos. Más allá de que las expectativas eran muy altas y no en todos los casos, aunque se hagan bien las cosas, se llega a lo esperado por el público. La realidad es que a la noche solo le faltó un totum revolutum que ya hubiera sido épico.
Abrieron la jornada el trío gallego y el cantante de Elche, y aquí casi todo eran incógnitas. En realidad, ni Sumrrá ni Francisco Contreras Molina necesitan de presentaciones. El grupo es todo un referente de la escena, más allá de que, todo hay que decirlo, en Vitoria no se le haya prestado la atención debida a lo largo de los años. En cuanto al Niño de Elche, el artista lleva ya tiempo en un estado de gracia que parece no tener fin, más que nada porque le caracteriza una curiosidad incansable.
Ahí está, de hecho, la clave de este encuentro, en la libertad y el interés por investigar juntos conceptos y líneas creativas. Sobre esa base, los cuatro han encontrado una fórmula que escapa de etiquetas pero que es una auténtica maravilla para los oídos y también la vista. Así lo demostraron en un pabellón expectante a cada detalle, más allá de que este tipo de propuestas siempre generan una división radical: o encantan hasta la sublimación o generan un rechazo total.
En esos parámetros se movió el polideportivo. Casi imposible encontrar a alguien que se quedara indiferente ante lo que estaba ocurriendo. Si lo hubo, eso está en el debe de los artistas. Sumrrá y Niño de Elche se exigieron y exigieron en una actuación que para unos cuantos quedará en el recuerdo. Es de esperar que el trío y el artista sigan encontrándose.
A cuatro manos
Tras el descanso de rigor, el relevo, en un plano bien distinto en cuanto a la propuesta musical, lo tomaron Michel Camilo y Tomatito. Ya han pasado unos cuantos años de su primera colaboración, un encuentro siempre fructífero entre pianista y guitarrista, dos artistas de sobra conocidos en la escena internacional, que además cuentan con una química especial que va más allá del escenario.
Sobre esas bases, nada podía salir mal en su paso por el pabellón. Por lo menos, sobre el papel. Ambos compartieron momentos más enérgicos, instantes más sutiles, conversaciones musicales sobre La leyenda del tiempo, Alfonsina y el mar o el Concierto de Aranjuez sin perder de vista a Chucho Valdés, que hoy pisará el mismo escenario. Un respetable que disfrutó, aplaudió y se fue de Mendizorroza con la sensación de haber visto a dos amigos sin afán de protagonismo, solo con ganas de compartir una buena noche.