Javier Iriondo (22 de noviembre de 1966, Zaldibar) es ex deportista de élite. Hacía zesta punta y tras viajar a Estados Unidos sus experiencias de vida le invitaron a reinventarse. Ahora, ayuda a otras personas, a través de libros y conferencias, a surfear sus propias olas.   

Su paso por el deporte le habrá aportado muchos de los conocimientos -disciplina, trabajo en equipo, esfuerzo...- que luego aplica en sus charlas.

Yo creo que lo aplicas en la vida. Hay uno de los principios del que he hablado con muchos entrenadores de fútbol y jugadores, y es que la capacidad de esfuerzo y sacrificio equivale a sus posibilidades de éxito. El deporte y la disciplina te ayudan a aguantar, a saber sufrir, porque muchas veces cuando crees que no puedes más estás todavía al 50%. Y en cuanto al deporte yo llegué a Estados Unidos como deportista profesional de Jai Alai, pero nada más llegar empezó la famosa huelga, que duró tres años, y ahí se acabó mi carrera. El sueño americano se tornó en la pesadilla americana, y fue el momento de cambiar y reinventarse. 

¿Es una cuestión de mentalidad? 

Al final en la vida ocurre un poco como en este último libro. Lo que importa no es tanto lo que te ocurre, sino qué haces con lo que te ocurre. El trauma no llega por lo que ha ocurrido, sino por cómo interpretas lo que ha ocurrido y hasta dónde te arrastra ese problema. Ahí siempre tenemos la capacidad de decir “pobre de mí”, o es cuando asumes la responsabilidad. Y mucha gente transforma el que parecía el peor día de su vida en el mejor, el día en que todo cambió.

Es precisamente lo que le pasa a Paula, la protagonista de esta historia, que es casi una novela. 

Todos mis libros son novelas. Yo no los catalogo como autoayuda. Muchos lo llaman novela inspiracional porque son historias reales, basadas en hechos reales, donde todo el mundo se siente identificado. Todos pasamos por un momento en el que todo falla a tu alrededor, en momentos en que si algo puede ir mal irá mal. No nos han dado un manual ante el fracaso, cuando pierdes todo y te conviertes en tu peor enemigo. Y creo que eso tendría que ser una asignatura en el colegio, para no dramatizar tanto las cosas, para darnos cuenta de que no es tan grave y puedes transformarlo a lo mejor en una de las grandes lecciones de tu vida.

En el libro habla, entre otras cosas, de que es el estado de ánimo de cada persona el que muchas veces condiciona cómo vemos las cosas.  

Exacto. Tú te levantas un día y de pronto te sientes con energía, y al día siguiente o una llamada después, ves todo absolutamente negro. Tu estado mental o emocional condiciona todo. Hoy en día, el mayor reto que tenemos todos es aprender a gestionar mejor nuestras emociones y nuestro estado mental para que, cuando nos metamos en bucles y estados de ánimo negativos, saber detectarlos y salir de allí.

Además de eso, ¿siente que se nos ha enseñado a encajar el éxito y el fracaso?

No. Yo suelo decir que solo soy un catedrático de hostiología. A base de hostias vas aprendiendo, por dejarlo claro. La escuela de la vida que te va pegando bofetones y te pone en dirección correcta cuando crees que lo sabes todo y cuando no. Aprendes más del fracaso que del éxito. No es que sea necesario fracasar, pero va a haber situaciones duras, y si crees que eres lo que tienes va a haber un grave problema. Eres un ser humano. El objetivo es que desarrolles una identidad valiosa por tus principios, independientemente de lo que digan los demás o de lo que has conseguido.