Entre las obras que componen la exposición de Urko Marquínez, el director de escena Mikel Gómez de Segura dirige a varios jóvenes intérpretes. Es un día cualquiera entre semana y la actividad dentro de estas paredes es ya incesante desde primera hora. Un espacio en el que formarse en twerk y en el que compartir una jam session con músicos de la escena alavesa del jazz, en el que acudir a un mercado de artesanía y participar en charlas sobre arqueología. “Es como un popurrí cultural”, sonríen quienes sustentan los pilares de Kiribil Sorgunea.
En Madrid y Barcelona completaron su formación académica. Eso sí, las tres decidieron volver a Gasteiz para desarrollar sus respectivos caminos. Un regreso en el que se encontraron con la necesidad de tener un lugar donde crear. “Nos unimos para compartir un taller de artistas, un espacio personal”, recuerdan Oihane Sarrionandia, Paula de la Fuente y Nerea Ruiz. Encontraron el local ideal en Zaramaga, más en concreto en la calle Fermín Lasuen, donde durante la década pasada estuvo la galería enebada! y, hasta la pandemia, la sede de uno de los colectivos de swing que existen en la capital alavesa.
En mayo de 2021 entraron por la puerta. “Pensamos que entre las tres podía ser asequible. Cuando vimos el local, nos ilusionó mucho porque, de hecho, ya estaba bastante preparado. Pensamos que iba a ser muy difícil encontrar otro sitio de estas características”. Pero para finales de ese mismo año, Kiribil dejó de ser solo ese buscado taller de artistas. Empezó a despertar el interés de terceros y, desde ahí, a convertirse en un lugar de encuentro para otros proyectos e iniciativas.
Un sitio “camaleónico”
Las tres responsables de la asociación cultural que sustenta la propuesta apuntan que, en realidad, el proceso se ha vivido de manera muy natural. Pero lo cierto es que una iniciativa nacida de su propia necesidad personal ha evolucionado para convertirse en un “espacio camaleónico”.
Por diferentes contactos personales, por estar cada una implicada en otras propuestas, fueron llegan a Kiribil iniciativas muy diferentes. Por ejemplo, el swing volvió a ser protagonista. Comenzaron las clases de baile, las colaboraciones con la asociación Jazzteiz para acoger sus sesiones de improvisación musical, los talleres de... “Ya desde finales de 2021 la red se empezó a expandir y fuimos creando sinergias. Sin querer, el espacio se prestó a colaborar con otras entidades y proyectos y no tanto a ser un lugar donde desarrollar solamente nuestras creaciones personales artísticas, que, de hecho, han quedado bastante apartadas”. Las tres reconocen con una sonrisa que no saben decir que no.
“La asociación cultural nace de las necesidades que vamos encontrando y que se nos van presentando. Agentes culturales vienen y comparten con nosotras sus propuestas y proyectos. Se está generando una red de manera involuntaria, de forma natural” que no para de crecer, más allá de que solo se sustenta con el aporte de las responsables de la iniciativa, con el gasto personal y también económico que eso supone.
Donde todo es posible
En estos momentos, en una semana cualquiera de Kiribil, hay mucho que hacer y compartir. Así por ejemplo, durante estas semanas se puede visitar la mencionada exposición de Marquínez. Además, se llevan a cabo talleres regulares en colaboración con diferentes entidades y asociaciones. Sucede así con los cursos que se están llevando a cabo de danzas africanas y de twerk.
El ir y venir es constante. No es un decir. Por las mañanas, Kiribil está acogiendo, en una residencia artística, los ensayos del proyecto A golpe de palabra, programa de sensibilización contra la violencia de género y el acoso escolar a través de intervenciones teatrales, producido por Traspasos Kultur y fomentado por el Instituto Foral de la Juventud. A eso se suman eventos puntuales como conciertos, charlas y performances.
Eso sin perder de vista la realización, cada cierto tiempo, de las denominadas Kiribilketa. “Es, por así decirlo, nuestro evento oficial”, una fiesta que discurre a lo largo de una jornada y en la que, por lo general, se arranca con la realización de un mercado de artesanía que se suele llevar a cabo con el colectivo Sumendi. A eso se unen actuaciones musicales y otro tipo de propuestas en vivo. La próxima se llevará a cabo el 2 de diciembre, aunque en este caso se quiere llevar a cabo la primera cita diseñada de manera específica para el público familiar, y así acercarse a niños y niñas. Por eso se está pensando en contar con cuentacuentos y hacer un taller musical, entre otras ideas.
Con el público y los vecinos
Por supuesto, Kiribil tiene las puertas abiertas a otros agentes culturales pero también a la ciudadanía en general. “El único problema es que no tenemos un horario fijo establecido”, es la agenda de propuestas la que va marcando. “Desde el principio, la recepción que hemos tenido de los vecinos más directos de esta zona ha sido muy buena”, más allá de que “cuando hay eventos, el barrio no suele tener miedo en asomar la cabeza y se lo agradecemos”.
De hecho, cuando hay eventos abiertos al público, Kiribil sale también a la calle. “Solemos poner un banco, plantas, sacamos la pizarra con información sobre lo que está sucediendo dentro…”. Con todo, para no poder ojo de todo lo que sucede, el espacio tiene un activo perfil de Instagram, más allá de que cualquiera puede ponerse en contacto con el proyecto a través del correo electrónico kiribil.sorgunea@gmail.com. “En Gasteiz hay mucha gente con talento y ganas que necesita lugares donde poder desarrollarse. Aquí está el nuestro”.
Con todo, se está todavía al principio del camino. Las tres creadoras y gestoras admiten que es complicado imaginar por dónde irá el futuro, máxime teniendo en cuenta que las tres tienen ocupaciones profesionales y personales paralelas. “Lo ideal es que fuera algo autosostenible”, sobre todo en el plano económico. En estos momentos no se tiene acceso a subvenciones, más allá de una ayuda puntual llegada desde Gauekoak para desarrollar un taller determinado.
Claro que no hay que olvidar una cosa. Kiribil Sorgunea sigue siendo el taller para las tres artistas que crearon la iniciativa, para el trabajo fotográfico de Paula de la Fuente, para los procesos que en cerámica e ilustración sigue Nerea Ruiz, y para las propuestas de grabado y estampación que desarrolla Oihane Sarrionandia.