Viajar siempre marca y si quien hace las maletas es un artista multidisciplinar, como es el caso del músico, compositor, pintor y poeta del barrio de Areta en Laudio, Igor Arzuaga, la experiencia tiene muchas posibilidades de verse compartida. Así ocurrirá, de hecho, a partir de las 20.00 horas de hoy en el escenario de Amurrio Antzokia, con el concierto titulado Hodeien artean argia bilatzen, en el que Arzuaga ha querido rodearse de grandes músicos y amigos, en un formato más cercano a la música clásica que al rock cabaretero que ha marcado, hasta ahora, su trayectoria en solitario, y que no descarta seguir indagando.

En concreto, el público (las entradas tienen un precio de 6 euros) se va a encontrar un espectáculo que narra “una historia bohemia”, en la que Arzuaga –que se inició en la música en la década de los 90 y fue miembro del exitoso grupo Exkixu– intenta transmitir sus recientes visitas a ciudades como París o Nueva York, y los sentimientos y reflexiones acumuladas tras tocar su trikitixa en el metro e incluso en la calle para los homeles (personas sin hogar), con las que quiso entremezclarse. “A nivel estético va a ser algo muy bonito, aunque se trate de un auténtico descenso a los infiernos, y a nivel musical, una mezcla de folk, jazz y músicas alternativas, que creo bastante interesante, porque toco temas muy relacionados con la locura, sí; pero también con la sensibilidad y la esperanza, construyendo un relato que motive al espectador a reflexionar en torno a la función de la cultura y el arte”, adelanta para DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.

En el repertorio incluye viejos temas ya presentes en sus nueve discos en solitario, pero también otros que son inéditos, en los que se hace preguntas sobre el amor, la soledad, el dolor, la ciudad, el paso del tiempo... y que, con él a la voz y piano de cola, le ayudarán a interpretar músicos reconocidos como el violinista rumano Nika Bitchiasvili (habitual colaborador de Mikel Urdangarin, como él mismo lo fue en los primeros discos del de Amorebieta); Endika Guerrero, al saxo tenor; Víctor Gómez Castro, al contrabajo; y Nando de la Casa, a la batería.

Vuelco creativo

Con todos ellos se juntó por primera vez, para ensayar, el pasado lunes, en lo que supuso para Arzuaga toda una autoprueba de fuego. “Me reconocí haciendo música, al recibir mucho reconocimiento por parte de ellos y ver que sigo en buena forma”, explica. De hecho, no las tenía todas consigo, quien en los últimos años se ha dedicado más a sus facetas de poeta y dibujante. “Mira si no me veía capaz que, en pandemia, fui a hacer un curso de composición con un profesor de Musikene, que me sirvió para dar un vuelco a mí mismo a nivel creativo, y me sentí inspirado para volver a componer”, reconoce.

De su buen hacer como dibujante da fe el propio cartel del espectáculo musical Hodeien artean argia bilatzen (Buscando la luz entre nubes), que hoy descargará en Amurrio Antzokia, en el que, sobre fondo amarillo, se ve a un acordeonista bajo una farola, de noche y en una ciudad de rascacielos, llorando mediante su música a una media luna roja. “Algo también se reflejará en el escenario”, adelanta quien, tras toda una vida dedicado a la música, considera que “el mundo no necesita de grandes artistas, sino de buenas personas. Y si con mi música ayudo a alguien a dar respuesta a alguna de sus preguntas trascendentales frente a la vida y, en definitiva, a sanar, me sentiré plenamente satisfecho”, apunta.

No en vano, Arzuaga huye del mercantilismo. “No me gusta. Con él el arte, en general, pierde el criterio estético. Está reñido con ello, a mi entender, y luego vamos de revolucionarios”, opina; para a renglón seguido añadir que “la cultura no es un acto democrático. No puede serlo. Nadie puede elegir quién gusta, y hay mucha gente buena totalmente condenada al ostracismo, verdaderos genios que no están representados en ningún proyecto, y al revés, gente que triunfa, por intereses económicos o políticos que hay detrás, pero que no tienen nada que ver con la calidad. Yo siempre intento ser honesto conmigo mismo, allá donde me contratan para hacer algo y me pagan, y contento con ello, no lo escondo, pero todos saben ya mi opinión al respecto, que es la mía, claro está, y puedo estar confundido”, reflexiona.

Futuro activo

Respecto a su futuro, Arzuaga –que domina varios instrumentos, tales como el piano, la guitarra, el acordeón diatónico o la armónica– lo único que tiene claro es que “voy a seguir en activo, tanto con mis dibujos, como con mis composiciones”. De hecho, ya tiene entre manos un nuevo disco en solitario, así como un segundo junto con el grupo Larrepetit y, tras la experiencia del concierto de hoy, no descarta “meterme en cuartetos de cuerda y formatos clásicos, e incluso componer para orquesta. Esta nueva formación me esta dando muchas ideas”, avanza.

El que es, a día de hoy, uno de los creadores más personales de la escena musical vasca, como bien reflejan sus discos de corte intimista entre el pop, folk, el rock con ecos de cabaret y la canción de autor francesa, en los que ha ido encontrando una voz libre y personal, tampoco dejará de lado su vena literaria. “En mis composiciones la poesía tiene tanta importancia como la música, y por supuesto, seguiré escribiendo”, subraya.

Hasta el momento, Arzuaga ya ha publicado dos poemarios, a través de la editorial Amarante. De espantapájaros y escarcha llegó en 2022 y es el resultado de experiencias vitales basadas en la apreciación de cuestiones como la distancia, el sosiego, la añoranza, la ilusión, las relaciones, el amor… En definitiva, la vida. A él se le ha sumado este mismo año Embriagado de infinitos. Una obra profunda, vertical y horizontal, en color y en blanco y negro, donde se pone serio y a veces jocoso. Un universo, con prólogo de la también escritora laudioarra Txani Rodríguez, donde el poeta arroja toda su estética y su arte, y cree es necesario contextualizar un poco, más que nada para que cuando escribe de lamento, o de lágrimas, no parezca que está haciendo apología de la infelicidad, sino de un desasosiego íntimo que pretende motive la creatividad y la esperanza frente a la vida. “Espero que quien lea estas intenciones de poema disfrute y recuerde que, aunque hay una pretensión estética en ello, tan sólo deseo que mire dentro de sí mismo, dando así una posibilidad a la belleza del mundo”, apostilla.