Fue el 12 de agosto de 1994. Moshe Cohen, Markeliñe, Kukubiltzo, Miguel García de Cortázar, Pikor junto a Latirili, y Lavi e Bel conformaron aquel primer cartel. Nacía, bajo una carpa, el Festival de Teatro de Humor de Araia. Este viernes 11 arranca la trigésima edición de un sueño que hoy es una referencia estival dentro y fuera de Álava. Es imposible resumir en pocas líneas o en unas cuantas imágenes todas las vivencias, emociones, reflexiones y momentos compartidas en tres decenios, aunque el certamen quiere hacer un guiño especial a la efeméride.

Millán Salcedo en 2008. | FOTO: OTEGI

Por eso, durante los días del evento donde todo empezó, se va a compartir con la ciudadanía una exposición de fotografías y carteles con las que viajar a lo largo de ese pasado que ha servido para construir este presente. El acceso será gratuito y se podrá visitar la muestra en la antigua sala del concejo. Todo ello mientras la programación que el evento desarrolla por otros puntos de Álava está en marcha desde ayer y ya están abiertas tanto la taquilla física como la virtual para asistir a las representaciones de pago en el Arrazpi Berri.

Charo López en 2006. | FOTO: OTEGI

Eso sí, tal vez alguno descubra visitando este repaso en imágenes alguna que otra anécdota curiosa de una iniciativa que unos cuantos años antes empezó a gestarse en dos folios escritos por Javier Alkorta, Txortas. Dos papeles que en un primer momento se quedaron guardados en un cajón hasta que el hoy ex director de la cita compartió sus inquietudes con Jesús Mari Alegría, Pinttu. “Al cabo de unos años, estando Pedro Ramos de diputado de Cultura, tuvimos una reunión de tantas entre las compañías alavesas y pedimos buscar alguna forma de programar teatro en la provincia que también supusiera traer a grupos de fuera. Y cuando estábamos hablando de eso, Ramos soltó: ‘y además vamos a hacer un festival de teatro en Araia’ y sacó un papel en el que estaban, punto por punto, mis dos folios”.

Público en la edición de 2020, marcada por la pandemia. | FOTO: ALEX LARRETXI

Dicho y hecho. Bueno, no del todo. En realidad, el certamen organizado por el grupo de teatro Porpol se llevó a cabo en 1994 sin tener ninguna constancia por escrito del apoyo foral. Así que tuvo que ser el Ayuntamiento de Asparrena en solitario el que corriese con todos los gastos. La institución municipal y la compañía alavesa decidieron que si al final aparecía algo de dinero de las arcas forales, serviría para poder hacer una segunda edición. El apoyo a la primera entrega no solo llegó, sino que además Diputación se comprometió a financiar la segunda.

Fotografía de 1997 de ‘El florido pensil’. | FOTO: CEDIDA

Eso sí, en 1995 ya no se usó la famosa y calamitosa carpa comprada por la institución foral para permitir representaciones en pueblos sin infraestructuras escénicas. Las representaciones de interior se llevaron a cabo en el cine de Araia –que tuvo que ser acondicionado puesto que no cumplía la normativa vigente y el Gobierno Vasco lo tenía precintado–, más allá de que dos obras se pudieron ver en el antiguo polideportivo Arrazpi.

Imagen de 2003 de una escena de ‘Como en las mejores familias’. | FOTO: CEDIDA

Una escena de la nada

Desde el 96 en adelante, el pabellón se convirtió en la sede fija de los espectáculos bajo techo del festival, lo que suponía crear todo un teatro desde cero, un esfuerzo titánico y técnicamente complejo cuyo montaje era también todo un espectáculo en sí mismo. Esa tradición se mantiene hoy en el nuevo polideportivo, aunque las circunstancias son otras, bastante más propicias a la hora de trabajar.

Este espacio pero también el Prao o diferentes plazas y calles de Araia han sido protagonistas a lo largo de estos tres decenios de multitud de propuestas, incluso de representaciones a media noche o de la puesta en marcha de un anticipo del certamen dedicado a obras más arriesgadas. Ha habido ideas que son parte de la historia del evento y otras que se siguen desarrollando, como el circuito por otras localidades alavesas a lo largo de agosto con los espectáculos al aire libre, una iniciativa que se puso en marcha con este siglo.

Faemino y Cansado, Leo Bassi, Alexis Baldés, Pepe Viyuela, Trapu Zaharra, Les Funambules, Tanttaka, Millán Salcedo, Golden Apple Quartet, Els Joglars, Hortzmuga, Yllana, Familie Flöz, Charo López, Ron Lalá, Javier Veiga, Tartean, Pez Limbo... sin perder de vista éxitos como el de El florido pensil y Como en las mejores familias (que reunía a casi todo el reparto de la famosa serie 7 vidas, con Javier Cámara, Gonzalo de Castro y Blanca Portillo). El resumen se hace del todo imposible.

Sobre todo porque cada espectador, ya haya sido puntual o fijo en el certamen, tendrá su propio cartel de experiencias y recuerdos. Cada escena es diferente, máxime teniendo en cuenta que a lo largo de los años el festival ha ido creciendo no solo gracias al propio público de Araia y del resto del territorio alavés, sino que además cuenta con un flujo importante de habituales que llegan desde Gipuzkoa y Navarra de manera fundamental.

Puede que aquellos dos folios estuvieran a punto de quedarse en un cajón. Pero por fortuna para la cultural alavesa, se terminaron convirtiendo en una realidad que sigue escribiendo nuevas páginas. La más inmediata es esta trigésima edición que no solo sirve para celebrar lo vivido y compartir lo diseñado para este 2023. También es un momento de relevo en la dirección. Jaione Azkona toma el relevo de Txortas, una actriz y gestora cultural nacida en Araia que tiene en su memoria vital y artística no pocas obras vistas en el marco de la cita. Pasado y presente que vienen a garantizar un futuro entre risas.