El payaso ha perdido la nariz. Aunque detrás de esta sencilla frase hay más de lo que pudiera parecer en un principio. De eso y mucho más se va a hablar este sábado a las 12.00 horas en el Jardín de Falerina, donde el escritor Mikel Larretxi y la ilustradora Cristina Achiaga presentarán el cuento Gorri eta borobila. No estarán solos ante el público, eso sí, ya que en el encuentro tomará parte además la intérprete en lengua de signos Inés Argomaniz.

Como explican sus creadores, esta nueva obra gira en torno a la “gestión emocional ante la pérdida de un elemento distintivo”. Ahí aparece el mencionado payaso y lo que le sucede con su preciada nariz. “Sin embargo, es extrapolable a las pérdidas que vivimos a lo largo de nuestras vidas. La importancia de ser como realmente somos sin la necesidad de ponerte ningún disfraz. Keltxo y Kio vienen a recordar lo que Antoine de Saint-Exupéry ya gritó en El Principito: sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos”.

Un camino en compañía

La publicación del libro es el broche de un proyecto en el que la propuesta ha contado con la colaboración de la actriz y cuentacuentos Ane Gebara. También ha tomado parte el diseñador de sonido Gindi Auzmendi, en cuyas manos ha estado crear el audio-cuento correspondiente.

“La idea surgió desde las ganas de rodear el cuento de bonitos elementos”. Esta producción se grabó en Hala Bedi Irratia y Black Cat Studios, estudio de Javi Sevilla, según explica Larretxi, quien lleva más de diez años trabajando como profesor de Educación Infantil, siendo los cuentos ilustrados una de sus herramientas pedagógicas más utilizadas.

“Me gusta improvisar, dar paso a la imaginación, recorrer caminos que no esperas. Mis alumnos y alumnas son los más fieles compañeros de viaje en este mágico camino.”, comenta Larretxi. Así nació este cuento ilustrado, en un aula, rodeado de juegos de malabares, con niños y niñas de clase planteándose cómo recuperar la nariz perdida por un payaso.

Una vez llevadas al papel las palabras de esta historia, “había que acompañarlas con una ilustración” y en este punto apareció la ilustradora Cristina Achiaga, recuerda Larretxi.