Se verán en breve. La Joven Orquesta de Euskal Herria (EGO) está en plena cuenta atrás de cara a realizar su concentración anual de verano, que vendrá acompañada por una serie de conciertos que, como siempre, también tendrán parada en el Principal gasteiztarra. Entre sus filas, se encuentran siete intérpretes de Álava, seis de ellas mujeres, siendo una de las más veteranas en estas lides la flautista Marina Manterola. Casi debutante es la trompista Elena Angulo.

“Espero que me de tiempo a pasar algo de tiempo en Vitoria” sonríe, desde Rotterdam, Manterola. Allí sigue su formación desde el curso 2021-2022. “Vine por las profesoras de flauta que trabajan aquí. Siempre las había admirado y quería estudiar con ellas”. Ahora termina un nuevo año escolar, aunque todavía tiene que ofrecer algunos conciertos en Holanda y eso retrasará algo su vuelta.

Bastante más cerca sigue sus estudios Angulo. De hecho, en la concentración de la EGO va a estar como en casa porque se va a producir en la sede del Centro Superior de Música del País Vasco Musikene, donde ella se desarrolla como intérprete, más allá de que en sus planes está en un momento dado ir a estudiar también al extranjero. Ambas, por cierto, dieron sus primeros pasos en el Conservatorio Jesús Guridi.

El sello alavés de la EGO

En 2019, Manterola empezó su relación con la EGO. “Lo que más me aporta es un trabajo intensivo. Te da herramientas para luego, en un futuro, tener todo mucho más aprendido. En una joven orquesta se trabaja muy a favor y eso te ayuda a ganar experiencia”. El año pasado fue Angulo la que dio sus primeros pasos en la formación. “Sobre todo, busco un aprendizaje a nivel personal y conocer cómo se trabaja en una orquesta. Aquí se crea un ambiente muy familiar y puedes hacer buenas amistades. El tiempo que se está es muy intenso, se trabaja muy duro y también se conoce a gente. Profesionalmente está muy bien”.

Frente al público

Más allá del trabajo que se realiza de puertas hacia dentro está el encuentro con los espectadores. Aquí, la trompista admite que “todavía no he conseguido ese disfrute al salir al escenario sin nervios ni preocupaciones. Soy bastante nerviosa”, sonríe. “Siempre impone un poco actuar ante el público. La EGO te permite ganar experiencia y tablas para que cada vez lo puedas disfrutar más” señala, por su parte, Manterola.

Ambas tienen claro que su futuro profesional está en la música, más allá de que son conscientes de que no es un camino sencillo. “Parece que tocar en una orquesta es la única salida que existe, pero no. Hay que estar abierta a diferentes tipos de conciertos, grupos de cámara, colaboraciones con otros campos artísticos… y está dar clases”, dice la flautista. “Puestos a pedir, me gustaría tener una carrera de solista. Pero nunca se sabe dónde vas a terminar. Lo que sí tengo claro es que será dentro de la música”, apunta, en su caso, la trompista.