Recta final. La tercera edición de Komedialdia disfruta hoy de una penúltima jornada llena de alicientes tanto a pie de calle como en los escenarios a cubierto. La risa no para. No quiere. Ni tampoco puede. Están siendo unos días muy intensos para el festival de humor de Gasteiz y el público, pero todavía hay ganas y fuerzas para mucho más. Así se va a ver este sábado ya desde la mañana.

Iñigo Salinero en Abastos con su personaje Iñiga Salinera. | FOTO: PILAR BARCO

La sección Umorekalean se despide ya de la ciudadanía y lo hace desde el Casco Viejo, dispuesta a poner patas arriba a quienes pululen por el Mercado de la Almendra. Cuidado porque el nuevo personaje de Iñigo Salinero ya hizo de las suyas hace no mucho en Abastos, y tras un pequeño descanso, vuelve a la carga. Así, a partir de las 11.00 horas, Iñiga Salinera se hará carne por segunda vez, saliendo de ese campo de acción que hasta ahora solo había desarrollado en las redes sociales.

Un poco después, a las 12.30 horas, la atención se centrará en la plaza del Machete, donde se podrá ver Plast & Co. Mikel Hernández se convertirá en ese momento en un hombre que, al borde del colapso nervioso, decide cambiar su piso en la ruidosa ciudad por un caserío abandonado y perdido en las montañas. Su esperanza es encontrar allí la paz interior que tanto anhela, pero eso no va a ser tan sencillo.

Doble propuesta a la tarde

Tras tomar fuerzas, Komedialdia regresará por la tarde con dos citas bien diferentes entre sí en el marco de la sección Umoregune. A las 19.30 horas, en el Jesús Ibáñez de Matauco (centro cívico Hegoalde) se podrá ver De guindas a brevas.

Se trata de un collage de piezas de Tomás Afán Muñoz que conforman una obra dirigida por Carmen San Esteban e interpretada por un amplio elenco conformado por Mary Zurbano, Nacho Val, Txaro Mtez. Urizar, Tomás Galindo, Alicia Albarrán, Sonia Ruiz de Arkaute.

Justo media hora después, en el Félix Petite (centro cívico Ibaiondo), el turno será para Salva Reina, que presentará Prohibido echarle cacahuetes al mono. Se trata de un espectáculo de una hora y media con un monólogo de “antigua escuela con un personaje muy loco encima del escenario” hablando de cosas cotidianas mezcladas con asuntos de actualidad.