El director vasco Alejandro Súarez Lozano ha presentado esta semana en el Festival de Málaga su ópera prima, Kepler 6ºB, una fábula social que mezcla ternura y ciencia-ficción de fabricación casera para proponer al espectador una reflexión sobre lo mal que cuida la sociedad a sus ciudadanos más desvalidos.

Protagonizada por el actor vitoriano Karra Elejalde, que ha pasado por Málaga para apoyar el estreno en la sección Málaga Premier del certamen andaluz, la película cuenta unos días muy especiales de la vida de Jonás, un anciano que cree que está en una misión especial dentro de una nave cuando realmente está en su piso, en un edificio colmena en un barrio de la periferia de una gran ciudad.

“Jonás es una especie de Quijote sideral”, dice el actor gasteiztarra, “solo que en vez de molinos y gigantes, ve cucarachas y extraterrestres”.

El astronauta Karra Elejalde, en Málaga

“Jonás es una especie de Quijote sideral”, dice el actor gasteiztarra, “solo que en vez de molinos y gigantes, ve cucarachas y extraterrestres”

El anciano vive completamente aislado en su “nave espacial” que ha construido con sus manos y trozos de vida recogidos en basureros. Su única obsesión es defenderse de los alienígenas que llaman a su puerta: los que vienen a cobrar la luz o el agua, el de Hacienda, el del Ayuntamiento, el de la asistencia social, incluso su propio hijo, apunta Karra Elejalde.

La película induce a reflexionar “sobre las fases más débiles por las que pasa un ser humano, la adolescencia y a senectud"

En el mismo edificio también vive Zaida (Daniela Pezzotti), una jovencita cariñosa y de buen corazón que vive con su tío alcohólico (Jorge Bosch) desde que murió su madre. La niña hace el esfuerzo de entrar en el mundo de Jonás y encuentra en él “ese abuelo, esa figura paterna que necesita”.

“Y me ayuda muchísimo –añade Karra–. De alguna manera, mitiga mis penas y yo, que la considero una extraterrestre buena, acabo siendo esa otra parte que ella necesita”.

Para el gasteiztarra, la película induce a reflexionar “sobre las fases más débiles por las que pasa un ser humano, la adolescencia y a senectud, si eres longevo, en las que necesitan más atención”.

“En la actualidad esa desatención es palmaria, vemos a diario casos de adolescentes que sufren anorexia, bullying o que, con toda la inocencia, le mandan al chico o la chica que les gusta una foto en bolas y acaba en las redes, o lo enseña en clase, hay malos tratos... Hoy se suicidan adolescentes”, se lamenta el protagonista de Ocho apellidos vascos.

El actor Karra Elejalde posa durante la presentación de la película "Vasil" en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) NACHO GALLEGO

Abandono

Y los mayores, agrega, “en qué estado los tenemos. Cómo avanza la sociedad, cómo somos de impersonales, cómo somos. Por no hablar del libre mercado y los desahucios y cómo afecta todo eso a personas que están en su senectud o que están en el peor momento. No es un alegato, ni un panfleto, pero sí que invita a reflexionar”.

Elejalde, que es un actor minucioso y detallista con todos y cada uno de sus papeles –sean comedia, drama, grandes o pequeños, dice, “los abordo con el mismo rigor”– suele documentarse antes de encarar un papel. Ya lo hizo antes de convertirse en Juan en La vida padre, un hombre con síndrome de Korsakoff (una enfermedad mental con pérdidas de memoria que afecta sobre todo a pacientes que abusan del alcohol y las drogas).

Kepler 6ºB hace un homenaje a Orwell y Asimov, y contiene referencias al El Principito, aunque sobre todo tiene mucho de “cervantino, de locura quijotesca”

En el caso de Jonás, Elejalde cree que el cerebro del enfermo “busca un lugar de confort”, tiene sin duda algo de Diógenes y su reacción de inventar otro mundo es su modo de desconexión en situaciones de shock, como pudo ser la muerte del hijo o de la mujer. “Su cerebro hace crack y se le va la pinza, porque no ha podido superar el miedo”.

Kepler 6ºB hace un homenaje a Orwell y Asimov, y contiene referencias al El Principito, aunque sobre todo, opina Elejalde, tiene mucho de “cervantino, de locura quijotesca”. De hecho, confiesa que su mayor reto –aún lo espera– sería interpretar al Quijote.

“Si tuviera dinero para hacerlo, dirigiría un Quijote, protagonizándolo yo, claro. Es más –dice muy en serio el actor vitoriano– si alguien hace el Quijote, que me llame, que yo adelgazaría hasta quedarme esquelético como en el Holocausto por hacer el Quijote”.