Con el taller inaugural y la primera actuación de cara al público de la mano de Virginia Imaz comienza este fin de semana la andadura de la Escuela Feminista de Artes Escénicas, una iniciativa que nace en tierras alavesas de la mano de Zahira Montalvo (Kancaneo Teatro). Hasta mayo, el espacio cultural de Ozaeta acogerá cuatro sesiones formativas –la primera ya está sin plazas– y otras tantos encuentros con la ciudadanía.

"Hay nuevas creaciones que es bueno que hablen del movimiento social y feminista"

¿Por qué es necesaria la escuela?

–Porque hay que repensar desde dónde estamos haciendo nuestras creaciones artísticas. Es importante formarnos desde una mirada feminista y compartirla con compañeros y compañeras para que el punto de partida sea más amable con respecto a lo que estamos acostumbradas a encontrar en el mundo de las artes escénicas. Hay textos que se usan, que son de hace mucho tiempo y que ya no atraviesan la realidad del hoy. Y hay nuevas creaciones que es bueno que hablen del movimiento social y feminista, sobre qué personajes son protagonistas de esta historia, qué es lo que cuentan. Pasa, por ejemplo, en el humor. Hay uno que se ha quedado antiguo y que sigue funcionando en las programaciones más comerciales, aunque realmente muchas de las personas que nos dedicamos a esta profesión no nos sentimos identificadas con eso.

Más allá de que la iniciativa siga en el futuro, ¿qué tiene que pasar en esta primera edición?

–En realidad, de una manera u otra, muchas de las compañeras, algunas de las cuales están implicadas en este proyecto, llevamos haciendo este trabajo desde hace un tiempo de manera individual. La apuesta ahora es generar un espacio de encuentro tanto de pedagogas como de personas que están formándose, para que ambas partes tengan un punto de referencia. No es fácil encontrar espacios así y la idea es crear un referente a nivel estatal. Es generar un lugar de encuentro en el que converjan todas las experiencias que vamos teniendo quienes nos dedicamos al teatro desde esta perspectiva.

Lo cierto es que esta nueva experiencia arranca con el primer taller ya lleno.

–La participación está siendo brutal. Desde luego, está superando las expectativas que teníamos cuando empezamos a desarrollar el proyecto el verano pasado. Ahí fue cuando comenzamos a cimentar esta idea. Esta respuesta está siendo un termómetro de la gran necesidad que hay de algo así. El primer módulo está lleno y los otros tres tienen el 50% de sus plazas ya ocupadas. De hecho, incluso me está escribiendo mucha gente que no se dedica a las artes escénicas para felicitarme por la iniciativa del proyecto.

"Hacemos un teatro universal, más allá de que tenga una temática concreta, y todo el público puede ser invitado a ver lo que se hace"

Se entiende, por lo general, que la cultura debería estar siempre a la vanguardia de todo.

–Sí, y no digo que en este caso no haya personas y compañías que estén trabajando mucho en este camino. Bueno, estamos. Pero sí que es verdad que a veces nos quedamos en circuitos más alternativos o reducidos. Por ejemplo, hay algo que nos pasa y que comentamos mucho entre las compañeras que nos dedicamos a esto: tienes, como nos pasa a nosotras, un trabajo que habla de la menstruación y te llaman solo desde departamentos o áreas de Igualdad. Pero tú sabes que es una propuesta que es muy interesante que llegue a todos los públicos. No se trata de hagamos teatro para mujeres o teatro para mujeres feministas. Hacemos un teatro universal, más allá de que tenga una temática concreta, y todo el público puede ser invitado a ver lo que se hace. Hay una transformación en lo que queremos contar.

Existe, y esto es así, una parte de la sociedad que siente un rechazo casi visceral hacia todo lo que implica la palabra feminista.

–Sí, sí, existe un rechazo potente. Precisamente por eso queremos darle importancia a la palabra. Al principio tuvimos dudas de si poner Escuela Feminista de Artes Escénicas o Escuela de Artes Escénicas Feministas. ¿Hay artes escénicas feministas o hay un feminismo que acoge a las artes escénicas? Al final optamos por la primera opción porque nos interesa mucho el proceso y el cómo se genera, no solamente el conocer técnicas o recursos que nos lleven a que nuestras artes escénicas sean cada vez más feministas. Lo que buscamos es hacer ver que es algo transversal, algo que atraviesa nuestras vidas y también el arte.

Por cierto, ¿cómo es el encuentro con Garaion?

–En Kancaneo Teatro, que es mi compañía, llevamos tiempo trabajando con Garaion. Es un espacio que siempre nos recibe muy bien. También cumple las condiciones que nos planteamos con estos encuentros, es decir, que nos permite ese lado convivencial, no solo el formativo. Nos arropa para generar redes, ofreciendo un espacio amable y cuidado. Aunque yo vivo en Valencia de manera habitual, sí que es verdad que Euskal Herria es nuestra segunda casa. De ahí también la apuesta de hacerlo allí, y allí seguiremos en principio.

Aquí también se van a realizar las representaciones abiertas al público, que quieren ser además una forma de apoyar, desde un punto de vista económico, esta primera edición de la propuesta.

–Sí. Queríamos que hubiera actividades que acogieran a público en general y todos los viernes de los fines de semana de formación van a actuar las pedagogas invitadas. La idea es, además, no solo ver su trabajo, sino también generar un encuentro, una charla sobre su práctica escénica. Todo esto en un proyecto autogestionado, que hemos montado con nuestros recursos, y la asistencia de público también es una forma de financiar que la escuela nazca.