En Gasteiz, público y músicos se tomarán la última el próximo 6 de enero. Hoy, eso sí, tocará volver a encontrarse en el BEC de Barakaldo. Todo ello después de la gran fiesta que se vivió ayer en el mismo escenario vizcaíno, donde más de 16.000 personas disfrutaron sin nostalgias pero con mucha emoción de la primera de las actuaciones con las que Hertzainak se despide para siempre.

Por supuesto, nada fue como aquella Nochevieja de 1981 en la que la formación hizo su debut en la capital alavesa. Ni como en la interminable lista de conciertos que vinieron después, hasta que en el 93 se decidió parar. Ni los músicos, ni el público, ni el contexto general permanecen iguales. Todo ha cambiado y, sin embargo, estos Hertzainak de 2022 consiguieron hacer pensar a más de uno que tampoco ha pasado tanto tiempo.

Por eso hubo quien se desgañito cantando Pakean utzi arte y Eh txo!, sintió escalofríos en la piel cuando empezó a sonar Esaiok, echó alguna que otra lagrimilla con Aitormena... y así con Larru beltzak, Si Vis Pacem, Parabelum, 564, Hertzainak y un buen puñado de canciones que hace ya mucho que no pertenecen a la formación, que son parte de varias generaciones, tanto las que los conocieron en su momento como, aunque parezca mentira, de las actuales.

Así se vio claramente de hecho entre el personal presente en el recinto vizcaíno. Porque sí, no eran los jóvenes los más numerosos, pero no dejó de llamar la atención la cantidad de familias –progenitores cincuentones y vástagos veinteañeros, más o menos– que compartieron con los Hertzainak esta primera parada de su adiós. Ez dago ilusoi faltsurik, Guantanamera, Egunetik egunera... es que se podrían haber hecho tantos listados de canciones diferentes para estos conciertos, que seguro que alguien ayer mismo echo en falta algo, pero es que no todo se puede resumir en una sola noche.

Por supuesto, Josu Zabala, Gari y Txanpi –con la compañía de Bingen Mendizabal– no estuvieron solos ni antes de su actuación ni durante la misma. Por el BEC pasaron, por ejemplo, Xabi Aburruzaga, Aiora Renteria y Joseba Tapia, sin perder de vista Alos Quartet, a un gran Txapi al txistu y a otros amigos y compañeros con los que compartir unas actuaciones que también quieren ser una puesta en valor de la cultura vasca, del euskera y del camino recorrido hasta hoy.

Es verdad que no fue como aquellos bolos entre el humo de los cigarrillos (bueno, esto sería matizable) y la rebeldía de una juventud que no tenía claro que se pudiera hacer rock o ska en euskera y muchísimo menos desde Vitoria. Muchas cosas son diferentes y no hay que perder de vista que el paso del tiempo dulcifica los recuerdos. Pero en este primer concierto dio la sensación de que muchos de los presentes consiguieron reencontrarse con ellos mismos a través de unas letras que, en muchos casos, han aguantado a la perfección el paso de las décadas. Por eso, cuando pasada la medianoche, todo se acabó, fueron unos cuantos los que abandonaron el recinto con la sensación de que se estaban quedando con ganas de más y eso que más de uno se fue sin cuerdas vocales. También los que no vivieron aquellos años en persona pero que ahora están pudiendo quitarse la espinita.

Sin mucho tiempo para el descanso, este sábado el BEC volverá a citarse con la banda gasteiztarra. Eso sí, aunque se repetirán canciones y lleno, de nuevo con más de 16.000 personas, todo será diferente, para empezar por los invitados esta vez, un listado entre los que estarán nombres como Eñaut Elorrieta, Petti, Bixente Martinez, Rafa Rueda, Rufoh Beatbox y Olaia Inziarte, entre otros. Será, sin duda, una noche mágica y para el recuerdo. La penúltima antes del cierre definitivo que se vivirá en la capital alavesa.