Fue en 1968 cuando se estrenó Faces, una singular película de John Cassavetes. Triunfó en el Festival de Venecia y consiguió tres nominaciones a los Oscar, a pesar de que su forma de contar esta historia sobre el “fracaso del éxito” de la alta sociedad norteamericana de la época rompió con unos cuantos moldes, sobre todo por el uso de la cámara a la hora de narrar. De la pantalla a la escena, en plena pandemia y desde tierras vascas, se ha realizado una adaptación al teatro que este sábado se va a poder sobre las tablas del Félix Petite.

La cuadragésimo séptima edición del Festival Internacional de Teatro de Gasteiz, aunque todavía tienen mucho que mostrar, se despide de esta forma del escenario del centro cívico Ibaiondo, donde el encuentro con el público se producirá a partir de las 19.30 horas, quedando todavía entradas disponibles.

“Es curioso porque los protagonistas se están todo el rato riendo, pero el público no. Ríen muchísimo, pero es una risa fría”, avanza Alex Gerediaga, encargado de la adaptación y la dirección de esta producción del Arriaga bilbaíno a la que dan vida Felipe Loza, Arrate Etxeberria, Miren Gaztañaga, Jon Ander Urresti, Maria Urcelay y Txubio Fernández de Jáuregui.

Fondo y forma

Como este último explica, “todo empieza como una conversación de borrachos en la que, en todo momento, tienes la sensación de aquí va a pasar algo”, una charla protagonizada por un matrimonio cuyos integrantes quieren lanzarse a nuevas aventuras amorosas para, tal vez, reencontrarse a sí mismos. “Lo que vamos viendo son pedazos de vida contados a través de conversaciones infértiles”, apunta el directo, a lo que el actor vitoriano añade que “nos vamos encontrando con rostros, con máscaras que se van rompiendo para mostrar la supuesta verdad”.

Película y versión teatral comparten fondo. Otra cosa es la forma, puesto que en el trabajo en la pantalla, sobre todo ante la falta de recursos, Cassavetes optó por una manera de contar “en la que la cámara se usa de manera muy perturbadora”. Asumiendo que era imposible trasladar al completo esas sensaciones a un espectáculo teatral, Gerediaga describe que “sí hemos pregrabado algunas escenas para proyectarlas en el escenario, pero son momentos muy escogidos” y significativos de la historia.

“Ha sido complicado llevar la película al teatro, pero estamos muy contentos porque creemos que es un buen homenaje al filme” que va a sorprender a quienes ya conocen la película original, y, por supuesto, a quienes todavía no la han visto, aunque a buen seguro la obra les supondrá un reclamo imposible de dejar a un lado. “Es poner el foco en la pesadilla después de lo que se llama el sueño americano”, dice el intérprete gasteiztarra, un contexto tan válido en aquel final de los años 60 como en la actualidad.