Con Live in San Javier 2021, Matthieu Saglio está de nuevo en gira, en un tour que le va a llevar este mismo año por diferentes ciudades y países. En ese camino, hay una parada obligada en Vitoria. La que se va a producir este mismo sábado 4 de junio a las 19.00 horas en el aula magna del Conservatorio de Música Jesús Guridi. Junto a su cuarteto -completado por Steve Shehan (percusión), Christian Belhomme (piano) y Léo Ullmann (violín)-, él será el protagonista de la última cita de la decimosexta edición de Ondas de Jazz. Todo lo recaudado en taquilla -todavía quedan entradas disponibles- se destinará a apoyar a la asociación de familiares y amigos de personas con Alzheimer y otras demencias de Álava (Afaraba) y a la asociación alavesa de Esclerosis Lateral Amiotrófica (Adela Araba).
Puede parecer extraña la decisión de grabar un disco en directo en 2021, en plenas restricciones precisamente para los conciertos por la situación sanitaria.
-Hay dos cosas importantes en la decisión de hacer este disco. Por un lado, hacía tiempo que quería grabar un álbum en directo con este cuarteto. Quería que quedase constancia de cómo sonaba el repertorio del trabajo anterior revisitado en la forma del cuarteto. Lo que pasa es que para hacer algo así siempre estás un poco a la espera del sitio, de encontrar el lugar adecuado. Se presentó la posibilidad de San Javier, donde además me propusieron hacer algo todavía más especial contando con invitados. Así que sabía que era la oportunidad que estaba buscando. También, por otro lado, estaba lo que has dicho. Me hizo gracia que fuera un disco en directo justamente en un momento en el que había tan pocos directos. Fue un momento en el que se publicaron muchos álbumes de estudio realizados por diferentes músicos durante el confinamiento y el principio de la pandemia, cuando estábamos más en casa. Y a mí me hacía gracia que el mío fuera un disco en directo.
De hecho, su anterior referencia, ‘El camino de los vientos’ salió justo en abril de 2020.
-Sí, en plena pandemia. A tope (risas). Evidentemente fue un momento muy duro para mucha gente y también para los músicos. Pero la recepción que tuvo ese disco fue como un rayo de sol en medio de esta oscuridad. Cuando el álbum salió tuvo muchas críticas muy, muy buenas en diferentes países. Además, hubo mucho movimiento en Spotify.
Esta misma semana arranca la gira de presentación del disco en directo, siendo Vitoria la segunda parada que tiene en la agenda. Es su debut en la capital alavesa, ¿verdad?
-Sí. En la ciudad he estado en ocasiones anteriores, pero nunca tocando, la verdad.
Después llegan viajes no solo por la península sino también a países como Francia, Alemania, Austria y Holanda. ¿Recuperando ya la agenda normal?
-Volvemos a viajar y a los conciertos con una alegría especial porque han sido dos años realmente dificilísimos. Es verdad que en este tiempo hemos tenido concierto y algunos muy interesantes. Pero es cierto que ha habido muchos parones y tenemos mucha ilusión de volver a la carretera y a los escenarios. Espero que sea una vuelta a la normalidad que siga así. Pero también te digo que hemos aprendido a ser muy cautos. Cada concierto que se puede hacer es una alegría.
El término jazz no deja de ser muy genérico. ¿Qué se va a encontrar quien acuda a verle y escucharle este sábado?
-En nuestra propuesta hay jazz porque está la libertad, la improvisación y algunas cosas de armonización. Pero también tenemos un pie en el clásico por mi formación académica y por la presencia del violín y del violonchelo con el piano. A veces suena a clásico, otras a músicas del mundo, otras... Es que, realmente, este cuarteto se concibió para eso, para tener esa posibilidad de jugar entre jazz, clásica y músicas del mundo.
Como líder de una formación de jazz, no suele ser muy habitual encontrarse con el violonchelo.
-Bueno, el violonchelo siempre se ha asociado más a la música clásica y ha tardado en abrirse a otras músicas. Ha tardado más que el violín, por ejemplo. Pero creo que desde hace diez o quince años empieza a haber una dinámica en la que cada vez hay más violonchelistas abriéndose a más cosas.
El directo tiene una magia que es irrepetible. ¿Cree que han conseguido trasladar eso al disco?
-Creo que sí. Me gusta mucho cómo suena este disco y pienso que refleja mucho la magia del directo, que es, de hecho, el objetivo que tenía. Es verdad que, a parte de que suene a directo, un concierto tiene algo visual, palpable, que es único. Nunca habrá algo que pueda reflejar eso. Pero aún así, creo que este álbum es bastante fiel a cómo sonamos. Es una foto de este momento.
Por cierto, ¿cómo se llevan el músico y el compositor?
-Se llevan bastante bien los dos, de momento (risas). Siempre me ha gustado componer todo o parte de los repertorios de mis diferentes aventuras musicales.