Aunque hace ya tiempo que no regresa por estas tierras, en citas como el Festival de Teatro de Humor de Araia o KaldeArte, Gromic ha dejado sobradas demostraciones de su capacidad para generar grandes e imparables dosis de humor sin decir ni una sola palabra. El próximo día 28, gracias a la segunda edición de Komedialdia, el artista belga Michaël Gueulette regresa con su espectáculo Maaagia, que se podrá ver a partir de las 19.00 horas en el teatro Jesús Ibáñez de Matauco (centro cívico Hegoalde), estando ya las entradas a la venta a través de la página web del festival de humor de la capital alavesa. Que esta vez la propuesta sea en un espacio cerrado en vez de en la calle, eso sí, no cambia el público objetivo. El personaje sigue reclamando la atención de todo tipo de espectadores, también de aquellos más jóvenes, a partir de seis o siete años.

Poco a poco se va recuperando un aspecto de normalidad en los espectáculos culturales tras estos más de dos años de pandemia. ¿Cómo lo está afrontando desde un punto de vista profesional?

-La verdad es que durante este tiempo he tomado la elección de casi no actuar, más allá de los contratos que ya tenía. Soy bastante crítico con lo que está pasando. A mis espectáculos vienen muchas familias con niños. Para ellos y ellas es importante que su cerebro se oxigene y de verdad que no entiendo la justificación por la que tenían que llevar lo que yo llamo bozal, que es algo que les impide respirar. No le he encontrado sentido a ser cómplice de lo que para mí es una barbaridad o una tortura. No sé cómo decirlo de una manera educada. Por eso el primer año llevé a cabo algunos contratos que ya tenía cerrados antes, pero luego paré toda contratación mientras los niños tuvieran que llevar el bozal.

Así que ahora estará recuperando agenda.

-Poco a poco, sí.

En esa vuelta llega la cita con Komedialdia. Va a ser diferente a otras veces en Álava, porque en esta ocasión no actúa en la calle sino en un teatro. ¿El espacio marca o da igual si se está al aire libre o bajo techo?

-Cada contexto es diferente y hay que saberlo. No tienes payasos que son buenos en varios sitios como la calle, el teatro, el circo, en un barco que hace un crucero o en una fiesta privada. Son contextos diferentes que tienen sus propias dinámicas. Eso tienes que entenderlo y, sin saberlo, te vas especializando en un tipo de situación.

¿Qué se encontrará el público que acuda a ver 'Maaagia'?

-Se va a encontrar con una obra de humor sin palabras, sin una demostración técnica, sin mucho material y con un humor blanco. No es un humor de pipí y caca, o de sexo o de burla o cosas por el estilo. Ahí están los principios con los que yo creo mis espectáculos.

Son montajes que siempre tienen el mismo protagonista, que es Gromic. ¿Lo importante es el personaje, no tanto si se narra algo en cada propuesta?

-Para el público es el personaje. Pero para mí, depende mucho de lo que hago. Se dice que el payaso puede hacer cualquier cosa, pero eso no significa que cada persona que está detrás del payaso pueda hacer cualquier cosa. Es un matiz importante. Cada uno tenemos nuestro ámbito, nuestras capacidades y características. No todo le funciona a todo el mundo. Puede que quiera hacer lo que le veo a un compañero, pero sé que no me saldría. No soy él. Por eso tienes que ser creador en este ámbito.

¿Qué cree que define a Gromic, qué le hace distinto?

-Es algo que a mí se me escapa. Cuando me establecí en Barcelona, fui a actuar a un restaurante habituado a proponer espectáculos, un sitio llevado por un cómico. Me acuerdo de una vez que bajé del escenario. La función había ido muy bien. Y él me dijo que lo que más le gustaba de Gromic era que era tierno. En ese momento, yo lo vi como una bofetada porque yo quería ser el cómico más grande del mundo. Pero en esa época, creo que era 2006, hablar de ternura, de poesía o de cosas así sonaba a flojo. Sin embargo, el paso de los años me ha hecho ver que en el feedback del público siempre encuentro ese tema de la ternura. Pero no pretendo ser tierno. Muchas veces veo espectáculos en los que para tener un momento poético o de ternura, te ponen una musiquita o algo por el estilo, y sientes que te manipulan, por así decirlo. Yo no pretendo ser tierno. No hago nada para ello, no lo fuerzo. Y sin embargo, es lo que me llega de los espectadores, que aprecian que en lo que hago hay una mezcla de risa y ternura.

Es complicado hacer reír, pero conseguirlo sin utilizar ni una palabra parece casi un milagro.

-Es verdad, puede parecerlo de alguna manera.

¿Cómo se hace?

-Pues te va a sorprender la respuesta pero la verdad es que eso no se hace. La risa está en el ojo del espectador, no está en mí. No te puedo decir que te rías, no funciona así. Muchas veces hay artistas que se confunden con esto y se bloquean. Y como se bloquean, los espectadores lo sienten, se ríen menos y se sienten manipulados, como te decía con la musiquita emotiva que se pone adrede pero no es necesaria para tener ternura. La emoción, y esto no lo digo yo, está dentro del cuerpo del espectador.

"No pretendo ser un payaso tierno. No hago nada para ello, no lo fuerzo. Y, sin embargo, es lo que me llega de los espectadores"

"Paré toda contratación mientras los niños tuvieran que llevar el bozal; para ellos y ellas es importante que su cerebro se oxigene"