Las entradas ya están a la venta. La cuenta atrás está en marcha. Dentro de la apretada agenda de Madame Señorita siempre hay hueco para volver a la ciudad natal de la creadora e intérprete que está detrás, Paula Valluerca. Esta vez, es la segunda edición de Komedialdia, que se celebrará del 24 al 29, la que reclama su presencia en el Félix Petite (centro cívico Ibaiondo), donde se podrá ver su última producción, Quest!on. Así pasará el día 25 a partir de las 20.00 horas. Aunque seguro que antes o después habrá tiempo para saludar a familia y cuadrilla. “Siento mucho apego”.

De su última actuación en Vitoria, de la mano de La Monstrenka, han pasado tres años y una pandemia.

-Yo no he parado. He trabajado y he actuado, menos durante el confinamiento, todo el resto del tiempo. De hecho, Quest!on se ha movido muchísimo con público con mascarilla. Estuve en la Escuela Navarra de Teatro e hice como siete u ocho representaciones. O fui a Málaga y estuve tres meses en el Teatro Lara, aquí en Madrid. Bueno, y más. La verdad es que no he parado.

Vamos, que igual ahora le resulta hasta extraño verle la cara al público después de tanto tiempo.

-(Risas) Es algo que estaba deseando. Bueno, supongo que todos. Hace poco estuve actuando en Murcia y la gente todavía llevaba mascarilla. De todas formas, la risa buena, la que sale cuando de verdad estás conectando con el público, es esa en la que se mueve el cuerpo entero. Cuando ves que a los espectadores se les mueven los hombros, ahí sabes que has conectado (risas). Si botan estando en sus asientos, es buena señal. El pasado domingo actué con otra propuesta y junto a un grupo en el que estoy por primera vez sin las mascarillas entre los espectadores, pero no fue para nada chocante. Fue mucho mayor el shock cuando actué por primera vez ante gente con mascarilla. Me daba pena.

En el caso de Komedialdia, por fin la gente podrá enseñar la mejor de sus sonrisas ante un espectáculo en el que el público se va a encontrar con...

-Se van a encontrar con una tía que tiene un montón de ganas de jugar con ellos, de rozar un poco el límite de la gamberrada y de conectar, de formar parte. Busca ser amada y compartir ese amor con el público. Es alguien con ganas de crear una experiencia de amor, de libertad, de irreverencia y de ternura.

Parecen conceptos complicados en estos tiempos.

-La mayoría de las ocasiones, este personaje conecta con el público porque la gente tiene ganas de jugar y entiende el espacio que se crea en la función como un limbo, algo que está fuera de la realidad. A mí la realidad no me gusta. El teatro me evade y presento esa alternativa al público. Creo que quienes vienen a verme entienden que en ese espacio y en ese momento todo es posible, y que todo lo que nos aburre del mundo exterior, se queda fuera.

¿A qué obedece el título, qué es esa pregunta a la que hace referencia?

-Habla de la batalla con una misma y con su auto-boicot e inseguridades. Por eso pregunta, por eso Quest!on. El personaje le da la vuelta y hace ver cómo nos complicamos la vida, cómo somos nuestro peor enemigo y qué ridículos somos. Ahí surge la conexión con el público, porque todos somos un poco así.

Madame Señorita es un personaje con el que lleva ya unos años, pero ¿por qué mantenerlo como su nombre artístico y el de su compañía, por qué no presentarse como Paula Valluerca?

-Porque quiero hacerle un tributo a esa estudiante de creación de teatro que se lanzó a las noches de comedia de Londres como Madame Señorita. Me hace mucha gracia pensar en mí como una persona de 23 años que se llama a sí misma Madame Señorita y se lanza a improvisar para intentar que la gente se ría. La compañía se merece un tributo a esa apuesta porque Paula Valluerca no es tan interesante para mí como Madame Señorita.

Una compañía casi unipersonal en la que hay que hacer de todo, desde la creación del texto hasta, no sé, la distribución. ¿Un poco esquizofrénico?

-Sí, totalmente. Por eso también esa dualidad entre Madame Señorita y Paula Valluerca. En el caso de Quest!on somos yo con mi duda. Siempre somos dos. En todo está presente la dualidad. Esa visión de empresaria, distribuidora y productora tiene que convivir con la de la artista, con esa parte gamberra, libre, dramática y bohemia que tengo. El trabajo que llevo haciendo desde hace años es que ambas partes estén más integradas, pero no siempre es fácil.

En ese camino personal y profesional lleva ya un tiempo lejos de Vitoria.

-Creo que como unos 15 años. Me fui de Vitoria a los 17 para ir a estudiar a Salamanca, pero a los dos años decidí irme porque no estaba haciendo nada con mi vida. Llegué a Pamplona y ahí empezó lo de verdad porque me fui a formar a la Escuela Navarra de Teatro y de ahí a Londres y ahora en Madrid.

“Cuando ves que a los espectadores se les mueven los hombros, sabes que has conectado. Si botan estando en sus asientos, es buena señal”

“El personaje de ‘Quest!on’ hace ver cómo nos complicamos la vida, cómo somos nuestro peor enemigo y qué ridículos somos”