Su abuela, su padre y ahora ella. Solo hablar del antiguo balneario de Kuartango en donde tiene su nueva oficina daría para mucho. Pero la agenda de María Santórum Alaña está apretada. En este lugar, dentro del proyecto que se ha venido a llamar Kuartango Lab, la autora de Leyendas y Banderas y Réquiem por Pangea ha puesto en pie la editorial Uzanza.
Es un proyecto que ya venía madurando, pero en pandemia y con todo lo que está pasando puede parecer que crear una editorial es un tanto kamikaze.
-Puede parecer así, me lo ha dicho alguna gente, pero de verdad que una vez que te lo planteas y ves la inversión, lo que haces no es distinto a lo que ha hecho, por ejemplo, la persona que ha abierto un bar. No deja de ser un negocio. También es cierto que hay mucha gente que no sabe que yo fui diez años directora financiera de 14 sucursales en Inglaterra. Es decir, a mí la parte de negocio no provoca ningún pampurrio. Me pasa lo mismo con lo de vender, lo de los impuestos, lo de las contabilidades o lo de buscar librerías o proveedores. Es algo que tengo asimilado. Partiendo de esa base, lo que te sucede si montas un bar o una editorial es similar: los precios suben para todos. Sí que puede parecer una locura si no se me conoce. Mi sueño era publicar una novela y de dedicarme a los libros. Esa última parte puede desarrollarse de diferentes maneras. No tengo la ambición de ser una grandísima editorial internacional. Las cosas se hacen con cabeza. Quiero ser una pequeña editorial tradicional alavesa con un número de publicaciones anual comedido, sobre todo al principio, y con tiradas también comedidas. Sin salir de Álava tenemos el ejemplo de editoriales así como Sans Soleil. Y si miramos a otras partes podemos encontrar varios casos del mismo tipo, equipos editoriales de entre cuatro y seis personas que trabajan bien y a los que les da lo suficiente como para seguir y vivir de lo que quieren. Partiendo de eso, el proyecto no lo veo kamikaze, sí razonable. Puede haber un punto de pequeña locura, pero es que de verdad quiero dedicarme a los libros y no quiero llegar a viejita sin intentarlo.
¿De dónde surge el impulso concreto de la editorial?
-De la tercera o cuarta vez que hablé sobre mi camino como escritora con una persona con la que contacté a través de las redes y que lleva más de 25 años en la edición. Ahí empezó una reflexión sobre eso que te comentaba de que dedicarte a los libros tiene diferentes maneras de llevarse a cabo. Eso coincidió con otro momento. Cuando eres un escritor autónomo, facturar es muy complicado y hay muchos trámites que se vuelven difíciles. En ese momento pensé que me encantaba escribir pero también montar libros, que me atraía el proceso completo. Y pensé que podía ser una manera de dedicarme a los libros. No me va a dar tiempo físico a escribir todo lo que me gustaría leer. Leo hasta los botes de champú desde que era pequeña. Estoy siempre en ello. De hecho, ya estamos trabajando con la primera publicación de la editorial, que va a ser un libro infantil que me gusta muchísimo. El estar con la autora, el tratar con el ilustrador, el hacer todo el camino... es que me gusta, me atrae. Por supuesto, tienes que tener las cosas claras. Es decir, eres una editorial pequeña pero eso no quiere decir que no puedas hacer camino y funcionar. San Soleil es en Álava el más claro ejemplo, como te decía. En este territorio podemos funcionar las dos a la perfección. En mi caso, yo me voy a dedicar sobre todo a la ficción.
Ahora que menciona esto, ¿qué tiene que definir a la editorial?
-Para los lectores, me gustaría que fuera un sitio en el que encontraran libros que aporten, que no sean meras historias, que es algo también válido, por supuesto. Me refiero a que, por ejemplo, en el libro para los pequeños vamos a crear material extra que va más allá de lo que esperas de un cuento. Y que si publicamos una novela para jóvenes, algo de adolescentes y amores, pueda dejar algún tipo de poso. Que los lectores vengan y digan: mira qué cosa más interesante. Para los autores, me gustaría ser un espacio de acompañamiento real. Somos una editorial tradicional, no vamos a cobrar. Funcionamos de una manera tradicional. ¿Qué significa eso? Es una forma que tiende a ser muy dictatorial en algunos casos, con editoriales que lo deciden todo: la portada, lo que cortan... No quiero eso. Apuesto por el acompañamiento a los autores, que es algo muy importante para los escritores. El dinero lo voy a poner yo, a nadie se le pide nada, pero el proyecto tiene que ser en conjunto, que sea por una colaboración real. Y además me gustaría ser agente cultural, no solo vender libros. Estoy pensando, por ejemplo, en impulsar algún tipo de concurso de relatos a nivel alavés. Hay muchos amantes de las letras y creo que desde la editorial podemos aportar algo más.
¿Cuándo maduró el proyecto?
-Después de publicar Leyendas y banderas e intentar distribuirlo como autora, empezó a tomar cuerpo la idea. Además, llegó la pandemia y ahí fue cuando tuve más tiempo para reflexionar sobre cómo hacía la transición de mi actualidad de ese momento a dedicarme por completo a los libros. El año pasado no dije nada porque estaba trabajando para tener todo en su lugar, de manera que pudiera anunciar el nacimiento de la editorial ya con los deberes hechos a nivel interno, lo que incluye también conformar un equipo de personas para trabajar en esos puntos narrativos que no domino tanto. Tengo muchísima experiencia y conocimientos en unos géneros, pero no en otros. Necesitaba tener todo en su lugar antes de salir públicamente. Ahora ya está todo en su lugar.
¿Qué primeras reacciones está encontrando?
-Al principio hay mucho de: ¿pero a dónde vas? (Risas). Pero es que siempre he sido así, si he tenido un objetivo, he ido a por él teniendo las cosas muy claras. Y quien me conoce sabe que soy de libros. Cuando era adolescente me tenían que ir a sacar de casa porque me decían que tenía que salir con mis amigas, que no podía estar todo el día pegada a un libro. Esa pasión ha estado desde el primer día. Mi padre, que es un hombre de letras, me dijo que creía que tenía experiencia suficiente en varias cosas como para al menos hacer el intento de la editorial. Eso me tranquilizó. Toda vez que la historia ha ido para adelante, me estoy encontrando con gente muy emocionada aquí en Kuartango. Ya sabes cómo somos, peor que los bilbaínos (risas). Cuando ves a la gente aquí con esa emoción, con el apoyo, te vienes todavía más arriba.
¿Próximos plazos?
-Vamos a ir tanteando porque las decisiones no son las mismas dependiendo de las publicaciones que decidamos hacer. No es igual un thriller como los míos, de los que pesan un kilo, que un pequeño libro de divulgación, por ponerte el caso. Sí que, desde el punto de vista contable, está todo milimetrado. Creo que necesitaremos hacer entre cinco y siete publicaciones al año. Me gustaría que fueran más, pero estamos en los comienzos. La recepción de manuscritos se hará por plazos. Es decir, habrá ventanas para recibir, no se podrá mandar en cualquier momento. Es necesario hacerlo así por un tema organizativo. Por ejemplo, esta semana hemos estado con literatura juvenil y fantasía. La próxima recibiremos thriller, misterio, suspense y policial. Entre las tres personas que estamos ahora, hacemos una criba inicial.
No deja de ser una editorial que nace en Kuartango. ¿Se centrará en autores más cercanos?
-Me gustará que haya muchos autores de Euskal Herria, pero no me voy a centrar en esto. Por eso el camino es un tanto diferente al resto de editoriales vascas tradicionales. Hay editoriales en España que se asemejan a lo que quiero conseguir, pero en la zona norte no hay casi ninguna. Las editoriales vascas, salvo alguna excepción, no tienden a salir. A mí sí me interesa eso.
Hace no mucho abrió las puertas de la oficina a toda la gente que quiso acudir a conocer la editorial. ¿Un buen día para cargar las pilas después de tanto trabajo?
-Fue un día perfecto. Una jornada muy ilusionante. Fui la primera que entró en Kuartango Lab pero estamos ya varios y la vida en el balneario es algo que me encanta. Y ese día todos disfrutamos mucho.
Pero sabe que hay quien piensa que montar una empresa de este tipo que no esté en Vitoria es un error.
-Eso pasa con todo. Como el que te dice que cómo vives tan lejos. Mira, de Zabalgana a El Boulevard te cuesta ir lo mismo que a mí venir a Gasteiz. Para cualquier zona rural es importante que la gente del entorno podamos apostar por nuestros proyectos en donde vivimos. Un transportista me puede poner 15 euros más de reparto por estar aquí. Vale, lo asumo. Pero está muy por encima de eso que pueda desarrollar mi idea aquí. Tener esta editorial en el balneario de Kuartango es algo muy, muy grande. El hecho de que exista este edificio es una gran apuesta para que la zona rural siga viva. Y yo quiero ser parte de eso. Lo que está sucediendo en Kuartango Lab demuestra que en el mundo rural también queremos y podemos trabajar desde aquí.
Por cierto, ¿dónde queda la María Santórum escritora?
-No la tengo abandonada (risas). Me voy organizando poco a poco. Estoy avanzando con la tercera novela y vamos a ver si la puedo tener para finales de este año.
Pero son dos facetas muy diferentes entre sí.
-Muy distintas. Pero cada una me gusta mucho a su manera. A la edición le he cogido mucho gusto, a esa orfebrería final para hacer realidad una historia. El trabajo de edición implica además saber hacer equilibrios con los autores. Tú, como escritor, haces una obra, crees que es perfecta y tu ego está a pleno pulmón. Son nuestros bebés. Eso implica que tú, como editor, te tienes que sentar y hacer ver que no todo es perfecto y que es necesario ajustar algunas cuestiones. No me da miedo eso. La gestión de personal también es lo mío. Fui responsable de mucha gente cuando estaba en el banco, de más de 200 personas. Lo fundamental es respecto, educación y cariño. Yo no lo sé todo, ni como escritora ni como editora.
La autoedición, la irrupción de plataformas como Amazon y otras cuestiones han cambiado mucho en los últimos años un sector como el editorial, que se ha desprestigiado bastante por la acción de unos pocos que han timado a bastantes personas exigiendo pagos por publicaciones que nunca se han hecho o se han realizado de manera patética.
-Es un sistema desprestigiado pero es que hay editoriales, según su nomenclatura, que no deberían tener ese nombre. Por eso se divide, aunque la mayor parte de la gente no lo sabe, entre una editorial tradicional y una editorial de coedición o de autoedición. Una editorial tradicional nunca te va a cobrar. Puede dar también determinados servicios editoriales si los quieres, pero en lo que se refiere a publicar tu libro no te va a cobrar. Por lo tanto, tampoco debería haber un timo. Sí que hay editoriales, y les pasa a algunas tradicionales, que tardan en pagar u otras cosas. Pero eso pasa en cualquier negocio. Yo siempre he sido transparente y honesta. Eso no va a cambiar. Quien trabaje conmigo sabrá que yo también tengo ética y que el equipo de la editorial la tendrá. No puedo luchar contra esas famas que decías, que son reales, pero sí puedo explicar bien lo que hago. Hay muchas veces que te encuentras con gente que dice: fenomenal, he publicado con una editorial y ya voy a vivir de la escrita. Espera, espera, espera. Ahora mismo, vivir de la escritura es muy difícil.