a escasa elegancia que evidenciaron tanto el chiste de Chris Rock al burlarse de la alopecia areata de Jada Pinkett como el consecuente puñetazo que le propinó Will Smith en un alarde de masculinidad tóxica no lograron, a pesar de todo, ensombrecer el glamur de la alfombra roja. Tras dos años marcados por la pandemia, las estrellas del firmamento hollywoodiense brillaron como nunca en una 94 edición de los Oscar en la que la originalidad de actores como Timothée Chalamet o Kodi Smith-McPhee compitieron con la distinción de actrices como Penélope Cruz, Zendaya o Nicole Kidman. Los nominados e invitados acudieron a su cita anual en el Teatro Dolby preparados para vivir una noche perfecta y esa continuó siendo su disposición, tras el bochornoso incidente, si bien en la celebración tras la gala no pudieron dejar de hablar de ello.

Los primeros en acudir a la alfombra roja fueron los nominados de las ocho categorías referentes a premios técnicos -como sonido, banda sonora, maquillaje o montaje- que se entregaron en la pregala. La controvertida decisión enfadó a algunos que optaron acudir antes para aplaudir a los nominados a dichos premios. Entre esos candidatos estuvieron el madrileño Alberto Mielgo y el donostiarra Alberto Iglesias. El primero se llevó la estatuilla mientras que el segundo se fue de calle. Lo mismo que la pareja de intérpretes española más internacional, aunque al menos acapararon los focos por su estilo: Penélope Cruz llegó con un vestido negro de original escote de Chanel, mientras que Javier Bardem secundó ese riguroso total black. A ambos se les pudo ver en la barra del bar de la primera planta junto a Pedro Almodóvar.

El negro fue el color elegido también por la cantante y actriz Vanessa Hudgens, que lució un vestido de Michael Kors, o por la directora Jane Campion, que optó por un sobrio vestido de Dior para alzar la estatuilla como mejor directora. Más atrevidas fueron Ariana DeBose, que también se llevó un Oscar como mejor actriz de reparto, con un conjunto rojo de alta costura de Valentino. También resultó favorecedora la elección de Kirsten Dunst, quien apostó por un diseño vintage de Christian Lacroix. El expreso recuerdo a los refugiados al apostar por el color azul lo ejemplificó como nadie Nicole Kidman, de Armani Prive, durante una gala en la que varios invitados lucieron un crespón azul.

Tampoco faltaron los ya clásicos brillos. Lupita Nyong’o lució un vestido dorado de lentejuelas firmado por Prada, mientras que Olivia Colman se decantó por un diseño de Louis Vuitton con destellos en plata. Arriesgaron, y mucho, algunos actores como Timothée Chalamet, que optó por no llevar nada bajo la chaqueta de su traje de lentejuelas de Louis Vuitton, o Kodi Smit-McPhee, que con un esmoquin azul bebé de Bottega Veneta consiguió ser el centro de atención. Sin embargo, la que más se expuso fue Kristen Stewart, que rompió el dress code que exige a los invitados ir de largo, llevando un rompedor diseño de Chanel compuesto por pantalones cortos.

Tras la gala, la fiesta continuó en una velada en la que la anécdota por la que se recordará esta última edición de los Oscar estuvo en boca de todos. En paralelo a las reacciones en las redes sociales, los asistentes no pudieron evitar la tentación de debatir la conveniencia de la extrema reacción de Will Smith. Y hubo opiniones para todos los gustos. El cantante Sebastian Yatra, que actuó en la gala, confesó que, aunque no había procesado lo ocurrido, entendía el impulso del actor. La actriz María Valverde, sin embargo, lamentó que el suceso cambiara para siempre el ambiente de la gala. Y lo cambió, sin duda. Aun así, hubo lugar para la fiesta, para ver bailar a Anthony Hopkins en medio de la pista o para contemplar la entrada triunfal de Sian Heder, directora de CODA.