Partir de un elemento común y cotidiano como es la silla para adentrarse en infinitas formas y fondos gracias a la escultura, la pintura o el dibujo. Muy a grandes rasgos, es la propuesta lanzada hace ya algunos meses por la Escuela de Artes y Oficios a sus distintos talleres, una invitación que tuvo tal respuesta que ha sido necesario dividir el resultado en dos exposiciones abiertas al público en el espacio de la plaza Conde de Peñaflorida. En enero se inauguró la primera. Ahora toca poder compartir la segunda muestra.

Son decenas y decenas las personas que han tomado parte en un proceso creativo común que ayer vivió un momento importante con la realización de una acción performativa y escultórica llevada a cabo por Goreti Sagardui, una obra efímera cuyas huellas forman parte también de la exposición. La artista generó casi al instante una silla construida con arena de playa, una pieza que desapareció todavía más deprisa por efecto del agua de mar que sobre ella se derramó a modo de ola que, en la orilla, se lleva las construcciones realizadas jugando.

Además de quedar como testigos los residuos de la acción -que la autora ha llevado a cabo con el impulso de Itzal García-, la misma también fue registrada con un vídeo y con fotografías, que se podrán ver en las semanas que va a durar la muestra presente en la Escuela de Artes y Oficios, que vuelve a exponer en su sede sin perder de vista las dos muestras que en este arranque de 2022 ha llevado a cabo en el Pabellón Universitario del Campus de Álava.

Alumnado de los talleres de Madera, Pintura, Dibujo, Acuarela y Escultura toman parte en esta segunda exposición, muestra que, como su predecesora, es reflejo del camino recorrido que va de tener en mente un utensilio común -con el que el diseño ha creado a lo largo de los siglos imágenes icónicas- a generar obras abstractas. El proyecto en su conjunto es juego, experimentación, deconstrucción, inventiva.

Ahí está el reto, en descubrir y generar formas y fondos diferentes tomando como línea de salida algo que, en principio, se mira desde un sentido práctico, útil y funcional, para nada artístico, ni creativo. Pero en la veterana escuela, el punto de llegada poco o nada tiene que ver con ese uso cotidiano. Todo lo contrario. Cada taller ha afrontado el reto desde premisas particulares, pero compartiendo un interés común, el de ser capaces de ir más allá gracias al arte.

Como sucedió con la anterior exposición, ahora es el turno de quienes se acerquen a ver la muestra, y hagan un recorrido que ocupa, como no puede ser de otra manera debido a la alta participación en la iniciativa, los tres espacios que, por lo general, Artes y Oficios tiene destinados a las muestras. Una escuela, por cierto, que en esa agenda incansable que le caracteriza, también fue protagonista ayer por la noche en el Principal gracias a la colaboración con la Banda Municipal de Música de Vitoria.

Y es que puede que se acerque a su 250 cumpleaños -que se celebrará en 2024-, pero la vitalidad de su proyecto y de quienes lo compone queda plasmada de manera evidente en este tipo de iniciativas, que se han seguido manteniendo en los dos últimos años, dentro de lo posible, a pesar de la situación sanitaria. A la espera de que ese contexto vaya todavía a mejor en el futuro más próximo, el centro se prepara también para la matriculación del próximo curso.