a pandemia no solo ha supuesto un varapalo para el discurrir de la actividad cultural, sino que ha dejado en stand by la elaboración de normativas cruciales para el sector. El Ministerio de Cultura deberá abordar a lo largo de este año uno de los compromisos más acuciantes adquiridos con los profesionales de las artes. Se trata del Estatuto del Artista, una reivindicación histórica del sector, con el que pretende fomentar una regulación para proteger a los profesionales que trabajan en diferentes ámbitos de la cultura que tienen la intermitencia y la precariedad como característica principal. Marta C. Dehesa, abogada e ilustradora, y Ainara LeGardon, música y especializada en propiedad intelectual, ofrecen algunas de las pistas de esta normativa que también deberá tener su regulación homóloga en Euskadi.
Aunque se trata de un reclamo que verbalizaron los actores por primera vez en los 80, no fue hasta 2017 cuando una subcomisión de Cultura puso la primera piedra. “Se trazó una hoja de ruta, con 76 conclusiones, que se aprobó de forma unánime por todos los partidos, algo excepcional”, revela Marta C. Dehesa, quien participó como asesora en aquellas mesas de trabajo que se refieren a varias leyes. De hecho, Ainara LeGardon aclara que “el llamado Estatuto del Artista, lejos de lo que imagina la gente, no sería una sola ley que viniera a solucionarlo todo y a dar respuesta a todas las reivindicaciones”. Así, explica que “son propuestas que habría que afrontar para actualizar algunas normas”. Es por ello que implica el acuerdo de hasta siete ministerios: desde Cultura y Deporte, hasta Hacienda, pasando por Trabajo y Economía Social o Seguridad Social y Migraciones.
En palabras de C. Dehesa, “viendo el mal endémico del sector”, las mesas de trabajo de los diferentes sectores se han vuelto a reunir para elaborar un borrador que ya debía estar preparado en enero. “Lo que busca el Estatuto del Artista es reconocer la especificidad del sector, algo que ya se ha reconocido en otros sectores como la agricultura o la minería. Que se tenga en cuenta que la forma de trabajar para regular un paraguas, un marco fiscal y laboral adecuado para salir de la precariedad constante”, indica la abogada e ilustradora, quien señala que la particularidad del sector pasa por ser inestable e intermitente, por lo que los ingresos son irregulares y la actual normativa es “totalmente inapropiada y contradictoria”.
Ainara LeGardon va más allá y, además de señalar la importancia de subsanar cuestiones que afectan al sector mediante un acuerdo de todos los ministerios para avanzar en el desarrollo legislativo, apunta a la necesidad de “prever normas que puedan perdurar en el tiempo, adaptándose a la previsible evolución de las formas artísticas y de nuestras profesiones”. Asimismo, revela que la compaginación de algunas de las reivindicaciones con la recientemente aprobada Reforma Laboral puede llegar a ser dificultosa: “Como consecuencia de la aplicación de esta reforma, hay asuntos laborales relacionados con las formas de contratación que se complican teniendo en cuenta nuestra realidad diaria”.
La piedra angular del Estatuto del Artista es definir quién podría cobijarse bajo el paraguas de esta normativa. “Cuando se habla de sector cultural se engloba en un mismo contexto a artistas, profesionales, técnicos y otros perfiles, cuyos trabajos presentan tales especificidades que resulta muy difícil simplificar y referirnos a necesidades comunes”, asevera la música vasca. Así lo cree también Marta C. Dehesa, quien concreta que en 2018 se hablaba de que solo incluiría a trabajadores por cuenta propia o a trabajadores por cuenta ajena. Sin embargo, apunta que en las últimas negociaciones se ha roto esa directriz. “Se están escuchando asociaciones, que son más futuros empleadores, que dicen que les afectarían parte de esas condiciones laborales y fiscales que están por regular”, matiza.
Otro de los aspectos más importantes es que se tenga en cuenta la intermitencia. “No trabajamos de lunes a viernes durante ocho horas. Hay veces que trabajas tres meses y con lo que generas en ese tiempo tienes que vivir doce meses. Sin embargo, cotizas como si hubieras ganado una millonada”, revela Marta C. Dehesa, quien considera que actualmente no se tiene en cuenta la irregularidad de ingresos, un aspecto importante, igual que en agricultura se contempla la temporada de trabajo. “En el mundo de la creación literaria, por ejemplo, estás trabajando meses, pero para cuando empiezas a tener beneficios pueden pasar años”, ejemplifica.
La ilustradora apunta un tercer aspecto indispensable que consiste en aportar herramientas que fortalezcan al sector. “Estamos muy dinamitados, hay mucha inestabilidad. Y a nivel de negociación colectiva no tenemos ningún tipo de poder”, señala la ilustradora, quien considera que debería cambiarse la legislación “para poder tener sindicatos de profesionales de la cultura a nivel autonómico”. Y en el caso de que no pudiera lograrse una negociación colectiva, apunta que al menos se debería “dotar a las asociaciones profesionales de acción jurídica para poder denunciar, igual que hacen las asociaciones de consumidores cuando perciben que hay un abuso sistemático”.
Ainara LeGardon baja la lupa a cuestiones muy específicas. “A nivel fiscal y laboral, se pide, por ejemplo, que se redefinan los actuales epígrafes del IAE referidos a actividades artísticas, incluyendo los que a día de hoy no quedan recogidos en la normativa fiscal”, indica la música. En cuanto al IVA, expone que se solicita la tributación al tipo impositivo reducido de toda la cadena de valor de la actividad artística, así como la aplicación del llamado criterio de caja para el pago del IVA a artistas, igual que se hace en otros sectores. “Hasta ahora se han ido dando algunos pasos como la llamada asimilación al alta, la compatibilidad del cobro de pensiones con el cobro de derechos de propiedad intelectual y otros asuntos”, revela LeGardon.
La regulación que pretende tramitar el Ministerio de Cultura llega con mucho retraso en comparación con las legislaciones vigentes en otros países europeos. “En Francia, donde nos llevan décadas de adelanto en cuanto al reconocimiento que tiene el sector cultural y su normativa laboral y fiscal, reivindican la mejora de ese sistema que desde aquí tenemos en cuenta como ejemplo a seguir”, expone Marta C. Dehesa. Y pone como ejemplo algunas cuestiones: “Hay una base de datos de artistas a través de las casa del autor, de artistas, de músicos. Se facilita la cotización por años y los periodos de formación son cotizables”. Ainara LeGardon, por su parte, evidencia que algunas cuestiones como la caracterización de los ingresos de la actividad artística con rendimientos irregulares, a diferencia del Estado español, es una cuestión que sí está abordada en países como Francia, Dinamarca, Reino Unido o Bulgaria.
“Es importante prever normas que se adapten a la previsible evolución de las formas artísticas”
Música
“Lo que busca el Estatuto del Artista es reconocer la especificidad del sector”
Abogada e ilustradora