Es verano. De hecho, hace un calor excesivo. Y hay sequía. En un entorno rural, alejado de la velocidad con la que todo parece discurrir en la ciudad, los tres personajes principales se encuentran. Uno de ellos es Bernardo, un hombre que intenta encontrar respuestas a esas preguntas que su esposa ha dejado suspendidas en el aire. A partir de aquí, ya es el turno de quien se asome a las páginas de Todo el tiempo. “Lo que trato de abordar es la importancia de entender que a las cosas hay que darles su momento y, sobre todo, que hay que darle tiempo al duelo, a encontrar respuestas, a crear relaciones. Voy buscando la pausa y la reflexión”.
Pero mejor no dar muchos más detalles sobre el fondo. Es mejor que cada persona se tome sus plazos para ir desgranando la historia que aquí se recoge. “He escrito lo que me gusta leer. Y yo sé que tengo un gusto particular. Escapo de las novelas convencionales que ahora mismo están tan presentes, de policías, misterios, asesinatos y demás. Siempre me ha gustado esa lectura que sin darte grandes descripciones sabe cómo llegar y cómo trasladarte emociones. Es lo que, desde la humildad, he intentado en este libro”. Así, al lector se le plantean “situaciones reales” con las que poder conectar, “momentos de incertidumbre, duda, dolor, duelo”, apunta el escritor, que comenta que su novela es “una invitación a la reflexión pero de una manera no invasiva y sin violentar a nadie”.
Se materializa con esta publicación la inquietud que “desde siempre” tenía Azkarraga con respecto a la literatura. “Me gusta crear y había escrito ciertas cosas pero para mí”, hasta que, “también por temas personales”, encontró la motivación y la historia para hacer realidad Todo el tiempo. “Estoy muy ilusionado con lo que está pasando, sobre todo porque cada paso que doy es nuevo”. Ahora, “solo queda que el libro llegue a la gente y que el que quiera disfrutarlo, lo haga”, más allá de que “lo que me ha importado en todo momento es que lo que estaba haciendo me gustase a mí; no tenía ninguna ambición más allá de demostrarme que podía hacer esto y que era capaz de llevar al papel la idea que tenía”.
En esa senda, dentro del proceso de edición con Libros.com, se recurrió a una campaña de micromecenazgo, que cumplió de sobra los objetivos y en un tiempo récord. “Al principio me frenaba un poco esa idea porque me parecía que era como salir a pedir; ahora repetiría sin dudarlo”. De momento, aunque se encuentra escribiendo material para próximos títulos, tiene la atención centrada en acompañar el lanzamiento de la novela, incluyendo presentaciones en Madrid, donde reside desde hace unos cuatro años, y, por supuesto, en su Vitoria natal. “Claro, soy ingeniero industrial y ha habido algunas personas que se han sorprendido al saber del libro, aunque bastante gente que me conoce me ha dicho que se esperaba algo por el estilo”, dice con una sonrisa. Unos y otros ya pueden dejarse atrapar por las páginas que componen Todo el tiempo.
“Siempre me ha gustado esa literatura que sin dar grandes descripciones, sabe cómo llegar; desde la humildad, es lo que he pretendido”
La historia parte del encuentro entre tres protagonistas principales en un entorno rural, apartado de la velocidad de la ciudad