La única cárcel de curas de todo el mundo estaba repleta de vascos. Entre 1968 y 1976, medio centenar de sacerdotes fueron encarcelados en una prisión de Zamora de la que nadie había oído hablar por mostrar su rechazo a la represión de Franco. Esta historia, y “la de cómo se rompieron los derechos humanos”, es la que narra el documental Apaiz kartzela, que tras presentarse en el último Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia llega a los cines este viernes día 26.

“Es la historia que hemos vivido y la de cómo se rompieron los derechos humanos. Éramos jóvenes y éramos fuertes. No dimos el brazo a torcer”. Estas palabras de Xabier Amuriza, uno de los curas enviados a la cárcel zamorana, evocan perfectamente el espíritu del grupo de clérigos que osaron desafiar al Generalísimo. “El documental es su historia, su vida en la cárcel y las protestas que llevaron a cabo en un contexto en el que no sabían lo que pasaba fuera”, explica Ritxi Lizartza, director del documental junto a David Pallarés y Oier Aranzabal.

El trío de cineastas ha querido poner el foco de la narración en los propios protagonistas de la historia: los curas encerrados en la prisión, que intervienen a lo largo del metraje con sus recuerdos de aquellos años. Sacerdotes, principalmente de la CAV, donde la represión franquista fue mucho mayor, pero también “gallegos, catalanes y madrileños”. “Es solo una prueba de cómo Franco se saltó cualquier derecho”, aseguró Lizartza.

Así, por el documental aparecen excuras -la mayoría de ellos abandonaron el hábito tras salir de la cárcel- como Jon Etxabe, Alberto Gabikagojeaskoa, Periko Berrioategortua, Pablo Muñoz y Perico Solaberria, que narran en primera persona su historia. No obstante, son cuatro -Josu Naberan, Juan Mari Zulaika, Eduard Fornès y el mencionado Amuriza- los que tienen el mayor protagonismo, ya que más de 40 años después de su estancia en la prisión regresan a ella. Una vuelta que, tal y como comentó para este periódico Aranzabal durante la presentación del documental en el Festival de Derechos Humanos donostiarra, se decidió tras visitar el pabellón antes de rodar: “Nos dimos cuenta de que esas imágenes eran increíbles. Estaba claro que teníamos que entrar en ella para que los protagonistas pudieran contar todo lo que vivieron en la cárcel”.

Eso es, precisamente, lo que hacen los cuatro protagonistas, encarcelados por rebelarse contra el franquismo y la propia Iglesia, que hacía oídos sordos a las cartas que conseguían enviar al Vaticano. Incluso, Pablo VI, un papa progresista, se negó a recibirles ante la presión del Estado español. “Entonces es cuando se nos ocurrió lo del túnel y el motín”, espoilereó Amuriza.

Durante dos años, los curas encerrados trabajaron en un túnel a través del que poderse fugar y dar a conocer al mundo su situación. “No teníamos ni radio ni televisión. No sabíamos qué pasaba fuera”, cuentan en el documental.

El plan estuvo a punto de salir bien, pero todo se vino abajo en el último momento. Tras tener terminado el túnel, decidieron esperar una noche más y no huir con luna llena, lo que delataría sus posiciones en el amplio campo que rodeaba la prisión. Sin embargo, un funcionario de prisiones halló el agujero y los cuatro organizadores de la huida fueron recluidos en celdas.

Fue durante ese encierro cuando se enteraron de la muerte de Carrero Blanco. A pesar de que cortaban las páginas de política de los diarios de la prisión, en una crónica de un partido de fútbol se les coló la información de que se había realizado un minuto de silencio por su fallecimiento. Era el principio del fin.

Medios internacionales y miembros de Amnistía Internacional fueron presionando cada vez más y denunciando la existencia de esta Cárcel Concordatoria, que tuvo su punto álgido en 1973 con las imágenes que pudieron recoger del motín que los sacerdotes llevaron a cabo intentando quemarla desde su interior.

No obstante, no fue hasta 1976 cuando la prisión quedó, por fin, desierta y sus prisioneros libres. La cárcel continúo como tal hasta 1995, cuando se decidió abandonarla. Hoy, la naturaleza y los grafitis han tomado las celdas y los pabellones por los que decenas de vascos caminaron por la única cárcel de curas de todo el mundo.

El filme está dirigido por Ritxi Lizartza, David Pallarés y Oier Aranzabal y contado por los propios protagonistas de la historia.

Cuatro de los expresos, Xabier Amuriza, Josu Naberan, Juan Mari Zulaika y Eduard Fornès, regresan en el documental a la prisión de Zamora más de 40 años después. También intervienen, entre otros, Jon Etxabe, Alberto Gabikagojeaskoa, Periko Berrioategortua, Pablo Muñoz y Perico Solaberria.