Un país con tu nombre Un país con tu nombretrata sobre temas universales como la amistad, la soledad buscada, la muerte, el cariño hacia los animales o el amor humano, pero Alejandro Palomas ha puesto cierta cantidad de poesía que no pasa inadvertida en su prosa. Jon, cuidador de elefantes en el zoo, y Edith, viuda de más de setenta años que vive acompañada de once gatos, son los únicos habitantes de una aldea abandonada.

Dos noticias les hacen entrar en pánico: la construcción de una casa rural y la instalación de varias macrogranjas de animales. Su particular mundo tejido con silencios y aislamiento está a punto de resquebrajarse, y lo que para unos es dinamizar un entorno, para ellos es dinamitarlo. Palomas comparte en su vida real la pasión de los protagonistas por vivir en lugares lejanos del ruido de la ciudad. Desde hace años vive en el centro de Cataluña, en un pueblo que solo tiene seis casas, pero su experiencia en Irurita (Navarra) le ha resultado tan espectacular que está dispuesto a comprarse en el valle de Baztán una borda.

¿Ha quedado atrapado por este valle mítico?

Más bien fascinado, y me voy a ir a vivir allí. Ya he decidido que voy a buscar una borda, la voy a acondicionar y me voy a instalar ahí, porque ahora creo que Baztán es mi lugar en el mundo.

Y también se ha hecho con la terminología: borda.

Y con más palabras de este lugar tan especial. Desconocía la zona y para mí, que odio el calor, esta era una que me lo daba todo. Necesito para escribir, y también para vivir, ese silencio que impera allí.

¿En qué lugar ha estado?

En Irurita, pero no en el pueblo, sino a tres kilómetros, en un caserío. He tenido mucha suerte, porque la dueña vivía en la primera planta y yo debajo. Es una tía estupenda. Había un río que pasaba por los terrenos de la casa… Era todo muy idílico. Llegué y me enamoré de todo lo que me rodeaba. Fue un amor a primera vista.

¿Por qué eligió Baztán para vivir durante un tiempo y para llevar elementos de la zona a su nueva novela?

Tengo una amiga que vive allí y me dijo: Alejandro, si lo que quieres es que no haga calor y que todo sea verde, muy verde, Baztán. Me comentó que tenía todos los teléfonos de las mujeres del valle y escribió un mensaje a todas diciendo que tenía un amigo que buscaba una casa. Ellas se movieron y me buscaron el caserío en el que estuve.

Un país con tu nombre, ¿una novela muy personal?Un país con tu nombre

Creo que como todas las que escribo. Ha sido un cambio de mirada. Me he sentido muy apartado, y es algo que llevo haciendo desde hace mucho tiempo, pero hay diferencias: no es lo mismo apartarse en secano que apartarse en ese bosque en el que he estado. Todo está vivo. Los silencios son muy diferentes, y son diferentes porque hay voces, aunque parezca una contradicción. Todo lo que hay alrededor está diciendo cosas. Hay muchos elementos, mucha vida que habla.

Aunque los silencios intensos pueden resultar perturbadores, abrumadores.

A mí no. La forma de crear es diferente en un lugar como en el que yo he estado en Baztán. ¿Silencios abrumadores? ¿Perturbadores? Son silencios maravillosos. Es como haber llegado al paraíso.

Usted vive alejado de la gran ciudad.

Sí, desde hace tiempo, pero estaba equivocado; yo pensaba que estaba viviendo en la naturaleza y no era así. Estaba viviendo en lo rural, que es muy diferente.

A veces nos parecen sinónimos.

Pues no. El mundo rural y la naturaleza tienen poco en común. En Baztán hay mucho más mundo natural. También hay rural, pero la naturaleza tiene un peso muy intenso. Hay reductos de mundo natural y salvaje.

¿Un libro centrado en las soledades?

Habla de orfandades. Todos los animales, los humanos y los no humanos que aparecen en la novela son solos…

¿Están solos?

No, no es que estén solos, lo son. Para mí es muy importante partir de ese arquetipo de personajes para crear algo. Necesitaba esas carencias que todos tienen para hacer algo con ellos. Lo que no sabía es que lo que buscaba era formar una familia con ellos, y ya la he formado. Yo me estaba quedando huérfano, en aquel momento estaba perdiendo a mi madre, y al final resultó que perdí a mi madre y a mi padre a la vez.

¿No le valía con los perros, que ahora también le da por las elefantas?

Además de tener perros soy cuidador de una colonia de gatos. Tengo mucho animal alrededor que me recuerda al animal que soy yo, pero en mi vida se me cruzó la historia de Susi, la elefanta del zoo de Barcelona. Lleva trece años allí y conocí a la persona que ha estado luchando para que la saquen de ahí y la lleven a un santuario de elefantes. De repente me vi muy involucrado con esta elefanta. Siempre había querido trabajar con este animal, desde pequeñito, siempre había querido tenerlo cerca.

Aunque no parecen muy prácticos como animales de compañía.

Pero son animales que siempre me han atraído mucho. Me atraían igual los elefantes que los pingüinos. Con estos últimos trabajé en Tierra de Fuego, pero con los elefantes era más difícil, porque tienes que ir a Tanzania, muy lejos y complicado. Sin embargo, la imaginación te salva e incorporé a Susi a mi universo creativo. Intento que la gente se enamore de la Susi novelada para poder sacar a la Susi real, la del zoo.

¿Dónde llevaría a Susi?

Ya está en marcha el protocolo para llevarla a un santuario que está al sur de Francia. También en Latinoamérica se ha creado un supersantuario, en Brasil, y allí están llevando a todos los elefantes de Argentina. Aquí cerca tenemos el de Francia, que es inmenso, estratosférico, pero se necesita mucho terreno para los elefantes. Además, son unos animales que caminan mucho. Yo lo que necesito es que Susi sea feliz.

Toda la paz del lugar que relata en la novela se rompe cuando alguien propone hacer una casa rural que atraiga el turismo.

Dentro de la novela hay un lago y un antiguo caserón, que proponen convertir en casa rural empleando esa frase tan maravillosa, entre comillas, que es 'querer dinamizar la zona'. Suena casi, casi, como dinamitar la zona. Esta es una pata de la historia. La otra es que el ayuntamiento al que pertenece la aldea quiere construir ahí dos macrogranjas.

Y destruir el paraíso.

Eso es. Con estos proyectos llega la amenaza del horror. Tanto Edith como Jon, los protagonistas, entran en pánico total. Sobre todo a Edith le afecta mucho. Ella no quiere vivir en un lugar rodeada de gente que va al caserón a meterse en un jacuzzi ni quiere estar rodeada de granjas de animales sufriendo.

Los pueblos despoblados o poco habitados fueron objeto de deseo de los urbanitas con la declaración del confinamiento.

Eso es un poco de mitología griega. Es cierto que ocurrió durante la primera parte de la pandemia, pero ha sido un espejismo que duró el tiempo de la dureza del confinamiento. En el pueblo donde yo vivo creímos que íbamos a ver una invasión bárbara, pero vinieron dos y se fueron.

¿Está idealizada la vida en el campo o en la naturaleza?

Sí en la distancia, pero es duro vivir en el campo. No se trata de teletrabajar, se trata de que te guste la soledad, que te guste estar aislado de todo… La gente quiere bar, quiere cine, teatro, discotecas y tiendas. Es algo que no hay y que no va a haber. Pienso que ha habido una oleada de gente que tenía la intención de ir, pero que no lo ha hecho. Ayer hablaba con un jefe de prensa que me comentaba que la presencialidad en el trabajo ha vuelto y que ahora solo hay un 11% de personas trabajando fuera de las oficinas.

Es que las empresas quieren la vuelta y hay muchas dudas sobre el teletrabajo y la productividad.

Sí, es cierto, hay mucha empresa que exige la presencialidad, porque creo que no se fían. Es porque utilizamos el baremo de la presencia y no el de la consecución de objetivos. Da igual dónde estés si consigues el objetivo que te proponen, pero aún seguimos apegados al 'te tengo que ver, te tengo que tocar, te tengo que controlar que estés equis horas porque te pago por horas'. Seguimos en el jornalero. De todas formas, a mí me encanta, así sigo solo en el campo. Necesito saber que no haya ruidos, que no venga gente indeseada cerca de donde yo vivo. Para mí, lo contrario es una amenaza.

¿Ha cambiado de los primeros libros ahora?

No. Sigo en la misma línea; tú ves el primero y ves el último, y sabes que soy yo. Una de las mejores cosas que me ha pasado como escritor y dentro del mundo editorial es que miro mi producción y mi obra y veo que tiene sentido. No me he vendido nunca en lo creativo y esto, visto desde ahora, es una gran satisfacción.

¿Dónde ha quedado la poesía?

Está muy presente porque lo que más me emociona del mundo es mi producción poética. Nunca hablo de ella hasta que saco un poemario, pero tampoco pasa de largo delante mí. Cuando escribo una novela y baja la promoción, me encierro y escribo un poemario. Siempre que escribo una novela, no sé qué pasa, pero se abre una pequeña puerta y yo me meto ahí dentro y respiro aliviado la poesía.

PERSONAL

PERSONALEdad: 54 años.

Lugar de nacimiento: Barcelona.

Formación: Es licenciado en Filología Inglesa, y completó su formación en San Francisco (Estados Unidos).

Trayectoria: Desde entonces, Palomas ha trabajado como traductor de importantes autores, así como escribiendo para varios medios de comunicación, actividades que ha compaginado con su pasión por la escritura tanto en poesía como en novela. Ha sido finalista de los premios de novela Ciudad de Torrevieja y el Primavera de novela. Tiene numerosos libros en el mercado.