- El escritor Félix J. Palma, autor de El mapa del tiempo o El abrazo del monstruo, y que ahora ofrece sus claves para enfrentarse a la página en blanco en Escribir es de locos, considera que “la escritura, como arte, tiene una parte de talento y otra de técnica”.
Palma señala que “el talento no se puede enseñar, hay que traerlo de fábrica, pero la técnica sí”, y aún va más lejos al afirmar: “El talento sin la técnica no serviría de nada, pues necesita de la técnica que lo dirija, que lo encauce para que no se desborde, para que tenga un rumbo”.
Del mismo modo, sin talento los aspirantes difícilmente llegarán a ser grandes escritores, pero “practicando la técnica” podrán ser “unos jugadores correctos”, asevera. Recuerda el autor que “los genios y los artesanos siempre han convivido en graciosa armonía en el ámbito artístico”.
Escribir es de locos (Destino) nació, explica Palma, “de forma natural, casi inevitable”, condensando su experiencia de años como profesor de talleres de escritura y tutor literario”.
Su intención era escribir “un manual ameno, lejos del tono academicista habitual, que presentara la escritura como un juego que no intimidara al escritor que empieza, con numerosos ejemplos de series o películas actuales, no solo de clásicos literarios”. Y todo eso aderezado con su propia “educación literaria, con esas ficciones que de niño y adolescente habían prendido el deseo de ser escritor”.
Palma pensó que su ejemplo podía ser inspirador y animar a otros que soñaban con lo mismo: “Un chico de Sanlúcar de Barrameda que consiguió ser Bestseller del New York Times”.
Palma cree que en su libro narra con bastante lujo de detalles cómo fue labrando su trayectoria como escritor, incluidos los errores que cometió o los problemas que tuvo que solucionar en la escritura de sus propias obras, intentando mostrar “la labor del escritor como un aprendizaje continuo”.
Además, es “un manual que no se contenta con explicar cómo construir eficazmente novelas o cuentos, sino que también expone los diferentes caminos que existen para publicarlos una vez escritos”. Para ello, dedica todo un capítulo a los mecanismos que rigen el mundo editorial, los agentes literarios, la importancia crucial que hoy, con un mercado tan saturado, tiene la promoción, “intentando que el aspirante a escritor se forme una idea aproximada del mundo en el que tendrá que moverse”.
En su opinión, “desgraciadamente, el trabajo duro no acaba al poner el punto final a un manuscrito, pues lo que viene a continuación, tratar de publicarlo, es un proceso aún más duro y agotador”. En el camino hacia la publicación, asegura, “la calidad de la obra no importa tanto como la suerte u otros factores no literarios que escapan del autor”, si bien ha habido algunas excepciones, autores desconocidos que por los motivos que sean logran publicar fácilmente.
Al hablar de la “página en blanco” en el subtítulo del libro el escritor rinde un homenaje al papel, pues “hoy en día pocos son los escritores que escriben a mano, algo poco práctico”, aunque él mismo lo haga a veces movido por lo “romántico” del gesto.
En cuanto a la clave, el autor de El mapa del cielo cree que la principal es “planificar previamente la trama de la novela, pues con una escaleta de la historia se evita el riesgo de sufrir el temido bloqueo creativo, ya que siempre sabremos qué toca escribir”.