Aunque en realidad la cuadragésimo cuarta edición del Festival de Jazz de Vitoria terminará este domingo, el Iradier Arena se está despidiendo este sábado del público del certamen. Es de esperar que sea para no volver a encontrarse. El mediodía ha estado marcado por la voz femenina, siendo Dora la segunda en subir al escenario del coso. “No me esperaba tanta gente, me he puesto nerviosa” ha confesado a los presentes.

Como en casa ha estado el pianista vitoriano Juan Sebastián, que de vez en cuando suele volver a su ciudad natal con los diferentes proyectos en los que anda trabajando. Junto a él, para acompañar a la cantante y pianista en su presentación en la capital alavesa, han estado Mikaela Vázquez (violín) y Francisco Manuel Loque (contrabajo).

Quiera o no, a la joven intérprete le va a costar su tiempo desarrollar su carrera sin la mención constante a sus progenitores (Bimba Bosé y Diego Postigo). Los apellidos es bueno saber aprovecharlos para darse a conocer, máxime cuando tienes 17 años cumplidos el pasado abril pero pueden terminar siendo una losa demasiado pesada. Ejemplos hay muchos. Y es indudable que el numeroso público que ha estado hoy en el Iradier en claro contraste con lo vivido estos días, se ha sentido atraído, en parte, también por esta cuestión. Espectadores, por cierto, que como en el concierto anterior, han sudado lo que no está en los escritos en el Iradier Sauna.

Más allá de eso, la actuación de la joven intérprete ha mostrado tres cosas. Que la juventud le puede cuando presenta los temas. Enseña unos nervios que luego no tiene al cantar. Que el festival ha preferido dejar descansar al jazz por un rato por mucho que el pianista vitoriano se haya empeñado en algún momento. El certamen sabía que este sábado podía hacer caja en un año muchas apreturas y ha preferido primar unas propuestas frente a otras. A nadie le debe extrañar, lo lleva haciendo muchos años. Y la tercera, que a la joven le queda camino por delante, sobre todo en el campo del pop, pero que argumentos le sobran si sabe encauzar las cosas, para hacerse una carrera.

La actitud la tiene. Cuando actúa muestra seguridad y conocimiento de la escena. Aptitudes no le faltan porque sabe darle a su voz personalidad propia, algo que se echa mucho de menos en una escena pop estatal dominada por los productos televisivos vacíos, donde todo es escaparate. Otra cosa es que es evidente que todavía se está buscando y que cuando está sola al piano debería atreverse a hacer mucho más.

El público, que estaba por la labor desde el segundo uno, ha disfrutado, aplaudido y acompañado con risas a la intérprete cuando ha ido presentando los temas con la naturalidad antes mencionada. Eso sí, el certamen tiene que hacerse un pensamiento con estos recitales de mediodía, porque ha sido llegar las dos, seguir el concierto, y unos cuantos espectadores abandonar el recinto.