ronto vuelven a Vitoria. No va a ser tampoco para una estancia muy larga, eso sí. Tras cerrar el actual curso académico en el Conservatorio Superior de Música de Navarra, Beatriz Bertalotto y Oihana Echeveste se van a tomar un pequeño respiro antes de concentrarse en Donostia con el resto de la Joven Orquesta de Euskal Herria (EGO) para preparar la gira estival de la formación, conciertos que, como es habitual, también contarán con para obligada en el Principal. "Necesitamos encontrarnos con el público. Tenemos ganas de tocar frente a la gente en un auditorio chulo. Nos hace falta", dicen las violinistas gasteiztarras.

La pandemia ha cambiado, aunque sea de forma momentánea, muchas cosas. También las audiciones para acceder a la EGO. Ahora hasta parecen prehistóricas las pruebas que cada Semana Santa hacía la agrupación en la capital alavesa, en Musiketxea. Pero también son del pasado, aunque no tan lejano, los test fuera de Vitoria que tomaron el relevo a aquellas jornadas intensivas. Hoy, el covid obliga a que ese examen de acceso sea online. "Que sean así puede ser una ventaja porque no te pueden los nervios. Al fin y al cabo, tienes más intentos, puedes hacer muchas tomas. Pero no es muy realista", apunta Bertalotto. "Te vuelves loca porque es verdad que tienes 800 intentos pero en todos y cada uno tú quieres hacerlo perfecto y eso es imposible", añade Echeveste.

Con todo, las dos han conseguido el acceso y van a coincidir como ya lo han hecho en otras agrupaciones, como la Euskadiko Ikasleen Orkestra (EIO). En este sentido, destacan lo que supone tomar parte en este tipo de experiencias -"estaríamos siempre de encuentro de orquesta en encuentro de orquesta"- y apuntan que tomar parte en estas agrupaciones supone tener vivencias "enriquecedoras". Sirve "para conocer directores nuevos, otros compañeros y para enfrentarte a repertorio que no sueles tocar. La EGO, además, nos sirve mucho para ver el nivel que hay en la zona norte en general. Es como un golpe de realidad. Al final, a diario estás solo en tu centro, con los compañeros con los que estudias de manera habitual y cuando sales te das cuenta de cómo es el panorama de verdad, a lo que te vas a enfrentar cuando vayas a salir al mundo profesional".

Un futuro para el que ambas se siguen formando ahora en Pamplona, tras pasar por el Conservatorio Jesús Guridi. Es más, en la capital foral comparten también vida casera. "En realidad, hasta que no vinimos aquí no nos llevábamos tanto. Pero hemos tenido suerte y nos hemos compaginado bien". Por si faltaba algo, además, comparten casa con otra compañaera violinista. "Con un vecino sí que hemos tenido problemas cuando ensayamos. Nos pega a la pared. Por suerte no es de nuestro portal, así que por la escalera no nos miran mal".

Anécdotas a un lado, las dos se preparan para un campo profesional que no es sencillo. "Si me paro a pensar en lo que va a venir después del Superior, lo veo bastante oscuro. Aún así, tengo esperanzas de terminar en una orquesta. Incluso he empezado a dar clases y es algo que también me gusta", dice Echeveste. "El futuro es complicado y tenemos que estudiar mucho. Pero puede haber muchas salidas profesionales y no hay que cerrarse a nada", suma Bertalotto.