Sus formas de hacer, temáticas, características e intereses puede que sean diferentes, pero hay dos cosas que les unen en su práctica artística. Por un lado, que forman parte de las nuevas generaciones que están trabajando en la capital alavesa en torno a la creación. Por otro, que hasta el 2 de julio forman parte de la primera edición del In Situ ArtFestival y, por lo tanto, sus respectivos proyectos conforman, a través de una decena de comercios de la ciudad, un gran museo a la vista de cualquier persona que esté en la calle. Librerías, ópticas o floristerías, entre otros locales, se dejan invadir durante estas semanas gracias a una iniciativa que se inaugura de manera oficial hoy.

Tras recibir 43 propuestas, el jurado del certamen -conformado por el fotógrafo Jon Cazenave, la artista Miriam Isasi y por la responsable del departamento de Educación y Programas para públicos de Artium Charo Garaigorta-, Alejandra Bueno lleva Lorea me llaman a la floristería Margarita me llaman; Saúl Vara con Trama toma Mendia Optika; The Tap recibe a Leire Vicente con Kinesia; Librería Anegón es la sede para Donde se condensan todas las miradas, de Zuriñe Amoroso; Natalia Albeniz propone Cuadernos de viaje en On Diseinu; Maiela Zurutuza acude con Komorebi a Ibañez Arana; Uxue Ruiz de Arkaute muestra Arima eta Kamiseta en Maika’s Lanas; Alazne Payueta, en colaboración con Sara Rodríguez, produce una obra sin título para Farucho; mientras que Minerva Imprenta Moderna abre sus puertas a Sara Pérez y Altar de los viajes que nunca he hecho, sin título nº 3; y, por último, Edgar Salazar expone Malas Hierbas en Café Amatter.

La presencia de sus trabajos en estos escaparates vendrá acompañada el próximo día 19 por la realización de dos visitas guiadas, una en euskera al mediodía y otra en castellano por la tarde. De esta forma, el festival, impulsado y dirigido por las creadoras gasteiztarras Sara Berasaluce y Yone Estívariz, busca cumplir dos objetivos básicos: por un lado, visibilizar el trabajo de los artistas jóvenes; por otro, apoyar al comercio local. “Nos hemos encontrado con una gran acogida ante esta primera edición, que también nos está sirviendo para descubrir a otras personas creadoras y poder crear comunidad”, apuntan las dos responsables de una iniciativa que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Vitoria y Gauekoak.

La propuesta se materializa ahora en un amplio abanico de formas y fondos. Bolsas de té que sirven como soporte fotográfico, flores que se tejen, objetos encontrados con los que construir una instalación o piezas de papel de arroz se convierten en herramientas para tratar cuestiones como el rol de la mujer en la sociedad actual o la puesta en valor del proceso creativo, por poner solo unos ejemplos.

Obras realizadas de manera específica para cada local se unen a piezas ya existentes pero que se han adaptado al lugar. Todo ello en comercios que en algunos casos cuentan ya con programaciones culturales asentadas y otros que se han atrevido a sumarse a la aventura. De las obras que se vendan, el 20% se destinará al espacio que haya acogido la producción. Además, el festival repartirá tres premios (330, 200 y 100 euros) entre las tres propuestas mejor valoradas de las diez participantes.