Una carta abre el libro. Las palabras que en ella se contienen son reales. Pertenecen a una joven rusa que fue víctima no hace muchos años de una red de pederastia que terminó por salir a la luz, aunque en su relato reconoce, en un momento dado, sentirse algo culpable de lo sucedido. A partir de ahí, la ficción pide paso y con ella una novela policiaca y de acción trepidante, un thriller sin descanso que devuelve al escritor Jesús María Sáez al encuentro con los lectores. Pandora es una realidad desde hace pocas semanas, y el arranque de las ventas “está siendo muy, muy satisfactorio”, apunta el autor, quien, por cierto, sigue de cerca las deliberaciones de los Premios Euskadi de Literatura porque su anterior título, Kazajistán, es uno de los que se está teniendo en cuenta.

Eso ya se verá. La actualidad viene marcada por Pandora, por una novela que se puede encontrar en Amazon tanto en su versión digital como en papel -hay también una edición de tapa dura-, pero además en las librerías vitorianas Ayala y Cedro. Quienes se asomen a sus páginas se encontrarán una historia que tienen como foco de atención principal a San Sebastián. Es allí donde aparece el cadáver de un político que, en apariencia, se ha suicidado. De su caso se va a encargar la inspectora de la Ertzaintza Maialen Guevara. En paralelo, a la capital guipuzcoana acude la detective privada Lorena Fernández, que se encuentra, por una cuestión de seguros, haciendo una serie de averiguaciones tras el fallecimiento en Madrid de un profesor de primaria.

Ambos casos se van enlazando. Ambas protagonistas, también. En el primer apartado, poco a poco los lectores se irán asomando a una trama en la que el mundo de la política, la Iglesia y los caminos de la internet oscura o Dark Web van asomando con el trasfondo de una posible red de pornografía infantil. En el segundo, se va tejiendo una relación entre la agente y la detective, unos sentimientos que hacen replantearse a la inspectora de la Ertzaintza su propia sexualidad. Al fin y al cabo, “se da cuenta de que su vida es diferente cuando conoce a la persona adecuada”, algo que “pasa mucho más de lo que parece” y que el escritor quiere tratar “en un contexto de normalidad”.

Todo ello, salvo algún breve salto temporal, ocurre en muy poco tiempo, en escasas semanas de 2019. Como en anteriores referencias, “he buscado un estilo rápido, tomando velocidad” con el objetivo de que el lector no pueda parar y se sienta inmerso por completo en la trama. “Por supuesto, espero que la novela entretenga”, más allá de que se abran determinadas puertas a la reflexión sobre las temáticas que se tratan y que se proponga al público que cada persona complete algunas de las “cosas que se quedan en el aire”. Por de pronto, lo que Sáez sí que hace por primera vez en sus obras es incluir un extra sonoro sirviéndose de los códigos QR. “Necesito música para escribir y cada una de las novelas que he hecho tiene su banda sonora, solo que ahora me he decidido a representarlas”, a que cualquiera, con el teléfono móvil a mano, pueda asomarse a los temas escogidos en esta ocasión.

Pandora es ya la octava novela del autor, que asegura sentirse cada vez más cómodo dentro del género policiaco y de acción. “Es el camino”, máxime teniendo en cuenta que “me he sentido muy a gusto escribiendo esta novela. Creo que es la más completa de las que he hecho. Está muy elaborada”. Y eso que ha tomado forma durante la pandemia, con lo que eso ha supuesto. “Donostia es una ciudad que me encanta, me entusiasma y que me conozco muy bien, lo que ha sido una suerte teniendo en cuenta que no podía ir”. Tampoco para encontrarse con los miembros del Grupo 2 de la comisaría de la Ertzaintza en el Antiguo, que han jugado un papel de asesoramiento importante en este libro.

De todas formas, la rueda no para. Ahora mismo Sáez se encuentra ya empezando con su siguiente título, Moscúque vendrá a cerrar la Trilogía del Este que conforman Siberia y la mencionada Kazajistán. Y ello sin perder de vista su programa radiofónico y literario Peligro: escritores sueltos. “Siempre es enriquecedor conocer a otros autores, adentrarse en sus trayectorias e inquietudes”, más allá de que “no sé qué me preguntaría a mí mismo, ya me sé las respuestas”.

Un ritmo trepidante que, ante todo, busca entretener caracteriza una octava obra que “es la más completa de las que he hecho hasta ahora”

Una agente de la Ertzaintza y una detective privada protagonizan una historia en la que también su relación cobra un papel especial