"No soy escritor, ni mucho menos. Ni nunca había hecho algo así, pero es que soy osado" sonríe Fito Rodríguez Bornaetxea. En ese atrevimiento está una de las dos bases del libro Los estados de la materia. Relatos de artistas trabajando. La otra se encuentra en el desarrollo de una reflexión sobre la pérdida de la voz propia por parte de los creadores. "Hay mucha mediación y mucho ruido entre el artista y lo que expone. Está, con perdón, el periodista, el curator, el técnico de turno€ Parece que el artista no habla, que todo el mundo lo hace por él".
Con la intención de "llegar al público en general porque esto no es algo solo para quien se dedica al arte", la publicación -que se puede conseguir a través de popurrit.com- se sirve de la ficción para adentrarse en diferentes cuestiones sobre los procesos creativos, la especificidad del trabajo del arte, los infinitos perfiles de artistas posibles, qué les afecta a la hora de ejercer su profesión y un largo etcétera de temáticas que se van a estructurando a través de distintos relatos, en su mayoría cortos. "En parte, la intención es devolver el protagonismo al artista; hay que conocer sus dudas, debilidades, inquietudes" ya que "para entender al arte hay que adentrarse en ese momento de vacilación que siempre está unido a la creación. La duda es creación. Hay que percibir ese estado del artista para comprender lo que hace, para acercarse a su propuesta. Al final, todo tiene que ver con la comunicación y las relaciones humanas, y detrás del arte hay personas".
Una amplia colección de collages realizados por el propio creador, comisario, investigador y profesor, se van desplegando a lo largo de un libro que en muchos de sus capítulos se encabeza solo con iniciales. "Algunos colegas sé que se están buscando en las páginas para ver si se reconocen", aunque en realidad cada personaje es el resultado de sumar "las manías de uno, las vacilaciones de otra, el carácter del otro" y así intentar abarcar diferentes perfiles de artista. "Está el que va lanzado y quiere el éxito, el que duda constantemente, el que no acaba de dar forma a todo lo que está trabajando, etcétera. Es como una colección de arquetipos".
No trata el autor gasteiztarra de hacer una guía del arte contemporáneo. "Las respuestas las tiene que encontrar cada uno en su trabajo, en el día a día, y saliendo de las dudas por uno mismo", aunque en la publicación hay una parte (Calendario metodológico de creación artística) que intenta "dar unas pequeñas pautas en el proceso creativo", pero "de manera subjetiva y singular". Al fin y al cabo, tampoco pierde de vista a su alumnado de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco.
De estas y otras cuestiones trata un libro que pone el foco en un arte contemporáneo que para una parte de la sociedad es algo lejano. "Hay un momento en el que el arte empieza a hablar de sí mismo y a ser arte para artistas. Eso crea la necesidad de que el público esté permanentemente informado. De que eso no pase le echamos siempre la culpa a la educación. Y con razón. Por ejemplo, se nos llena la boca diciendo que vivimos en una sociedad de la imagen pero no se dan herramientas en Primaria o Secundaria para que el individuo sepa leer imágenes. Pero esa separación también tiene que ver con la responsabilidad de cada uno para ser espectador de su tiempo, sabiendo entender que las cosas cambian".
"Hoy parece que el artista no habla, que todo el mundo lo hace por él"
"Todo tiene que ver con las relaciones humanas, y detrás del arte hay personas"
Artista, investigador y profesor