- Parece mentira pero ha pasado más de un cuarto de siglo desde que se editó Kutsidazu bidea, Ixabel y se convirtió en un fenómeno que se tradujo en distintas adaptaciones al teatro y la pantalla. Aún hoy, su huella sigue presente, aunque Joxean Sagastizabal reconoce que se quedó “ojiplático” cuando desde la SGAE le llegó un aviso “porque alguien estaba preguntando por los derechos para hacer un musical”. Eso sí, el autor tiene claro, sobre todo tras ver el resultado, que la idea “me encanta”. Habrá que ver si coinciden con él los espectadores que el miércoles 17 se den cita en el Principal. Por ahora, el éxito de asistencia está asegurado. No queda ni una sola entrada disponible.

“La verdad es que la idea salió como una broma, uno de esos momentos de: y si hacemos...”, apunta Patxi Barco, director del proyecto afrontado por Demode, cuarteto de sobra conocido gracias a sus producciones musicales y humorísticas. Ya se sabe que los retos, máxime en estas tierras, no se pueden lanzar a la ligera. Así que el grupo se puso manos a la obra a la hora de generar “una versión libre” en la que sigue presente la historia original pero desde un acercamiento novedoso. “Se han creado textos y canciones originales, lo que también ha supuesto un reto dentro de nuestra trayectoria”, añade Joli Pascualena, directora musical.

“Sigue siendo mi mundo, lo que pasa es que le han puesto música y aunque yo no me lo imaginaba, no veas lo bien que le queda el rock”, ríe el escritor a la hora de presentar una obra en la que el rap, el tango o el pop sirven para volver a recordar las andanzas del joven Juan Martín, ese chico de ciudad que un buen día se va a un caserío perdido en el monte con la idea de mejorar su nivel de euskera, aunque sin ser muy consciente de lo que esa decisión va a traer consigo.

Con grandes dosis de humor, y en este caso de sonidos, no hay que pasar por alto que Kutsidazu bidea, Ixabel es también una invitación a mirarse en el espejo y plantearse unos cuantos temas sobre los que reflexionar en distintos planos. Aunque a buen seguro cada espectador se quedará con lo que más le interese. “Al principio sí estábamos un poco a la expectativa de qué iba a opinar la gente que tenía su recuerdo del libro o de sus posteriores versiones, pero la respuesta está siendo increíble”, dice Pascualena.

Con todo, 26 años después de la publicación de la novela, Sagastizabal cree que a la risa le cuesta mucho hacerse camino entre los escritores de Euskal Herria. “Más allá del disfrute al leer, y yo me encuentro con grandes obras, a la literatura en euskera le cuesta muchísimo adentrarse en el humor, está llena de tristeza, de drama, de oscuridad”. Es de esperar que, más tarde o más temprano, haya un equilibrio siempre necesario.

Mientras tanto, esta versión de teatro musical llega a la capital alavesa tras un 2020 en el que, a pesar de la pandemia, se pudo realizar el montaje de la pieza. “Ya nos tocó hacer ensayos por vídeo-llamada y era horrible cuando intentábamos cantar con la música”. Por fortuna, el esfuerzo ha tenido sus frutos.