Tras la toma del oppidum cántabro de Bérgida, un incidente acaecido entre un soldado auxiliar y el poderoso gobernador de la Tarraconense puede cambiar el curso de la guerra. El autrigón Sekeios se ve obliga- do a huir del campamento romano y bus- car refugio en las tierras cántabras que días atrás él mismo había atacado bajo los estandartes romanos. La humillación sufrida por el pérfido gobernador, Antistio Veto, hará que la captura del soldado auxiliar sea su obsesión, hasta tal punto que incluso pondrá en peligro la misión encargada por el princeps, la conquista de Cantabria. La trama central de la novela transcurre en el poblado blendio de Aracillum, lugar que fue uno de los principales bastiones de la resistencia cántabra ante las legiones romanas. Si bien se desconoce su ubicación exacta, recientes investigaciones arqueo- lógicas lo sitúan en La Espina del Gallego. Primero Banderizos y ahora Bellum Cantabricum. Lo suyo es la novela histórica... Lo mío es escribir, del género que sea. De hecho, he escrito relatos de terror y humor negro, pero sí, siento una atracción especial por la novela histórica.
¿Por qué eligió las guerras cántabras para ambientar su nuevo libro?
Porque es un episodio muy poco conocido de la conquista romana de Hispania. Las fuentes clásicas se perdieron en su mayo- ría, excepto algunos resúmenes de historiadores posteriores al conflicto. Otro motivo que me empujó a escribir esta novela es que la guerra cantábrica de Augusto fue un enfrentamiento de grandes dimensiones, una guerra verdaderamente difícil para Roma que le supuso enormes quebraderos de cabeza. Los cántabros y los astures, especialmente los primeros, opusieron una resistencia a ultranza, y eso, para un escritor de lo épico como yo, es un mate- rial narrativo de primera, el contexto ideal para mover a los personajes en un ambiente de tensión perpetua. Las guerras cántabras son la culminación de la conquista romana de la península ibérica, un hecho fundamental de la historia de Hispania e incluso europea, a la altura por ejemplo, de la toma de Alesia, que supuso la con- quista definitiva de la Galia.
¿Qué puede contar sobre sus protagonistas, Sekeios, el gobernador romano Antistio Veto, el caudillo Corocotta o la cántabra Turennia?
Sekeios es un mercenario autrigón (digamos que vizcaíno), que durante el año 26 a. C. lucha para Roma en su guerra de conquista contra cántabros y astures. Sin embargo, un grave incidente con el gobernador Antistio Veto lo obliga a desertar, hasta que es capturado por los cántabros, que le van a demostrar máxima hostilidad. Por si esto fuera poco para Sekeios, el gobernador Veto no se ha olvidado de él y ha jurado darle caza. Sin embargo, la montañesa Turennia y Sekeios se enamorarán. Este hecho dará fuerzas al autrigón para luchar por sobrevivir en un mundo al límite en el que las legiones de Augusto avanzan imparables. Pero Roma tragará mucha saliva porque debe hacer frente a la feroz resistencia de Cantabria, liderada por Corocotta.
¿Cuánto hay de real y de ficticio?
Todo el conflicto del Bellum Cantabricum et Asturicum es real. Hubo una serie de enfrentamientos y fases documentadas, y son el fondo de la novela, el decorado en el que va a transcurrir la acción. Sobre esos pilares se desarrolla la trama ficticia de lucha por la supervivencia de Sekeios.
¿Ha recorrido personalmente todos los lugares que aparecen en su obra?
Buena parte de ellos sí. Por ejemplo, Bérgida, una gran ciudad fortificada cántabra que podría corresponderse con Monte Bernorio (Palencia), bajo cuyas murallas los cántabros se enfrentan por primera vez en batalla campal a las legiones romanas. Aquí comienza la novela. También La Espina del Gallego, una cima en la Sierra del Escudo, quizás identificable con la Aracillum de las fuentes clásicas, que opuso una resistencia numantina contra Roma y que, de hecho, es el principal escenario de la novela. Por cierto, en su momento llegó a considerarse, ante la escasa documentación y evidencias arqueológicas, que Aracillum pudo situarse en Navarra, entre otras posibles ubicaciones. Y vamos a disfrutar de localizaciones tan espectaculares como los Picos de Europa o la bahía de la actual Santander, donde tuvo lugar una gran operación de desembarco del ejército romano para atacar a la retaguardia cántabra.
¿Qué buscaban los romanos en estas tierras?
Culminar la conquista del territorio peninsular tras doscientos arduos años de lucha, con el objetivo de explotar sus recursos y poder continuar con su expansión europea. No obstante, como he dicho, a Roma le va a costar horrores completar la conquista.
¿Qué papel jugaron los vascones?
Para cuando Roma inicia la ofensiva final contra cántabros y astures, los vascones ya habían sido dominados. Fue un pueblo que, como todos, en mayor o menor medida se opuso al invasor, pero también supo alcanzar pactos que le permitió sobrevivir, a diferencia de los cántabros, cuya resistencia terminó en un brutal genocidio por parte de Roma.
¿Algún protagonista del libro es vascón?
No, y sin embargo, el emperador Augusto cuenta con una guardia de vascones calagurritanos. Eso sí, prometo volver a Roma y hacerlo con un personaje vascón.
¿Con quién se siente más identificado, con los invasores o con los invadidos?
Con los invadidos, pero esto es una cuestión de enfoque literario, puramente narrativo. El lector ha de identificarse con aquel que peor lo pasa.
Cinco años ha tardado en documentarse y escribir, ¿tantos son necesarios?
En realidad han sido cuatro. Creo que para hacer un buen trabajo hace falta tiempo. No sé si tanto como cuatro años, pero no creo que se pueda escribir una novela histórica con investigación de por medio en menos de uno o dos años. Al menos, yo no soy capaz. Por otro lado, debido a mi trabajo como consultor editorial en una agencia de servicios editoriales, tampoco puedo dedicar a mis novelas todas las horas que quisiera, y eso dilata los plazos.
¿Qué ha sido lo más difícil de la novela?
La documentación, por lo indicado antes, y la revisión del texto para limar asperezas estilísticas. Este segundo es un trabajo muy delicado y necesario para procurar que la historia suene lo mejor posible.
¿Habrá secuela?
Habrá una nueva novela de romanos, y hasta ahí puedo leer, como dirían en el Un, dos, tres...
Es usted un artesano de las escenas de recreación bélica y de acción de época, ¿cómo fue ese trabajo en esta novela?
Complejo. Del desarrollo de las batallas de la guerra cantábrica se sabe poco, por lo que tienes que reconstruir los enfrentamientos basándote en indicios documentales sobre el conflicto y, sobre todo, en otros episodios bélicos mejor estudiados. Por ejemplo, me sumergí en los Comentarios de la guerra de las Galias de Julio César, que me proporcionaron información muy útil. Pero, al menos para mí, y ahí está la gracia, el reto es la necesidad de investigar, de recrear, de dar vida a un hecho que parece no haber tenido lugar por carecer de fuentes clásicas extensas.
¿Qué rutina sigue a la hora de escribir?
Intento aprovechar las mañanas, con la mente fresca y despejada. Esa es la base. A partir de ahí, no hay más rutina ni tru- co que trabajar a diario para no perder el ritmo y el hilo narrativo.
¿Se puede vivir de la escritura?
Lo veo complicado. Son muy pocos los que lo consiguen. Creo que uno no se mete a esto por dinero, sino por la desbordante pasión de narrar. Ahora bien, si se ve recompensado económicamente, a nadie le amarga un dulce. Debutó en la novela histórica en 2015 con Banderizos.
Con esa obra ganó el IV Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda, ¿cómo fue la escritura de aquella su primera novela?
Una experiencia vital y todo un desafío. Con la primera novela es con la que más se aprende, y estrenarse con un reconocimiento así supone una enorme satisfacción. El año que viene, por cierto, la novela será reeditada por Edhasa y aborda las guerras de banderizos en la Bizkaia del siglo XV, que también fueron muy intensas en Navarra.