Todavía quedan algunas entradas a la venta, pero sería bueno no dejarlo todo para el último momento, no sea que más de uno se quede con las ganas. La cita es muy especial. Los gasteiztarras Kubers se despiden del público por un tiempo indefinido ante la marcha a tierras gallegas del batería Iker Argote. "Son 12 años de compartir tantas cosas en lo musical y en lo personal, que a pesar de las circunstancias, queríamos hacer esta despedida", apunta Mónica Durán ante lo que sucederá este sábado en la sala Jimmy Jazz, que abrirá sus puertas a las 19.00 horas (los pases se pueden conseguir por 10 euros). "Solo queremos tocar, que el público esté feliz y quedarnos con el recuerdo de un día tan importante".
La marcha de un componente esencial y la coincidencia con todo lo que rodea a la pandemia, hacen de este concierto "un hasta luego, apunta la cantante, que señala que la cita no es un adiós total, sino que a partir de ahora, la formación abrirá un periodo para buscar a un nuevo batería pero también para "plantear un nuevo trabajo de otra manera, con más tiempo para componer, producir, pensar y volver a escuchar". Por ello, estima que hasta dentro de año y medio o dos años la banda, completada por Asier Atxa y Fran Serrano, no se vuelva a encontrar con el público.
Pero eso ya llegará. Seguro. Lo inmediato, lo que reclama toda la atención de los vitorianos, lo que se promete, a pesar de todo, como una gran fiesta, es lo que va a suceder este sábado en las tablas de la calle Coronación. "Vamos a intentar ofrecer un concierto potente, con alguna versión acústica, para que la gente, a pesar de estar sentada, se vaya a casa con la sensación de que ha estado en un concierto de rock", describe Durán, al tiempo que remarca que "no sé si puede haber mejor manera de realizar esta despedida que tocando en directo en un lugar como Jimmy Jazz y luchando contra el covid".
De hecho, la cantante tiene en mente lo vivido hace unos pocos días en Bilbao, donde compartieron cartel con otras dos bandas, a pesar de que el coronavirus también les jugó una mala pasada de última hora. "La alegría del directo es algo incomparable, sobre todo porque, además, ves que la gente responde y que está a gusto". Es evidente que, en una situación normal, la cita de este sábado hubiera contado también con colaboraciones especiales y unas cuantas sorpresas. Pero "ahora es algo que nos parecía inviable". Aún así, al concierto le van a sobrar alicientes para el disfrute de todos los presentes. Hay cosas contra las que ni la pandemia puede.