- Antes de que la pandemia se hiciese omnipresente, Iban Urizar regresó al estudio para dar forma al último trabajo de Amorante, un Bat edo Hiru en el que la muerte está más que presente. Casualidad o no, esta víspera de Todos los Santos, el creador actúa en la sala Jimmy Jazz, precedido por Eneritz Furyak.

Pudo volver a los escenarios a finales de septiembre. ¿Cómo está siendo?

-Tengo conciertos, más incluso de los que esperaría en un principio. No sé si es porque voy solo en el escenario y eso es más cómodo para los programadores. O puede ser porque hago una música que sentado también se puede vivir de manera idónea. Quiero decir, hay tipos de propuestas que son más difíciles de programar con la actual situación, con la gente sentada, manteniendo las distancias, sin poder expresar tanto. Soy un privilegiado porque tengo conciertos a la vista, a no ser que se vayan cayendo por todo lo que está pasando estos días.

¿En algún momento pensó en aplazar la salida del trabajo hasta 2021?

-El disco está grabado en diciembre y la intención era sacarlo antes de Semana Santa. Vino la primera ola y decidimos atrasarlo por el tono del disco, por lo que canto, cuento y cómo suena. No es un álbum para el verano (risas). Así que se programó para finales de septiembre, a las puertas del otoño. El disco está haciendo su camino, que dadas las circunstancias no está mal. Antes de esto, ya la venta de los álbumes, más allá de lo que se compra en los directos, era lo que era. Ya no quedan casi ni tiendas de discos. Y el vinilo -que siempre edito así más allá del formato digital- es un objeto casi de coleccionista.

El disco tiene una temática evidente, actúa en Vitoria en la Noche de Ánimas y estamos desde marzo en una situación que habla por sí misma. La verdad es que la coincidencia tiene tela.

-Es verdad que la muerte es un leitmotiv que planea sobre el disco sin que eso estuviera pensado de manera previa. Es algo de lo que me percaté al juntar las canciones. Yo trabajo para el directo, no suelo estar muy predispuesto a ir al estudio a grabar. Pero cuando me fui al estudio, iba con diferentes propuestas. Nos quedamos con siete temas y al juntarlos es cuando vi que en casi todas, el tema de la muerte está planeando. Y ahora que lo dices, sí que es curioso que el bolo de Gasteiz sea en la Noche de Ánimas y con una situación como la que estamos viviendo. Pero también es cierto que mis discos son una cosa y mis directos otra. No hago discos para llevarlos a los conciertos. Hago directos y hago álbumes. Hago un trabajo para el concierto y luego escojo qué canciones puedo grabar. Me da igual los arreglos que haga, nunca he sentido la presión de que todo lo que haga en el estudio me lo tengo que llevar al directo. Amorante es una persona sola en el escenario y la grabación en un estudio es otra cosa.

Porque los medios de comunicación también somos un poco así, muchas veces se le trata de rara avis en el panorama musical vasco. ¿Se siente así?

-No, no. Desde el punto de vista del público, tengo claro que soy un músico del underground. Desde esa posición, no dejo de hacer música que yo, como espectador, también he consumido. La dificultad no reside en la música. Los oídos se van acostumbrando y acaban apreciando músicas que, a priori, su dueño puede pensar que nunca iba a llegar a apreciar o entender. La música en directo te hace vivir experiencias con estilos, géneros o formas de hacer que nunca hubieras pensado que podrías disfrutar. A mí eso me ha sucedido. No me siento rara avis porque mi situación me ha llevado a hacer directos delante de públicos muy diversos. Y me he encontrado con que mi música se ha recibido muy bien. Si crees realmente en lo que haces, aunque suene como demasiado poético o tópico esto que estoy diciendo, todo es más sencillo. Da igual lo que hagas, muchas veces es más sencillo llegar a donde quieres de lo que podrías pensar.

En Amorante es usted consigo mismo y poco más. Bueno, en el directo, sin nada más. ¿Cómo se lleva Iban Urizar con Iban Urizar?

-(Risas) Encima del escenario, super-bien. Pero cuando Iban se va con Iban de gira no tan bien porque echo de menos tener compañía. Está guay conocer gente y sitios, pero a veces estaría bien ir por ahí con banda o en dúo o... Pero encima del escenario, si Amorante tiene sentido es porque me siento yo sobre las tablas y me siento yo conmigo mismo. Es a mí al que me tengo que agarrar, sin enfrentarme a mí mismo, para sacar adelante un proyecto en el que creo realmente.

Por cierto, coincide en Jimmy Jazz con Eneritz Furyak.

-No la conozco en persona, pero sí, y mucho, su trabajo. Es una de esas voces a seguir.