- "Parece que soy profeta en mi tierra", ríe Gorka Aguinagalde. El actor gasteiztarra vuelve a actuar este sábado en su ciudad y desde hace días, todas las entradas para verle en Helldorado a partir de las 17.00 horas están agotadas. Pasa lo mismo con los conciertos que tanto al mediodía como a la tarde ofrecerán Víctimas Club y Barriomanía. Música y humor están garantizados.

Conoce a la perfección Helldorado y, de hecho, ha actuado allí tanto en su faceta musical, con LosdelGás, como en la humorística, con el personaje de Patxi. Pero no hay duda de que, por las circunstancias actuales, estamos en un momento especial y en una actuación diferente.

-Claro que es una ocasión especial, primero por esta pandemia, por esta situación anómala y anormal, por esta nueva anormalidad. Pisar un escenario siempre es un placer, pero pisar el escenario del infierno es un placer doble. Es volver a Helldorado que es un poco como nuestra casa. Estuve el pasado sábado viendo a Iñigo Salinero y a The Faithless, y la verdad es que el ambiente fue acojonante. Dentro de esta rareza de ver un concierto sentado, ver vivo y en condiciones el escenario de Helldorado fue un gustazo. Y este sábado creo que va a ser lo mismo, que va a ser una gozada el poder compartir escenario con los rockeros (risas).

Todo ello a media tarde...

-Pero no es mala hora. El humor de sobremesa funciona muy bien. Y si hay alguno con ganas de siesta, ya lo despertaré (risas). Bueno, en serio, lo cierto es que el plan que han montado está muy bien porque Helldorado te propone, en realidad, la posibilidad de poder disfrutar de un día completo con música y risas, pero también con oferta gastronómica... Es un muy buen plan para un sábado.

Va a ser de las últimas oportunidades de verle por aquí a corto plazo porque en breve se marcha a Madrid para afrontar un nuevo espectáculo, ¿verdad?

-Sí, dentro de diez días marcho. Bueno, si me dejan entrar en Madrid (risas). Tengo que llamar a Ayuso para ver cómo lo tienen. Pero bueno, sí, en diez días tengo que estar allí para realizar los últimos ensayos porque el 24 estrenamos en el Teatro La Latina la obra Que nadie se mueva. Ahí voy a estar todos los sábados de octubre a marzo.

Durante este verano casi no ha parado con actuaciones en diferentes localidades. ¿Cómo está siendo el encuentro con el público, se ha acostumbrado ya a las mascarillas y estas cosas?

-La verdad es que he tenido la suerte de trabajar bastante y ya me he ido haciendo. A todo se acostumbra uno. Al final se trata de convivir con el bicho y cumplir tres normas que tampoco es tanto. Yo soy bastante positivo. ¿Qué hay que hacer? ¿Lavarse las manos, guardar un poco de distancia y ponerse la mascarilla? Pues venga. Lo que está claro es que los teatros son seguros. Ya te digo, yo he trabajado bastante estos meses en diferentes sitios y no sé de ningún contagio en un teatro. Las medidas de seguridad que ponen son fantásticas. He estado como espectador y subido al escenario y no he tenido problemas en ninguno de los dos casos.

¿Pero no ver la cara de la gente, le incomoda?

-En los primeros bolos, sí. Aquellas actuaciones iniciales fueron muy extrañas. Claro, escuchabas las risas pero no veías las caras, y era una situación como muy rara. En el teatro, el público es casi otro personaje. Es muy importante la interacción entre el escenario y el patio de butacas. Depende del público que tengas, y más en un monólogo, todo cambia y tú, como intérprete, siempre estás con la antena puesta para recibir sus reacciones. Pero es verdad que con el paso de las actuaciones, yo, por lo menos, me estoy haciendo. No me entiendas mal, ojalá quitemos la mascarilla pronto, pero me estoy acostumbrando a ella. Es como un incentivo: ya que no les veo la risa, voy a intentar que muevan los hombros y se oigan muchas carcajadas. Es un reto.

A pesar de todo, no ha parado este verano, estamos en un año en el que ha estado tomando parte en la serie de televisión 'Benidorm', ahora se estrena la película 'Ane' en la que también participa...

-Tengo una pequeña intervención, aunque fue una experiencia muy placentera. De hecho, te puedo decir que me parece un peliculón. Estoy con muchas ganas de que Ane llegue a las salas comerciales.

¿Cuáles son los próximos planes, teniendo en cuenta lo que impide o modifica la pandemia?

-Ahora, más allá de lo de Madrid que hablábamos antes, recupero mis colaboraciones con las noches El Club de la Comedia. Lo único que me preocupa son estos viajecitos que me voy a hacer a Madrid y a Barcelona, porque estamos como estamos y me da un tanto de pereza meterme en un tren o en un avión. Pero bueno, hay que trabajar. Si me llaman ahora iré a rodar, pero sí te puedo decir que estoy bastante reticente a rodar con estos protocolos que existen en la actualidad. Ten en cuenta que a los actores, en los rodajes, nos pagan por esperar. El que no puedas sociabilizar con el equipo y que te tengan encerrado entre cuatro paneles con la mascarilla y los guantes hasta que te lo quitan todo para rodar, es muy raro. Ahora mismo no tengo ningún rodaje en breve y si me llaman, lo haré, pero no estoy con muchas ganas de eso, la verdad. Veo ahora más cómodo el teatro. Tengo mi agenda más perfilada en ese sentido, voy a hacer otra propuesta también con Gurutze Beitia, estoy preparando otra historia junto a Iñigo Salinero... En este sentido, hay cosas y tengo el abanico abierto, así que...

¿Y ya quedan ganas, con todo lo que está pasando, de echarse unas risas?

-Así como antes comentábamos que la situación es rara, estamos viendo en las actuaciones que la gente tiene muchas ganas de reírse, de salir de esta rutina de la mascarilla. La risa es necesaria y sanadora, y en estos tiempos más. Cuando vas a un escenario y ves que todo se hace con seguridad, no se trata de bajar la guardia ante el bicho sino de bajarla ante el miedo. Hay que mantener las normas y vivir porque se pueden hacer cositas.

Lo cierto es que en las actuaciones de este verano ha ido llenando aforos sin parar.

-La gente está respondiendo muy bien. Tengo mucha suerte porque además soy profeta en mi tierra. Cuando actúo aquí, la gente siempre responde. Y pasa lo mismo este sábado en Helldorado, así que encantado, qué más se puede pedir.