La debutante georgiana Dea Kulumbegashvili ha hecho historia en el Festival de San Sebastián al lograr cuatro de los principales premios: Concha de Oro a la mejor película, mejor directora, mejor guion (todas ellas, firmadas por ella) y mejor actriz para su protagonista, Ia Sukhitashvili.
Desde la proyección de su película en el festival, Kulumbegashvili, de 34 años, removió las sillas de los críticos y descolocó el orden de lo previsible; eso sí, contaba a su favor con la querencia del presidente del jurado, Luca Guadagnino, por un cine "que no entretenga, sino que conmocione".
También es la tercera mujer, tras la turca Yesim Ustaoglu ("Pandora's box", 2008) y la venezolana Mariana Rondón ("Pelo malo", 2013), en obtener la Concha de Oro.
Esta joven menuda, de ojos oscuros y profundos, ya logró una nominación en Cannes en 2014 con su cortometraje "Invisible Spaces", la primera película de la Georgia independiente que conseguía colarse en el certamen francés.
Precisamente, su primer largometraje era uno de los títulos que se rescataron para Donostia del Festival de Cannes, este cuando optó por cancelar a causa del coronavirus; San Sebastián, contra viento y marea, ha celebrado una edición impecable, a pesar de las complicaciones higiénico-sanitarias para evitar la pandemia.
La película ganadora ha logrado el efecto, a veces deseado, de que todo el mundo hable de ella, tanto por sus defensores a ultranza como cinta "esencial", como por sus detractores, abrumados por los larguísimos planos secuencia y la brutalidad de muchas de sus escenas, incluida una violación.
"Beginning" ocurre en un tranquilo pueblo de provincias de la Georgia profunda, el mismo donde nació la directora, que ofrece una naturaleza salvaje y dulce, bellísima como escenario, y que, sin embargo, arropa algunos de los más atroces comportamientos humanos.
El entorno en el que Kulumbegashvili sitúa la acción es una comunidad de Testigos de Jehová, que el espectador conoce cuando es atacada por un grupo extremista y su iglesia arde por los cuatro costados.
Simultáneamente, en la casa del líder de la comunidad, Yana (Ia Sukhitashvili), su esposa, se desmorona lentamente, entre grandes silencios, mientras crece su insatisfacción interior y lucha por encontrar sentido a sus deseos. Esta actriz, nacida en Tiflis hace cuarenta años, es el cuarto as de este póquer.
Nada más saberse ganadora de la Concha de Plata, Sukhitashvili ha señalado que "es muy importante en la carrera de un actor saber que su personaje ha captado la atención del público y se hace inolvidable" y ha dado las gracias a la directora por "haber querido recorrer este difícil e interesante camino conmigo".
El guion premiado de "Dasatskisi" (Beginning), escrito también por Kulumbegashvili, con la colaboración de Rati Oneli, también productor de la cinta, condensa en 130 minutos una historia contada en medio centenar de planos secuencia.
Y la Concha al Mejor actor, esta vez ha sido para cuatro, y con la anuencia de cuantos han visto "Druk (Another Round)": Mads Mikkelsen y sus tres compañeros de reparto, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang y Lars Ranthe, que se la llevaron en grupo por "sus versátiles trabajos en la película de Thomas Vinterberg.
La película sigue a un grupo de profesores cuyas monótonas vidas dan un giro cuando comienzan a experimentar en sí mismos una teoría según la cual una persona se siente más serena, creativa y abierta si bebe hasta cubrir el déficit de alcohol en sangre que supuestamente tenemos los humanos.
Los actores han sido merecedores de este galardón por su abordaje extraordinario de la transformación de sus personajes en función del grado de embriaguez que adquieren durante el experimento a lo largo de este filme, que se mueve equilibradamente entre el drama y la comedia.
El premio especial del Jurado, uno de los más prestigiosos del certamen, ha recaído en "The Crock of Gold", el documental de Julien Temple sobre el líder de The Pogues, Shane MacGowan.
Y otro de los más deseados, el Horizontes Latinos, fue para "Sin señas particulares", de la mexicana Fernanda Valadez, sobre la violencia en su país. La 68 edición del SSIFF, que abrió Woody Allen y clausuró Fernando Trueba, se recordará también por su premio Donostia para Viggo Mortensen.